Aparece PISA y la opinión pública se vuelca en el debate educativo. Es un momento catártico donde se engordan titulares para confirmar los sesgos de quienes los escriben. En esta ocasión, destacan dos respuestas estereotipadas igualmente problemáticas y que se retroalimentan: atribuir los malos resultados al exceso innovador y al relajamiento de la exigencia, por un lado, y creer que no se ha ido lo suficientemente lejos en la implementación del marco competencial, por el otro.
Pero mientras discutimos sobre metodologías, atrapados en la oposición entre conocimiento y competencias, el neoliberalismo se encamina hacia una deriva neoautoritaria donde las políticas educativas que persiguen la eficiencia económica (las de la OCDE, impulsora de PISA) pueden sintetizarse perfectamente con nuevas fórmulas meritocráticas que aumenten la segregación y las desigualdades.
Para recuperar la iniciativa desde la izquierda a favor de una educación emancipadora es esencial rechazar tanto a los gurús que señalan al profesorado por exceso de trabajo memorístico en el aula y por falta de formación, como a los que recetan disciplina y cultura del esfuerzo. Son un peligro por separado y lo son por la posibilidad de combinar ambas recetas aparentemente enfrentadas pero que comparten una visión tecnificada de los problemas educativos: los abordan como una cuestión metodológica o de gestión tecnocrática, obviando la centralidad de los factores materiales y la escuela como agente de socialización democrática.
PISA como instrumento de intervención sobre el sistema educativo
La relevancia de este informe, que sufre importantes limitaciones técnicas como sistema de evaluación [1], no es la verdad que aporta, sino las transformaciones que impone. PISA es un gran instrumento de ingeniería social para dictar el objetivo de la escuela y del docente ideal: obtener buenos resultados en el logro de habilidades de matemáticas, lengua y ciencia. La lógica competencial se convierte así en la piedra angular del programa educativo neoliberal que modela los sistemas públicos para dirigir las habilidades a los desafíos de la economía global [2].
El criterio de un buen sistema educativo para PISA no es la capacidad de promover el pensamiento crítico, fortalecer los vínculos comunitarios, democratizar el saber o reducir las desigualdades, sino ser funcionales a la misión de la OCDE: promover políticas para el crecimiento económico y el comercio mundial. Un ejemplo paradigmático es la implementación de la formación profesional dual, donde la oferta es determinada por «el tejido productivo», o la introducción del emprendimiento y la educación financiera en los currículos de secundaria.
Es significativo que quince huelgas en la educación catalana en los últimos dos cursos, un indicador mucho más fiable de las carencias del sistema, no hayan hecho saltar las alarmas ni mover al gobierno y, en cambio, que inmediatamente después de los resultados PISA la consejera anunciara «diez acuerdos amplios a largo plazo» y pidiera «hacer piña para apuntalar el sistema educativo».
Alumnos favorecidos del programa neoliberal en educación
La introducción de los currículos competenciales no es más que la carcasa del plan. En el proceso de homogeneización internacional de los sistemas educativos, del que PISA es el ariete, Catalunya ha sido, como en los recortes, alumna aventajada. La aprobación en 2009 de la Ley de Educación de Catalunya (LEC) y su despliegue han sido un verdadero plan de choque para imponer el funcionamiento empresarial en la educación. El decreto de autonomía (2010) ha instaurado la competencia entre centros y reforzado la «libre elección»; el decreto de direcciones (2010) ha introducido la gestión gerencial y el «liderazgo pedagógico»; el decreto de plantillas (2014) ha permitido el control y homogeneización del profesorado con prácticas caciquiles, presión productiva y ha puesto en jaque la pluralidad de opiniones en los claustros. Y ya se está gestando el cuarto decreto: el de evaluación del sistema, para imponer nuevos mecanismos de control externo a la tarea docente.
En esta deriva, Escola Nova 21 y otros proyectos promovidos por fundaciones como la Bofill han actuado como herramienta propagandística para hacer tragar el paquete entero de reformas. La agenda de la OCDE ha tenido que revestirse de un discurso supuestamente progresista para superar las resistencias a sus recetas: «enfrentando pasado y futuro, tradición e innovación, inmovilidad y dinamismo» [3], y maquillándose con conceptos propios de la tradición catalana de renovación pedagógica, despojada ahora de todo contenido emancipador.
Al rellenar el discurso con propuestas aparentemente transformadoras (metodologías activas, trabajo cooperativo, interés del alumnado, romper el marco de las asignaturas a favor de la interdisciplinariedad, etc.), muchos docentes comprometidos y honestos han visto este enfoque como una oportunidad para superar las viejas formas de la escuela tradicional y trabajar en pro de un sistema más humano e inclusivo, o como la única vía para evolucionar en una carrera profesional encorsetada. Sin embargo, a pesar de la existencia de buenas prácticas, es necesario reconocer que el discurso de la Nueva Escuela ha sido funcional al neoliberalismo: ha facilitado la desinversión pública estructural, la autonomía gerencial, la digitalización, el mercado educativo y el filantrocapitalismo, pero no ha salvado a los docentes de ser señalados como responsables de todos los males.
Hay que recordar que Catalunya recortó en educación, durante los años postcrisis, cinco veces más que el conjunto de la UE [4] y que la red concertada se ha consolidado como un hecho diferencial respecto al entorno con un 31,5% del total de la matrícula [5]. Por ello, ser críticos con la lógica competencial, la LEC y Escola Nova 21 debe ir de la mano de dejar de tomar PISA como indicador y desechar los dictados de la OCDE, condición sine qua non de toda política educativa igualitaria.
El discurso neoautoritario en la educación
Sin embargo, la salida de emergencia no puede consistir en sacudir el polvo a viejas recetas y volver a entonar que la letra con sangre entra. En pocos días hemos podido escuchar a la RAE [6] proponiendo más enseñanza memorística, opinadores defendiendo que «la universidad no es para todos» y debemos derivar a quien «no quiera estudiar» hacia la FP [7], aprendices de brujo abrazando el amarillismo educativo hablando de «pedagogismo» o «happycracia» y Francia aprobando un paquete de medidas [8] que incluye segregar al alumnado por nivel y otros elementos propios de una escuela elitista.
Todas estas declaraciones no son casuales, se enmarcan en un efecto péndulo: las mutaciones del neoliberalismo hoy comienzan a pasar por un retorno al autoritarismo. Superada la fase de desregulación, vienen viejas recetas reaccionarias. Este enfoque es peligroso por muchos motivos, entre los que podemos destacar tres:
En primer lugar, oculta cuáles han sido verdaderamente las causas que nos han llevado hasta donde estamos y, por tanto, no permite superarlas. Hay quien nos quiere hacer tragar que en los últimos años las políticas educativas han seguido el dictado de «cuatro hippies» y la «ideología woke», cuando en realidad hemos bailado al dictado de las principales organizaciones económicas mundiales.
Sí, ha habido «excesos innovadores». El Departamento de Educación ha impuesto desde arriba recetas prefabricadas sin acompañarlas de los recursos necesarios al tiempo que proliferaban metodologías no directivas como «falsa alternativa» [9], propuestas que entienden la no intervención como oportunidad para la espontaneidad de los niños, pero permiten una reproducción de las opresiones presentes en la sociedad. Pero estos cambios en la práctica educativa han tenido un alcance limitado y son una anécdota comparada con las transformaciones sociales, económicas y de gestión sufridas en los últimos años por la escuela. Hay que recordar que los países con buenos resultados PISA de nuestro entorno son los que han profundizado en la lógica competencial [10] y el resto de medidas del paquete: más autonomía de centro, más liderazgo pedagógico, más digitalización, etc.
En segundo lugar, legitima la situación de las clases altas como un premio a su talento y no como una situación de privilegio heredada. Las generaciones de jóvenes actuales viven en un mundo más incierto, complejo y asfixiante que la mayoría de los señores que pretenden adoctrinarlos, pero resulta que el problema es que los estamos sobreprotegiendo y que no se esfuerzan lo suficiente, situando en la responsabilidad individual el éxito o el fracaso educativo. Una cosa es criticar la educación emocional enfocada a la resiliencia frente a un mundo injusto en lugar de abordar su transformación, otra es menospreciar por completo el bienestar del alumnado.
En tercer lugar, rechaza el papel de la educación en la transformación social. El summum de la perversidad es escuchar a la exconsejera Rigau, una de las principales responsables del infrafinanciamiento de la pública y la degradación de las condiciones laborales, acusando «el cambio climático y el feminismo» [11] de los malos resultados en PISA. Por su parte, el gobierno balear destinará 200.000 € a una oficina de comisarios políticos para controlar el adoctrinamiento ideológico [12]. Quieren una escuela alienante que no cuestione el orden de las cosas.
Hay discursos que son dos caras de una misma moneda: visión competencial y giro neoautoritario pueden sintetizarse perfectamente. Lo peor del mundo está a la vuelta de la esquina: un sistema que mantenga intacta la agenda neoliberal, pero que aumente la meritocracia, es decir, la segregación y las desigualdades. Es posible volver a un modelo que excluya del sistema al alumnado más vulnerable porque «no llega al nivel», que recupere instrumentos disciplinarios más afinados, que rechace la inclusión y menosprecie la educación en valores, etc., pero que siga recortando condiciones laborales, privatizando, manteniendo direcciones autoritarias y tasas de fracaso altísimas en un país donde los hijos de familias migrantes que no logran la ESO duplican la tasa de los que tienen padres autóctonos [13].
Salir de los atolladeros en el debate educativo
Me temo que en estas coordenadas del debate la posición de parte de la izquierda a favor de los contenidos y los conocimientos por encima de las competencias, por más que provenga de un análisis acertado, no tiene la capacidad de confrontar las políticas lesivas que vienen y puede llegar a ser funcional a la crítica neoconservadora.
Es necesario ser críticos con la desregulación curricular y defender currículos claros, con contenidos científicos y humanísticos de calidad que permitan la tarea docente sin un mar de burocracia programadora y sobrecarga evaluadora. Sin embargo, una cosa es criticar un enfoque competencial dirigido por la lógica del mercado y otra caer en la demonización y caricatura de cualquier alternativa o innovación metodológica.
Mientras privilegiemos debates como «proyectos contra clase magistral», dejamos en un segundo término la infrafinanciación, la privatización, la segregación, el modelo gerencial, las ratios, la falta de democracia en los claustros o las condiciones laborales. Es precisamente en estos elementos que debemos centrar el foco. Para garantizar el acceso masivo a la educación y al conocimiento, la verdadera fórmula no es ni más lógica competencial ni más elitismo, sino una educación plenamente inclusiva, que trabaje por superar las divisiones y opresiones que atraviesan la comunidad educativa.
El objetivo debe ser una repolitización de la cuestión educativa desde una apuesta igualitaria, popular y democrática que garantice la emancipación de todo el alumnado y esté en manos de los trabajadores (dignificando su tarea), ya que la verdadera renovación pedagógica solo puede forjarse en claustros y comunidades educativas fuertes, donde haya debate pedagógico, tiempo de coordinación y menos burocracia.
Para hacerlo necesitamos alianzas: entre sindicalismo educativo, de trabajadores y de alumnado, asociaciones de maestros y familias y todos aquellos actores que quieran hacer frente tanto a la ingeniería social de PISA como a la nostalgia de una autoridad perdida, a favor de una pedagogía respetuosa con la diferencia donde cualquier aprendizaje implique aprender a pensar por uno mismo junto a otros [14]. Y necesitamos alianzas que vayan más allá de la educación, porque la escuela no puede resolver todos los problemas del mundo ni subvertir por sí sola las desigualdades estructurales del sistema.
Andreu Mumbrú Fuxet es profesor de filosofía y coordinador de acción sindical de USTEC•STEs (IAC).
Artículo original escrito en catalán, traducción: viento sur
Notas:
[1] Sirera, C. (2015): La sinrazón de PISA.
[2] Martínez, I. (2022): Una arqueologia de les competències bàsiques: l’educació com a protocol per unes identitats predictibles.
[3] Díez, X. (2016): L’Escola Nova 21: unes preferents educatives.
[4] Los recortes en educación en Catalunya fueron proporcionalmente más intensas que en el conjunto de España. https://www.catalunyapress.cat/texto-diario/mostrar/497935/retallades-educacio-catalunya-proporcionalment-mes-intensos-conjunt-despanya
[5] Fundació Bofill. (2022): Infografia: L’escola concertada a Catalunya, en dades. https://fundaciobofill.cat/blog/escola-concertada-catalunya-dades
[6] La RAE señala problemas en la enseñanza de la lengua: poca memorización, sin profesores especialistas y ‘alerta’ Chat GPT. https://www.ondacero.es/noticias/sociedad/rae-senala-problemas-ensenanza-lengua-poca-memorizacion-profesores-especialistas-alerta-chat-gpt_20231214657b37dcd7b0c300018df62f.html
[7] Daniel Arias Aranda: «Un examen de l’any 2000 avui no l’aprovaria ningú». https://www.ccma.cat/3cat/daniel-arias-aranda-un-examen-de-lany-2000-avui-no-laprovaria-ningu/audio/1191713/
[8] Francia separará a los alumnos por niveles después de descender casi tanto como Catalunya en PISA. https://www.ccma.cat/324/franca-separara-els-alumnes-per-nivells-despres-de-baixar-gairebe-tant-com-catalunya-a-pisa/noticia/3265137/
[9] Pérez, A. (2022): Las falsas alternativas, Pedagogía libertaria y nueva educación. Virus Editorial.
[10] Estonia e Irlanda lideran los resultados de PISA en la UE. ¿Qué puede aprender España del éxito de estos dos sistemas educativos? https://www.magisnet.com/2023/12/estonia-e-irlanda-lideran-los-resultados-de-pisa-en-la-ue-que-puede-aprender-espana-del-exito-de-estos-dos-sistemas-educativos/
[11] Irene Rigau, sobre los resultados del informe PISA: «El sistema està desorientat». https://www.elnacional.cat/ca/politica/irene-rigau-resultats-informe-pisa-sistema-desorientat_1132311_102.html
[12] El PP cede ante Vox y destinará 200.000 euros a inspeccionar a los colegios contra las «intromisiones ideológicas» en Balears. https://www.eldiario.es/illes-balears/politica/pp-cede-vox-destinara-200-000-euros-inspeccionar-colegios-intromisiones-ideologicas-balears_1_10765267.html
[13] Santolino, M. (2023): Això no és Suècia, ni la Floresta.
[14] Casanovas, M. (2021): Educació i emancipació. A propòsit d’un llibre de Marina Garcés.
Referencias:
Cañadell, R. (2019): El perquè de les competències bàsiques, https://diarieducacio.cat/el-perque-de-les-competencies-basiques/
Casanovas, M. (2020): La lógica competencial como fundamento del currículo neoliberal https://www.elsaltodiario.com/vientosur/la-logica-competencial-como-fundamento-del-curriculo-neoliberal
Casanovas, M. (2021): Educació i emancipació. A propòsit d’un llibre de Marina Garcés. https://catarsimagazin.cat/educacio-i-emancipacio-a-proposit-dun-llibre-de-marina-garces/
Díez, X. (2016): L’Escola Nova 21: unes preferents educatives. https://blocs.mesvilaweb.cat/xavierdiez/lescola-nova-21-unes-preferents-educatives/
Fundació Bofill. (2022): Infografia: L’escola concertada a Catalunya, en dades. https://fundaciobofill.cat/blog/escola-concertada-catalunya-dades
Martínez, I. (2022): Una arqueologia de les competències bàsiques: l’educació com a protocol per unes identitats predictibles. https://www.realitat.cat/2022/06/una-arqueologia-de-les-competencies-basiques-leducacio-com-a-protocol-per-unes-identitats-predictibles/
Pérez, A. (2022): Las falsas alternativas, Pedagogía libertaria y nueva educación. Virus Editorial.
Santolino, M. (2023): Això no és Suècia, ni la Floresta. https://directa.cat/aixo-no-es-suecia-ni-la-floresta/
Simón, O. (2023): Sobre l’informe PISA. https://nautilusmarxiani.wordpress.com/2023/12/11/sobre-linforme-pisa/
Sirera, C. (2015): La sinrazón de PISA. https://simicar.blogs.uv.es/2015/03/10/la-sinrazon-de-pisa/
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