Con prólogo de Luis Inácio Lula da Silva, el texto describe las características de la práctica en Argentina y las posibles maneras de desmontar lo que el ex juez de la Corte Suprema define como una «asociación ilícita» avalada por los medios hegemómicos. El poder mundial en las democracias modernas para instalar determinados candidatos y perseguir adversarios con la anuencia de algunos magistrados. Cuál es la cara oculta de la sobrecriminalización persecutoria de un sector político.
Raúl Zaffaroni es el penalista más importante que dio la Argentina y, hoy por hoy, juez en la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Cristina Caamaño se jubiló como fiscal y asumió como la interventora de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI). A los dos los unió, más allá de una vieja amistad, la sugerencia de la experta en Criminología Crítica Valeria Vegh Weis de escribir un manual de pasos básicos para demoler el derecho penal, que acaban de publicar bajo el título¡Bienvenidos al lawfare!, con el prólogo de Luis Inácio Lula da Silva.
PáginaI12 reunió a los tres expertos en un Zoom para conversar sobre el nuevo libro: Zaffaroni, desde su casa; Caamaño desde su despacho en la AFI y Vegh Weis desde Alemania. “¿Cuándo íbamos a sacar un libro sobre este tema si no es ahora cuando el lawfare explota en toda la región?”, se pregunta Caamaño como preludio de la charla.
— ¿Qué es el lawfare entonces?
— RZ: El lawfare es un delito y quienes practican el lawfare son una asociación ilícita entre algunos jueces prevaricadores, algunos fiscales, los medios, el poder económico y algunos policías corruptos que tenía ahí Cristina (bromea).
— CC: No eran sólo policías.
— ¿Cómo se explica que los políticos populares, como ustedes dicen en el libro, pasaran a ser las víctimas del sistema punitivo descarnado porque, a diferencia de las víctimas tradicionales, se entiende que tienen apoyo de una parte importante de la sociedad y medios para ejercer una buena defensa?
— RZ: Lo que pasa es que estamos en una etapa de totalitarismo, solo que con otras características. Hoy tenemos partidos únicos que son los monopolios mediáticos. No es que el lawfare haya sido un invento de ahora. Hoy no condenan a muerte, pero condenan a una muerte política, a una decapitación o a un linchamiento mediático. La macrocriminalidad financiera del Norte se maneja de esta manera y esos partidos únicos hacen candidatos a sus agentes locales y les llevan adelante sus campañas electorales –que son sucias, tienen que desprestigiar a los otros — y entonces cuando se instalan en los gobiernos estos agentes locales vacían el país, lo descapitalizan, malvenden las empresas públicas, entregan los recursos naturales y contratan deudas astronómicas, sometiéndolos a la jurisdicción del prestamista.
— VVW: En un primer momento, puede llamar la atención que el poder punitivo haya ido desde el pobre joven en la villa hacia el vicepresidente, pero, después nos damos cuenta de que el que está del otro lado no es solamente el poder punitivo del Estado, sino que está moldeado por poderes muchísimo más importantes, que son internacionales, globales y que son el poder mediático y el poder corporativo.
–¿La violación de las garantías que se dio en los últimos años es obra de unos pocos jueces dispuestos o una exacerbación del sistema?
— RZ: En el lawfare argentino, ¿cuántos jueces habrá implicados y cuántos funcionarios? Es una minoría. En el país debemos tener 3.000 o 4.000 jueces y esto es una minoría, que se la puede identificar más o menos por el lado de Retiro y después en la provincia de Jujuy. Por supuesto que hubo una persecución de jueces, destituciones, el secuestro de un senador en la Corte Suprema.
— VVW: También hay muchos que trataron de dar alguna pelea y frente a estos poderes y su juzgado fue insuficiente como para poder resistirlo. Ése es el gran peligro: no solamente estamos ante un par de fiscales y jueces cómplices, sino que también este aparato de aprietes por las buenas y por las malas puede afectar también a jueces que están dispuestos a respetar las garantías constitucionales, a pedir todas las acciones que sean necesarias antes de expedirse sobre una prisión preventiva y que, sin embargo, después no resisten esas presiones.
—CC: Los jueces o fiscales malos tienen mucho poder, porque están avalados por el poder económico o por los medios hegemónicos. Los otros, los que cumplen con su trabajo de la mejor manera — por más que sean una mayoría –, pasan muy desapercibidos.
— También es cierto que lo actuado por la mayoría de los jueces terminó siendo avalado por las instancias superiores en muchos casos.
—RZ: Claro, sobre todo si las instancias las van a armando por decreto. (Mauricio) Macri dijo que quería jueces propios con una sinceridad que no tiene antecedentes en esta historia.
— ¿Qué hechos caracterizarían como emblemáticos del lawfare argentino?
— RZ: Hay dos disparates grandes. Uno es el de Claudio Bonadio con el procesamiento por traición a la Nación (N. de R: en la causa del Memorándum con Irán) en contra de la definición de la propia Constitución, que supone la guerra. El otro disparate es la llamada Doctrina Irurzun. También la fotografía del presidente de la Corte en medio de Bonadio y de Sergio Moro deja algo que decir.
—CC: Por eso también es muy necesario el tema del pueblo movilizado. Cuando fue el 2×1 salimos todos a la calle, se frenó el 2×1. Se frenó la clase de Moro en la facultad de Derecho o cuando quisieron llevar detenida a Hebe de Bonafini.
— RZ: El lawfare tiene una cara oculta, que es la sobrecriminalización persecutoria de un sector político, pero, al mismo tiempo, es la impunidad de otro sector político.
— ¿Y entonces cómo se desarma el lawfare?
—RZ: La estructura judicial en manos de cinco personas no tiene nada de republicana. Es una concentración de poder muy peligrosa y tenemos una cabeza de Poder Judicial, que es la más pequeña que yo conozco de Europa y de América Latina — salvo la Corte uruguaya. Empecemos por la cabeza del Poder Judicial y después seguimos.
—CC: Hay que aplicar la reforma procesal también para que el juez de una vez por todas deje de investigar y acusar.
— VVW: Además de la reforma estructural del Poder Judicial, hay que reparar en la situación de los nombramientos. En lo que sí hay consenso en la Argentina, es en que necesitamos avanzar en cuestiones de género y, si vemos quiénes son los jueces y fiscales malos, vemos que son casi todos hombres. Una forma de poder reformar la justicia podría ser en el sentido de exigir 50 por ciento de cupo para mujeres en todos los órganos del Estado y así difuminar un poco el poder de Comodoro Py, que es prácticamente todo testosterona.
— ¿Qué debería suceder con la oficina de las escuchas?
— CC: Yo creo que deberían volver al Ministerio Público Fiscal (MPF), si se avanza también con el sistema acusatorio, porque la escucha es una herramienta para dilucidar determinado supuesto delito. El problema es que, si es una herramienta, debería ser parte de lo que hacen los fiscales y no que el propio juez que está investigando te escucha, las filtra a los medios amigos y después, además de eso, te juzga.
— VVW: Obviamente, las escuchas siempre con las restricciones que son propias de un Estado de derecho. Nunca escuchar a un imputado hablando con su abogada dentro de la prisión.
—CC: Pensemos que las escuchas son peores que un allanamiento. Cuando yo llegué a la oficina de escuchas, habían empezado a escuchar a una criatura cuando tenía cerca de doce años y la escucharon como quince años, y la persona que escuchaba decía «lo escuché crecer». Eso también tiene que tener límites que nosotros cuando tuvimos las escuchas en el MPF los tuvimos. Hay que destruirlas, no mandarlas a los medios.
— ¿Y con los servicios de inteligencia?
—RZ: Hay cosas que se llaman la atención, como que se firmara un acta entre el Servicio Penitenciario Federal (SPF) y la AFI para escuchar a los abogados con sus defendidos.
—CC: Eso marca la impunidad de la gestión anterior. Más allá de que todavía no se hizo «la» reforma judicial, la primera reforma judicial que impulsó el presidente Alberto Fernández fue justamente el decreto que prohíbe que la AFI trabaje o sea auxiliar de los jueces. Me parece que ése fue el primer paso para una reforma. No podemos desconocer que cada juez, sobre todo hablando de los federales, tenía su espía amigo y eso es tremendo porque vas por afuera, no necesitabas una orden.
—RZ: Hay delitos internacionales — terrorismo o amenazas de esa naturaleza — que la Agencia podría cooperar en eso con los jueces federales, pero ése es otro tipo de problemática. Para eso está la AFI, no para sacarnos fotos a los que somos simpáticos para el presidente.
— ¿Qué se puede hacer frente a las causas amañadas?
–-VVW: Una chance sería el recurso de revisión ante la Corte, el indulto presidencial, una comisión de la verdad sobre el lawfare en el marco del Congreso, un tribunal popular internacional — que no va a tener una intervención directa, pero puede tener un rol en cuanto a presión política. En ese sentido, tardamos años en descubrir cuáles fueron los documentos secretos del Plan Cóndor y hoy en día no sabemos exactamente cuál es la influencia de las embajadas en nuestros países, de las corporaciones y eso no puede quedar en el oscurantismo. Hay que estudiarlo seriamente desde los centros de estudios.
—RZ: Hay muchas soluciones que se pueden arbitrar, pero creo que primero habría que hacer cesar la detención de las personas que están injustamente privadas de libertad. Eso sería lo urgente. Indulto y todas esas cosas no borran el delito, eliminan la pena nomás. La gente queda estigmatizada. También hay que arbitrar soluciones preventivas para que esto no vuelva a suceder porque estamos en una situación de tardo-colonialismo, aquella criminalidad financiera organizada del Norte no nos ocupa el territorio como hacían antes, nos copan los gobiernos a través de partidos políticos únicos.
Fuente: https://www.pagina12.com.ar/319727-que-dice-bienvenidos-al-lawfare-el-libro-de-raul-zaffaroni-c
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