Vienes, comes y te vas

Que Juan Carlos I venga a España, está bien, sin embargo, fue tan breve su visita que a algunos nos ha hecho recordar una escena de 2002 durante una Conferencia Internacional en México sobre la Financiación para el Desarrollo.

En aquel momento cuando el presidente mexicano, Vicente Fox, hablaba por teléfono con Fidel Castro, le dijo: bueno, no es de muy amigos avisar a última hora para que te aparezcas aquí, pero está bien, tienes todo el derecho de estar aquí, incluso te invito al almuerzo que da el gobernador del Estado el jueves, incluso te puedes sentar a mi lado, pero eso sí, almuerzas y te vas a donde quieras, te vas para que no me compliques el viernes.

En ese instante la lengua de Castro se trabó, quedó perplejo, alcanzando solo a preguntarle a Fox, ¿a la isla, a Cuba?, a donde quieras, pero te vas, le respondió el hombre de las botas de vaquero.

Paralelismos puede haberlos si ir a Sanxenxo es solo para que en Madrid comiera con su hijo y se fuera donde quisiera, a Abu Dabi, a donde fuese, pero que se fuera, total si el emérito no tenía nada que decir, pues qué hacía en su vieja casa que ni su mujer podía verle porque ahora y que le había dado el Covid.

Por cierto, que a eso de que venía a morirse, hay que aplicarle el finiquito diferido de Dolores de Cospedal, el hombre se subió a su barco, dio cuatro carcajadas y dijo vámonos, que ahí se queden los 100 plebeyos que vinieron al circo.

Lo mismo sucedió cuando su avión privado aterrizó en el aeropuerto de Vigo a las 19:20, le esperaban menos periodistas que a Barbara Rey, estaba su hija la Infanta Elena y, una especie de paparazzi rubia esposa de su amigo íntimo, el que le prestó su casa. Qué cosas tiene la vida.

Otros pocos de la prensa y los nostálgicos de la corona juan carlista estaban en la entrada de la casa de Sanxenxo.

El hombre que llegó rodeado por una profunda crisis de valores, se dedicó a zampar comida y vino, mostrando un reloj que parecía tener la corona adelantada para que siempre le dé la hora exacta, aunque se le termine la pila, como diría Otrova Gomas. Inteligente el rey.

Lo cierto es que como la justicia no ha querido juzgarle, le pasará lo mismo que a Castro, lo hará la historia, temiéndome que al final lo que más sobresalga de su visita sea la foto delante del velero que siempre capitaneó: El Bribón; un nombre puesto por otro de sus grandes amigos, Josep Cusí, tal vez pensando que la embarcación era rápida en sortear los más avezados ambientes sabiendo sacar provecho en cada uno de ellos. 0j0 desde los años 70 Juan Carlos ha patronado 20 bribones, todo un experto.

De los que han defendido a muerte la honorabilidad del emérito, no se vio a ninguno dándole un apretón de manos, ¡ay las derechitas!, como dice todo el mundo: perro ladrador…

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