La crisis alimentaria es uno de los principales problemas a los que se ha enfrentado África durante décadas. Además de los problemas estructurales que atraviesa el continente, en los últimos años se han producido una serie de acontecimientos que han empeorado la situación: plagas de langostas, sequías, conflictos internos y la guerra en Ucrania.
La hambruna tiene importantes consecuencias en diversos ámbitos. La más inmediata es la muerte de millones de personas por inanición. Las oenegés Save The Children y Oxfam Intermon han advertido que si la crisis no se revierte podría morir una persona cada 48 segundos. Asimismo, la escasez de alimentos origina otras secuelas que se retroalimentan mutuamente. Si no hay alimentos disponibles para toda la población, aumenta la malnutrición, el consumo baja, las familias se ven obligadas a gastar más dinero en comprar comida por lo que el endeudamiento aumenta y, por consiguiente, la pobreza se incrementa.
La hambruna “es una clasificación técnica específica de inseguridad alimentaria, mortalidad y desnutrición entre la población”, de acuerdo con la definición elaborada por la oenegé Acción contra el Hambre, y se declara cuando se cumplen los siguientes criterios:
- 1 de cada 5 hogares sufre extrema escasez de alimentos
- Más del 30% de la población está desnutrida
- Mueren al menos 2 de cada 10.000 personas al día
- Mueren 4 de cada 10.000 niños menores de 5 años al día
Estos factores, no obstante, no solo afectan al Cuerno de África. En diversas regiones del continente se ha experimentado un aumento considerable del riesgo de hambruna en los últimos años. Según los datos de Acción contra el hambre “el número de personas con necesidad de asistencia aumentó en un 181% en comparación con 2019 y en un 59% respecto a 2020”, habiendo más de 27 millones de personas en “situación de vulnerabilidad alimentaria y nutricional”. Países como Burkina Faso, Nigeria, Níger, Chad y Mali se enfrentan a una crisis alimentaria que podría afectar a 23,6 millones de personas. En África Oriental y Central 54,8 millones de personas sufren inseguridad alimentaria grave.
En este artículo nos centraremos en la región del Cuerno de África y los factores que han llevado a esta situación.
Año 2020: las langostas y la pandemia asolan el continente
Para comprender esta crisis hay que remontarse a 2020. Si bien fue un año de gran convulsión a nivel global debido a la pandemia, el continente africano tuvo que hacer frente a otros problemas cuyas consecuencias siguen presentes en la actualidad. En enero una plaga de langostas sin precedentes proveniente de la península arábiga invadió el Cuerno de África. El Programa Mundial de Alimentos la calificó como “la más destructiva del mundo”. Este animal es una fase de algunas especies de saltamontes que devoran todo a su paso, incluyendo las cosechas. Se calcula que alrededor de 440.000 millones de estos insectos invadieron Somalia, Kenia, Eritrea, Yibuti, Sudán del Sur y Etiopía, exponiendo a la inseguridad alimentaria a 32 millones de personas.
La economía en los mencionados países se basa en el sector primario en el que predomina la agricultura y la ganadería de subsistencia. Esto supone que la ruina de pastos y ganado significa la condena a la hambruna y la muerte de millones de personas. Food and Agriculture Organization (FAO) hizo un llamamiento con el objetivo de recaudar fondos para combatir esta situación, pero no se lograron los 76 millones de dólares requeridos. La solución fue utilizar avionetas para fumigar con insecticidas las zonas más afectadas por el brote. Para agosto de 2020 ya se habían desinsectado 650.000 hectáreas, matando a cientos de millones de langostas. La FAO calificó la operación como exitosa.
La pandemia de Covid-19, asimismo, ha supuesto un incremento del riesgo alimentario a nivel mundial y el continente africano se ha visto especialmente afectado. Según el Informe Global sobre Crisis Alimentarias 2021, hasta 193 millones de personas se encuentran en situación de inseguridad alimentaria aguda en 53 países del mundo. Durante la pandemia las cadenas de suministro mundial se detuvieron, los países cerraron sus fronteras y centraron todos sus esfuerzos en combatir la pandemia dejando de lado otras cuestiones
La vacunación en el continente africano avanza a un ritmo muy lento. La Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró que África podría tardar hasta 2024 en vacunar el 70% de su población. En febrero de 2022 había más europeos con dosis de refuerzo que africanos con la pauta completa. La organización alerta de que los casos de infecciones están aumentando en el continente. El riesgo de desnutrición ha aumentado drásticamente y a día de hoy no se ha logrado recuperar de los efectos de la pandemia cuando han aparecido nuevos factores de riesgo.
Conflictos internos de los países: la inestabilidad como potenciador de la hambruna
Los países africanos suelen adolecer de conflictos internos como guerras civiles, movimientos yihadistas, crimen organizado y la presencia de diversos grupos armados. La violencia obliga a muchas personas a abandonar sus asentamientos en busca de seguridad. Como se ha mencionado, una parte importante de la población vive a base de ganadería y agricultura de subsistencia que tienen que dejar atrás cuando se ven obligados a desplazarse. Este proceso de desplazamiento provoca que esas personas se queden sin sustento, se rompan las cadenas de distribución de la alimentación y la crisis se intensifique. Uno de los casos más recientes ha sido la guerra civil de Etiopía en la que cientos de miles de personas se vieron abocados a la hambruna y millones de personas se encontraban en riesgo de seguridad alimentaria. El hambre, además, es utilizada como arma de guerra. La región más afectada fue la de Tigray, ubicada al norte del país, en la que el gobierno central no permitía el paso de la ayuda humanitaria necesaria para socavar las fuerzas del Frente de Liberación Popular de Tigray (TPLF).
El 27 de mayo, los jefes de Estado de la Unión Africana se reunieron para tratar de abordar la inseguridad alimentaria. Actualmente de los 1.400 millones de habitantes de África, unos 282 millones sufren desnutrición. En los documentos preliminares la organización señala a los conflictos, al terrorismo y al cambio climático como principales causantes de la situación
El Cuerno de África se enfrenta a su peor sequía en décadas
En 2022 el Cuerno de África se enfrenta a la peor sequía en 40 años: durante tres temporadas de lluvias apenas se han dado precipitaciones. Las temporadas de sequía son habituales en la región, pero la duración de la misma excede los límites de la normalidad. Los expertos han achacado estos acontecimientos al cambio climático que favorece los fenómenos extremos. Antes de 1999 la región solía tener dos temporadas de lluvias, una corta entre octubre-diciembre y otra más larga que se extendía desde marzo hasta mayo. Si bien cada cinco o seis años la zona sufría un periodo de sequía al fallar una de estas dos estaciones, con el paso del tiempo este contratiempo empezó a ocurrir cada dos o tres años.
La población depende de las precipitaciones para su supervivencia por motivos evidentes. Si no llueve las cosechas se arruinan y el ganado se muere de hambre y sed. La población se ha visto obligada a desplazarse para buscar las lluvias, pero esto aumenta las tensiones internas debido a la competición por los recursos existentes. De acuerdo con Naciones Unidas, la “prolongada falta de agua genera desplazamientos masivos en una región de por sí afectada por los conflictos, la inseguridad y la crisis derivada de la pandemia de COVID-19 (…) la emergencia aumenta el peligro de estallidos de violencia en Kenya, Somalia y Etiopía”
La sequía tiene efectos devastadores para la población. La oenegé Save the Children, por su parte, advierte lo siguiente: “Somalia está al borde de la hambruna. La falta de alimentos y agua han provocado que muera el ganado, su principal medio de vida, y ha hecho que muchas familias hayan tenido que huir de sus hogares. La sequía está haciendo que en países como Etiopía muchos niños tengan que abandonar la escuela, haciendo que los casos de matrimonio forzado y migración sean cada vez más frecuentes. En Kenia más de 1,25 millones de personas necesitan urgentemente alimentos, y se espera que la cifra aumente hasta 3,5 millones en los meses de verano”.
Los Gobiernos del Cuerno de África han tratado de movilizarse para hacer frente a esta crisis. El ejecutivo de Kenia ha declarado la sequía como desastre nacional desde principios de septiembre de 2021. Esto implica aumentar los subsidios para las familias para ayudarles a comprar alimentos y otros productos básicos. Sin embargo, este apoyo económico no llega a toda la población. Seis meses después el presidente Uhuru Kenyatta declaraba que se habían liberado 16 millones de dólares que habían ayudado a 2,3 millones de personas de 53,77 millones que tiene el país.
Conflicto Rusia-Ucrania
La invasión de Ucrania por parte de Rusia iniciada el 24 de febrero de 2022 ha sacudido la economía mundial. Los alimentos son una fuente muy importante de poder que puede determinar el transcurso de una guerra. El conflicto ha tenido importantes repercusiones en las cadenas mundiales de distribución de alimentos.
Rusia y Ucrania son importantes distribuidores de productos agrícolas y otros recursos naturales como el petróleo.El trigo y otros cereales se han posicionado como bienes estratégicos a nivel mundial ya que debido al conflicto ambos países han reducido considerablemente sus exportaciones. Ucrania exportó 2.900 millones de dólares en productos agrícolas al continente africano en 2020. El 48% era trigo, el 31% maíz, y el resto incluye aceite de girasol, cebada y soja. Al mismo tiempo Rusia exportó un volumen de productos agrícolas equivalente a 4.000 millones de dólares. El mundo ha emprendido una búsqueda frenética por encontrar alternativas para tratar de inyectar oferta al mercado para evitar la subida extrema de precios. Sin embargo, muchos Estados han impuesto restricciones a las exportaciones de diversos productos. Un total de 23 países -como India, Indonesia o Malasia- han puesto controles a la exportación de alimentos, alcanzando los niveles de proteccionismo vistos en 2008. Las medidas adoptadas hicieron que se dispararan todavía más los precios y la inflación.
La interrupción de los suministros ha afectado especialmente al continente africano. La crisis alimentaria no afecta solo a la región del Cuerno de África ya que el Sahel y el norte del continente se han visto afectados. Egipto, por ejemplo, importaba el 90% del trigo desde Rusia. También es importante destacar el caso de los países que poseen algunos de los valiosos recursos, pero estos han sido dirigidos a exportaciones, más beneficiosas, en detrimento del consumo interno. Este ha sido el caso de Nigeria, uno de los mayores productores de petróleo de África que se ha enfrentado a apagones masivos en el país porque las centrales han quedado desabastecidas de combustible.
Los cereales constituyen la dieta básica de una parte importante de la población africana . El incremento del precio del grano supone una mayor dificultad para su adquisición, las familias se empobrecen y la maltrecha economía de los países se retrae. Al mismo tiempo es un elemento generador de tensiones, en países como Sudán ya ha se han producido manifestaciones en contra del elevado precio de los alimentos y el combustible. Actualmente en el Cuerno de África se dan situaciones políticas de gran tensión en la mayoría de países en los que ya existía un importante descontento. Los ejemplos más claros son los de Sudán en los que existe una dictadura militar con un proceso de transición estancado y Etiopía que se ha visto envuelta en una cruenta guerra civil.
Desde el comienzo de la guerra, Rusia ha bloqueado los puertos de Ucrania impidiendo que salgan los productos alimentarios que tanto se necesitan. Ucrania supone un importante exportador de alimentos a nivel mundial y en especial para África en 2019 supuso el 42% de las exportaciones globales de aceite de girasol, así como el 16% por ciento de las exportaciones de maíz, el 9% de las exportaciones de cebada y el 9% de las exportaciones de trigo. Estados Unidos calcula que podría haber 20 toneladas de trigo paralizadas en los puertos ucranianos y se están buscando alternativas para su salida del país, aunque es una operación que plantea una gran dificultad.
Como ya comentábamos anteriormente, los alimentos constituyen una importante herramienta de poder e influencia que en este conflicto están ocupando un papel protagonista. Tras la invasión de Ucrania, Occidente reaccionó en contra condenando la agresión e imponiendo numerosas sanciones, pero la respuesta no ha sido igual en todo el mundo. Los países africanos tienen sus propias estrategias, objetivos y alianzas que pueden diferir de las que existentes en Europa o Estados Unidos. Los gobiernos africanos tratan de mantenerse neutrales en los conflictos entre grandes potencias, pero al mismo tiempo se encuentran en un dilema estratégico. Rusia ha aumentado significativamente su influencia en África en diversos ámbitos en los que se encuentran el comercio de alimentos. En la actualidad, no obstante, las sanciones contra la potencia euroasiática dificultan el comercio bilateral, lo que resulta perjudicial para los países africanos. Por otro lado, si toman una postura en contra de Rusia, el Kremlin podría emprender acciones como represalia.
Una acumulación de problemas
El continente africano se enfrenta a una grave crisis humanitaria en la que miles de persona están en peligro de morir de hambre. Desde 2020 se han dado una serie de factores que han ido acumulándose hasta formar el caldo de cultivo perfecto para que produzca dé esta situación. Las oenegés han denunciado la escasez de medios para luchar contra la emergencia humanitaria y que podría haberse evitado. Las crisis de hambre hacen que el resto de problemas a los que se enfrenta la región, como el yihadismo o crimen organizado, se agudicen y resulte más complicada su erradicación.
Al mismo tiempo es un causante de tensiones sociales y en varios países de la región hemos podido ver protestas contra el incremento del precio de los alimentos. La primavera árabe es uno de los casos más paradigmáticos en los que la pobreza y el hambre conducen a protestas sociales masivas que pueden acabar en el derrocamiento de gobiernos. Sería esperable un aumento de las convulsiones sociales de una población que ya estaba descontenta y que se ha vuelto imposible conseguir alimentos.
Autoría: Andrea Chamorro
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