Los ataques israelíes contra la Franja se reanudaron el viernes a primera hora, después de una semana de pausa que ha supuesto un respiro para la población, pero no ha mejorado la desesperada situación humanitaria en Gaza
Las bombas han vuelto a caer sobre la Franja de Gaza el viernes a primera hora. Los hombres no han podido disfrutar de otro viernes de calma, en el que acudir a la mezquita en su día sagrado, ni los niños han podido jugar en la calle ni las mujeres ir al mercado sin preocuparse de ser blanco de un ataque israelí o un ‘daño colateral’ de esta guerra que ha dejado más de 15.000 víctimas –incluidos más de 6.000 de niños–, cerca del 80% de la población desplazada y unas 300.000 viviendas totalmente destruidas o dañadas.
Los heridos han vuelto a llegar por decenas a los hospitales que están o bien fuera de servicio o funcionando al límite de sus capacidades por la falta de suministros y personal médicos, y de combustible para los generadores eléctricos.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha advertido de que los hospitales están sobrepasados y los pocos que siguen operando no pueden dejar de hacerlo: “El sistema sanitario en Gaza no puede permitirse perder ni un hospital más ni ninguna cama de hospital. Estamos muy preocupados por la reanudación de la violencia que podría destruir las instalaciones sanitarias, como ocurrió en el norte” de Gaza, ha admitido el representante de la OMS en los territorios palestinos ocupados, Richard Peeperkorn. En una rueda de prensa en Ginebra, ha explicado que en la zona norte de la Franja sólo quedan tres pequeños hospitales que apenas funcionan, mientras que en el sur de la Franja están completamente saturados. “Es como una película de terror, cuando entras [en un hospital] hay pacientes en el suelo con las heridas más graves que puedes imaginar, básicamente heridas de guerra (…) Muchos de los trabajadores han huído con sus familias o han sido asesinados. Los suministros no son suficientes”, ha descrito un representante de Emergencias de la OMS, Rob Holden, desde Gaza.
También desde un hospital del enclave palestino, el portavoz del Fondo de la ONU para la Infancia (UNICEF), James Elder, ha hecho un llamamiento a “los que tienen influencia”. En un vídeo publicado en su cuenta de X (antes Twitter), Elder muestra a un pequeño tumbado en una cama, inmóvil: “Este es Ahmed, tiene tres años. Su deporte favorito es el fútbol. El pie derecho de Ahmed fue amputado por la destrucción de su casa, donde miembros de su familia fueron asesinados hace pocas semanas. Los bombardeos han empezado de nuevo ahora. No podemos permitir que esta guerra contra los niños continúe. No podemos permitir que más niños de Gaza sufran como Ahmed”.
“Hoy, quienes están en el poder han decidido que se reanude la matanza de niños y niñas en Gaza”, ha denunciado en un comunicado. “Es profundamente inquietante escuchar cómo algunos han sido capaces de pasar por alto la trágica muerte de estos niños y ahora, hoy, parecen sentirse cómodos con los horrores -los ataques- que comienzan de nuevo”, ha lamentado y ha pedido detener esta “tragedia totalmente evitable”.
Más de cien muertos en pocas horas
Sin embargo, la realidad sobre el terreno indica todo lo contrario. El Ejército israelí ha anunciado que, desde el fin de la tregua a las 07:00 hora local (06:00 en España) del viernes ha atacado unos “200 objetivos terroristas” de Hamás en la Franja, donde en menos de doce horas fallecieron 110 personas, según datos del Gobierno gazatí, controlado por el grupo islamista. Entre los fallecidos el viernes, hay tres periodistas palestinos, los únicos que pueden informar sobre lo que ocurre dentro de Gaza.
“Con la continuación de la guerra de exterminio del Ejército israelí contra nuestro pueblo en Gaza, la vida se ha detenido rápidamente y por completo”, ha afirmado el portavoz de la Oficina de Comunicación del Gobierno local en una rueda de prensa tras la caída del sol. También ha recordado que miles de cadáveres continúan bajo los escombros y que los equipos de rescate no han podido sacarlos durante la tregua debido a que los vehículos y maquinaria que no han sido destruidos en ataques israelíes no tienen gasóleo para funcionar. Los camiones cisterna con combustible que han accedido a la Franja desde Egipto en los pasados siete días, a pesar de ser muchos más que los que entraban antes del cese de hostilidades, no han podido cubrir las enormes necesidades de la población y de las infraestructuras más básicas como hospitales y refugios.
El Gobierno de Gaza también ha responsabilizado a Israel y a la comunidad internacional, “en concreto a la Administración estadounidense”, de la “guerra brutal que ha lanzado el Ejército israelí”. Precisamente, el secretario de Estado de EEUU, Antony Blinken, visitó este jueves Israel y se reunió con el llamado gabinete de guerra (formado después del ataque de Hamás del 7 de octubre), lo cual ha sido interpretado como el beneplácito de Washington a la reanudación de las operaciones militares y a los planes de Israel para extender su ofensiva hacia el sur.
Este viernes, el Ejército israelí ha publicado un mapa en el que se pueden ver centenares de pequeñas áreas en las que ha dividido la Franja y de las que ordenará la evacuación de los civiles “por su seguridad si fuera necesario” y ha pedido a los gazatíes que estén atentos a la información e instrucciones que vaya ofreciendo online, ignorando el hecho de que muchos no tienen conexión a internet ni electricidad, ni un lugar seguro al que marcharse.
EEUU había pedido a Israel que, en el caso de reanudar su ofensiva, estableciera un plan concreto para proteger a los gazatíes, que incluyera “la designación precisa de áreas en el centro y sur de Gaza donde los civiles pueden estar a salvo”. Sin embargo, esta fórmula no ha funcionado anteriormente, cuando Israel designó el territorio al sur del Valle de Gaza como ‘zona segura’ a la que debían marcharse los civiles, y continúo atacando las poblaciones al sur de esa frontera natural. Sus tropas se encuentran desplegadas al norte y han establecido un puesto de control por el que sólo permiten a los civiles dirigirse rumbo al sur, pero no regresar al norte. Durante la tregua, los incidentes que se produjeron se debieron precisamente a los intentos de los residentes del norte de volver a sus hogares, destruidos o dañados, y los soldados se lo impidieron y abrieron fuego en varias ocasiones.
Israel apunta hacia el sur
El Ejército ha dicho haber atacado este viernes las localidades de Rafah y Jan Younis, las dos más grandes del sur y donde se habían refugiados cientos de miles de personas en las semanas anteriores al alto el fuego, siguiendo las instrucciones de los militares israelíes. Según cifras de la ONU, 1,8 millones de personas –esto es, cerca del 80% de la población gazatí– ha abandona sus hogares desde el 7 de octubre hasta la fecha.
Pocas horas después de la ruptura de la tregua, aviones militares lanzaron octavillas sobre Jan Younis, advirtiendo de que ahora es considerada una “zona peligrosa de combate”. “Tenéis que evacuar inmediatamente e ir a los refugios en la zona de Rafah”, alertaban los folletos escritos en árabe.
La organización Médicos Sin Fronteras ha asegurado que “la situación humanitaria en el sur de Gaza es terrible e insegura”. “El desplazamiento forzoso de casi toda la población de Gaza a un espacio más pequeño y delimitado en el sur ha hecho que la densidad haya alcanzado cotas totalmente insostenibles”, ha agregado, recordando que antes de la guerra la Franja era uno de los lugares más densamente poblados, con 2,3 millones de habitantes.
La ONG ha explicado en un comunicado que “el sistema de salud de Gaza está colapsado. La población se ve obligada a vivir en condiciones insalubres y de hacinamiento, y muchas personas duermen al raso (…) La falta de espacio también es problemática porque, al igual que sucedió en el norte, los hospitales del sur se han convertido en refugio para miles de desplazados. El personal médico que trabaja en ellos está agotado, tanto física como mentalmente”.
MSF ofrece apoyo a dos hospitales sureños y en la zona central de Gaza, y a dos clínicas en Jan Younis, con personal palestino y con un equipo internacional que pudo acceder a la Franja el 14 de noviembre. En una de esas clínicas, la de los Mártires (que antes de la tregua atendía unas 250 consultas al día y ahora, 1.000 consultas), el 50% de los pacientes son niños menores de cinco años de edad, que sufren diarrea, infecciones urinarias y enfermedades de la piel, entre otras. “Estamos brindando apoyo de salud mental a todas las personas, especialmente a los desplazados internos”, dice una psicóloga de la ONG, Marwa Abu Al Nour. “Lo que más veo entre las niñas y niños son pesadillas, enuresis (mojar la cama), ansiedad y miedo”.
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