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08 agosto 2016

Uruguay y la guerrilla sesentista



Contentarnos por la labor de posta portenia revolviendo el avispero de la cuestión política, social, de la dictadura, de la crisis que fue carcomiendo al Uruguay desde por lo menos mediados del s XX.

p.p. no ha tenido pelos en la lengua con tirios y troyanos y ha puesto siempre por delante la libertad de expresión en lugar del pensamiento correcto o la censura. El riesgo es cierta irresponsabilidad o mano pesada anónima, pero entiendo que p.p. ha salido airosa de semejante prueba.

Y en particular, otro reconocimiento a Ricardo por su “Persistencia de la impunidad y terrorismo de estado democrático”, ya sugerente desde el mismo título.

Asì que felicito de corazón el aire fresco de los dos Ricardos.

Me hacer acordar la frase de un grupo editor francés, Bélibaste, “Un gaullista discute todo salvo un discurso de de Gaulle; un marxista discute todo salvo un texto de Marx; un anarquista discute todo.”

Si no fuera falso para la cofradía anarquista, sería espléndido.

Bueno, al grano.

He leído muchas contribuciones esclarecedoras o enceguecidas; agrego a las de Ricardo, textos de Cariboni, Moyano, Mau-Mau, c.e.r., Marchese, Pelusa, Zabalza y hasta Mujica… y muchos más.

Lo que yo veo a lo largo de tantas contribuciones es la ausencia, la más que llamativa ausencia de lo que es, de lo que fue, a fines de los ’50, el protagonista de la política uruguaya (y “latinoamericana”). Cuba. La Cuba de Castro.

Cariboni tiene un enjundioso abordaje, es prácticamente un libro de 120 mil espacios, “Documentos de FAU-1972”, criticando con vehemencia al foquismo, analizándolo y destripándolo. Estimo, por el contexto, que sería un trabajo de noviembre de 1972, cuando “los tupas” estaban definitivamente vencidos, aunque todavía no conocíamos lo que sería el monstruoso revival con la búsqueda de acuerdo con “los peruanistas”; una especie militar de ardua verificación en la realidad uruguaya, nuestra, de entonces. Me acuerdo del sensato cartel de algún CAT: ‘El Ejército tortura. Sigue torturando.’ A los hipotéticos aliados, caramba…

Cariboni analiza con enorme detalle diferencias entre reformistas y revolucionarios, el papel (principal) de la guerrilla y a la vez la insuficiencia estructural de apostar solo a la guerrilla para acercarse a la revolución (socialista). Con cierto pudor, tiende a distinguir la estructura y consistencia de su organización (partido, entonces Federación Anarquista Uruguaya, con el tiempo OPR-33/ROE y más adelante PVP). Explica la diferencia entre un guerrillerismo desclasado, quiero decir sin anclaje principal en la clase obrera (el MLN) y otro afincado en la clase obrera (la FAU). Desbarra en algún momento, incursionando en ejemplos internacionales confundiendo al sionismo con un movimiento de liberación nacional (ésa es exactamente la autodefinición, pero ¿desde cuándo analizando fenómenos tenemos que aceptar lo que dicen algunos “actores” de sí mismos?)

Y bien, ni en el análisis de Cariboni, ni el de Ricardo, para centrarme en los más extensos y recientes que he leído, aparece Cuba.

Sin embargo, fue Cuba, la derrota con huida de Batista, lo que reconfiguró la izquierda en nuestro país (y en varios otros…). En el movimiento estudiantil universitario, por ejemplo, el cimbronazo fue formidable.

La FEUU, con sus “gloriosas” luchas, por el tercerismo durante la 2GM, enfrentando al nazismo y a Los Aliados (posición única en el país que le granjeó el tilde de ser nazi para los de El País, de luchar por la autonomía universitaria en 1951 mediante una prolongadísima huelga y por la “Ley Orgánica” en 1958, cuando se le quiebra el espinazo político al batllismo tras 93 años de gobierno casi ininterrumpido, y ya antes, enviando voluntarios milicianos a luchar en España durante la guerra civil 1936-1939.1

Esa FEUU, durante décadas estuvo orientada por anarquistas, casi todos de la vertiente antiespecífica, es decir refractarios a toda organización política “anarca” (que recibieron con tibieza o frialdad el surgimiento de la FAU a mediados de los ’50).

Cuando se produce el desmoronamiento por la acción guerrillera de una dictadura de las más odiadas de América Lapobre, el sacudón fue formidable. Y es el comienzo del cambio de dirección de la FEUU. Por un tiempo coexistirán “federalistas” y “unitarios”, pero siempre la exmayoría achicándose y la minoría, “unitaria”, fortaleciéndose.

En abril de 1959, cuando todavía los resortes políticos de la FEUU estaban en manos de “los anarcos” se produjo un hecho que para mí ─apenas ingresado a los veinte─ fue sustancial. Los anarquistas, dentro del estudiantado eran (éramos) una ínfima minoría. Menos que los comunistas que también eran muy minoritarios (pero no tanto). Los anarquistas conservaban una sustanciosa cantidad de secretarías y direcciones gremiales de los centros estudiantiles mediante el ejercicio de un celoso federalismo y una marcada resistencia ideológica a dirigentes “dirigentistas”. En la FEUU coexistía otras minorías aun menos pesantes; socialdemócratas, batllistas, católicos (y hasta algún monárquico traspapelado). Pronto iban a aparecer, como reacción al cubanismo en ascenso, demócratas de franca derecha.

La FEUU es la organización (gremial) que invita, en abril de 1959, a Fidel Castro a visitar Uruguay, mejor dicho Montevideo. Ningún otro partido político ni sindicato (muy controlados por el PC) acompaña a la FEUU.

La FEUU organiza el acto “de masas” en la Explanada Municipal. Y diseña la estructura del acto: con una tarima, donde primero hablará, introducirá el secretario general de la FEUU, Alfredo Errandonea (anarco) y tendrá como orador de fondo a Fidel Castro. Cuando está por iniciarse la parte oratoria, con “la muchedumbre” reunida, y Alfredo, un hombre recio de por lo menos cien kilos va a subir los dos escalones, es interferido e impedido por los gorilas cubanos, de Castro. Alfredo no cede graciosamente, pero Fidel pasa a su lado, se sonríe condescendiente y la dice: ─¡Otra vez tú, chico!

Para un anarco que estaba aprendiendo democracia interna, respeto de las minorías, lucha contra la burocracia y los mandamases, fue un trago amargo. En realidad, fue intragable.

Encima: la soberbia diz que revolucionaria. A mediados de los ’60 declara Fidel Castro: Y, desde luego, el defecto principal de la guerrilla en América Latina ha sido la falta de experiencia [enfático] y esa falta de experiencia [sic] se va adquiriendo con el tiempo. Naturalmente que hay algunos latinoamericanos que tienen bastante experiencia sobre eso como es el caso del comandante Ernesto Guevara. Yo no tengo la menor duda de que en cualquier país, en cualquier frente guerrillero de América Latina, donde puedan contar con la cooperación del comandante Ernesto Guevara, se van a seguir al pie de la letra los principios fundamentales de la lucha guerrillera y será un buen ejemplo para demostrar cómo cuando se aplica de manera consecuente la técnica correcta en el arte de la lucha guerrillera no hay fracaso posible." 2

Esto declara Fidel Castro muy pocos meses antes de Ñancahuazú, que probablemente ya conocía. Sabemos que promoviendo la mera reiteración de la experiencia cubana en el resto americano jamás se triunfó, aunque dejó una estela pavorosa de muertos. Las excepciones fueron Nicaragua o Colombia donde había habido algún tipo de lucha violenta antes del volcazo cubano. La “tirada pedagógica” de Castro es un ejemplo casi puro de soberbia y mentecatez (Fidel fue cambiando poco a poco esa posición tan ombliguista).

Entiendo que el ejemplo cubano generó un espejismo más o menos generalizado en el subcontinente. No hay que extrañarse. Por razones locales; nos sacaba del marasmo de una izquierda o varias izquierdas que no avanzaban, que se malograban en el reformismo y en el doble discurso estalinista (que era de derecha y de izquierda, dependiendo del sitio y las circunstancias) pero también por razones más universales; porque un triunfo inesperado y neto como el de Cuba a partir de 1959 pellizcándole el poder al sistema global dominante con sede en EE.UU., resulta muy atractivo: pensemos que tras el golpe de estado bolchevique (que la hagiografía bolchevique califica de “revolución”) hubo una serie de intentos de repetir, reiterar, el proyecto en muchos estados europeos… todos fallidos. La conmoción fue seria, tanto como para que los poderes imperiales con eje en EE.UU. tomaran nota y securizaran toda la región…

¿Por qué los análisis que venimos comentando ponen el acento en los desarrollos endógenos y este convidado de piedra que traigo a la palestra, expresa algo opuesto, la importancia de un factor exógeno condicionando y configurando la política, y la política radical, revolucionaria, de nuestro país (y, ya dijimos, del subcontinente)?

En primer lugar, una mera cuestión del campo de análisis; no sé si por edad o por pertenencia partidaria, casi todos los abordajes de los que p.p. ha sido asiento acogedor se centran en la década del ’70; estoy tratando de ubicar con mayor precisión el curso histórico y por eso trato de orientar el análisis hacia la década de los ’60.

Hago un somero y por demás incompleto recuento más o menos cronológico: la guerrilla cubana triunfante se inicia en 1956 y se constituye gobierno en 1959, y en 1958 Gagarin, astronauta, demuestra que la URSS ya no está a la zaga de EE.UU. en ese aspecto; el derribo del U2, avión espía yanqui en territorio soviético acaece en 1960; los primeros pinitos “subversivos” en este Uruguay son de muy a comienzos de los ’60 (Comandos del Hambre, MAC); la “crisis de los misiles” en Cuba, 1962; el asesinato de Kennedy y la secuela de asesinatos conexos arranca en 1963; la primera dictadura militar moderna latinoamericana, Brasil, 1964; la “Revolución Sexual de la Mujer” irradiando desde EE.UU. campea a lo largo de la década; en 1966 estalla la “Revolución Cultural” china manejada a control remoto por Mao Tse tung; a mediados de los ’60 se generaliza la descolonización africana que es todo menos una independencia y Fanon, martinico, psiquiatra, afro nos muestra una vez más, magistralmente, el rostro racial del “imperio”; la llamada Tricontinental (igualando pueblos aborígenes asiáticos y africanos con nuestro engendro más europeo que originario en la mal llamada América Latina) es de 1966; en 1967 asesinan al Che y al año siguiente estalla el mayo del 68 francés y la estremecedora matanza de Tlatelolco en México a cargo del PRI… a lo largo de los ‘60 y hasta 1975, EE.UU. procura someter militarmente a Vietnam y, entonces, fracasan…

Todo eso, fue configurando nuestro imaginario social de entonces. Entiendo que ceñirnos a factores endógenos, es menos real, aunque nos deje mejor plantados…

Pero vayamos por partes. El Uruguay es un país con una impronta colonial indubita-ble. Nos guste o no, eso está en el origen. Así como el exterminio de los pobladores de este mismo territorio. Que serían muy sencillos, “primitivos”, pero para nada salvajes.3

¿Cuál es el rasgo dominante de un país con tal impronta colonial? Incapacidad para tener agenda propia. Que su política se rija desde afuera, desde el centro colonizador.

Basta ver cómo funcionan hoy los medios de incomunicación de masas para darnos cuenta: todo english, todo Hollywood, Uber, Trump, Hillary, app, los TPP, la OMC, hacernos entrar al ALCA por la ventana, el engendro que había sido expulsado por la puerta en Mar del Plata en 2005 ante la impotente presencia de Bush, el presidente estadounidense que repitió mandato con fraude. Y mucho más… las pasteras, Pokemon… ésa es nuestra agenda cotidiana.

Incluso el batllismo que en la primera década del s XX pareció darle al Uruguay un perfil propio, y muy llamativo en el mundo occidental, lo hizo desde una realidad de base colonial. Primero, porque el modelo de JByO era la Suiza europea (y muy poco después los batllistas inaugurarán una neodependencia renovada; rompiendo con el Reino Unido y ligándose a EE.UU.), pero segundo y principal porque fabricó un “estado del bienestar” a medias. Para la capital y algunos entornos (Salto, luego Paysandú, Punta del Este…). Cuando una vez ─en los ‘70─ un historiador sueco me remarcó, como felicitándome, que éramos oriundos de los únicos países con un estado de bienestar en el s. XX, no tuve más remedio que ─conociendo a Suecia como país, y sabiendo incluso de su orgullo eurocéntrico─ aclararle que lo de Suecia era un estado de bienestar nacional, pero que el de Uruguay (ya con dicho “estado de bienestar” en franca descomposición) había sido concebido para medio Uruguay; el otro, el rural, el de “los pueblos de ratas”, como algunos “sociólogos” montevideanos calificaban a los rancheríos del campesinado despojado, ese Uruguay no era de bienestar…. Nuestro país estaba tan escindido por su raíz colonial que ni siquiera el batllismo tan, pero tan “progresista”, estimó valioso o deseable construir un país para todos…

Y bien: en países de origen colonial, muchos por no decir la inmensa mayoría de los desarrollos culturales, políticos, ideológicos, vienen de afuera. Pero así nos llegó la Cuba revolucionaria. Con deslumbramiento. Y así se fue generando la nueva agenda política revolucionaria, guerrillera. Claro que también por solidaridad internacionalista; los fenómenos sociales suelen ser complejos.

La omnipresencia de “la Cuba socialista” y el guerrillerismo allí triunfante como “zanahoria” revolucionaria es, a mi modo de ver, decisiva para cuestionar buena parte de los análisis planteados.

Cariboni asegura, en 1972, a la vista de la insoslayable derrota tupamara, que; “La derrota de hoy no es tampoco el fin de la lucha armada. Ésta existe y existirá como un nivel de lucha de clases mientras el proceso económico-social y político de nuestro país se siga dando en los términos actuales. Porque ese nivel de lucha armada surge como una necesidad planteada por las características del proceso de deterioro económico-social y político al que no le han encontrado ni le encontrarán salida las clases dominantes.”

Se equivocó Cariboni. Incluso cuando apostrofa al futuro, ahora, con el diario del lunes, sabemos que muy pocos años después todo su fraseo era papel mojado.

Algunos pasajes del trabajo de Cariboni son francamente indigestos. El autor cita a Régis Débray para quien Uruguay y Chile tienen dificultades para iniciar la lucha armada a diferencia “de la casi totalidad de los países sudamericanos” “como consecuencia de su subdesarrollo y atraso.” Nos dice Cariboni. ¿Tengo que entender que, por ejemplo, Paraguay, Perú, Honduras, eran menos subdesarrollados y menos atrasados que Chile y Uruguay? La incongruencia manifiesta que blande Cariboni para “explicar la situación de Chile y Uruguay nos revela cuan implantado “estaba el chip” de modernidad y desarrollo (y bien lineales).

Cariboni narra en 1972 la simple espiral que trazaba el Che: “En la medida en que la guerrilla fuera operando con intensidad mayor, a niveles más altos, la represión se iría endureciendo, se iría generalizando. En la medida en que la dura represión, generalizándose, afectara a un sector cada vez más amplio de la población, mayores serían las simpatías que concitaría el foco y mayores, por lo tanto, sus posibilidades de desarrollo[…].” Osvaldo Bayer cuenta que durante su visita a Cuba en 1960, fueron recibidos por el Che. Quien, paseándose entre los visitantes, en general deslumbrados, y sobre todo deslumbradas, contaba cómo hacer el foco (y la revolución); primero, una requisa del arma de reglamento a un policía suelto, luego, una operación algo mayor, en un retén, luego ya aprovisionados con armas, la toma de una comisaría y así sucesivamente con golpes y acciones cada vez mayores hasta “desequilibrar”. Osvaldo preguntó: ─pero, ¿y las fuerzas represivas?, ¿acaso no actúan? El Che desde una distancia psíquica insondable replicó: “─son todos mercenarios.” Siendo muy medido, habría que decir que NO conocía a las fuerzas represivas. Como bancario, conocí un policía privado (de los varios del banco en que trabajaba), que prometía que jamás se iba a rendir a guerrilleros. Se apedillaba Bobadilla [sic].4 Y tuvo su día: cuando el FARO quiso copar el Banco Comercial, resistió (insensatamente, estaba rodeado) y fue acribillado. No recuerdo si malogró el copamiento o murió gratuitamente. Era mercenario, sí. Pero entregaba la vida. Un detalle que Guevara, con su propia conciencia de clase, desestimaba.

No quiero glosar ahora a Cariboni. Mi impresión es que rinde tributo a una glorifica-ción de la guerrilla que no tiene que ver con la guerrilla históricamente considerada (ejército de pobres, de sojuzgados) sino con la guerrilla guevarista o mejor dicho castrista. Que ya hemos recorrido por varios sitios de nuestra geografía continental.

Ricardo, a su vez, hace muy buenas críticas a la política de “conciliación” mediante la “caducidad de toda pretensión punitiva”, va un paso más: no es conciliación por coincidencia; es crudo y duro acuerdo entre bambalinas. Desnuda la mitología alrededor de “los 9 rehenes” (los reales no son todos varones, ni tan pocos, nos explica). Uno ve en esas interesadas versiones del MLN oficial, el intento de escamotear las tratativas entre militares y tupamaros. Que fueron más “serias” que las que procuraron ensayar los comunistas con los militares, porque estos últimos rechazaron mucho más “el cuco comunista”. Muchos jerarcas sindicales del PC no tuvieron más remedio que entrar a la clandestinidad el 29 de junio de 1973; hacía ya 48 horas que se había declarado la huelga general refleja y los “camaradas” todavía seguían buscando una entente con el ejército, el que estaba aterrorizando a la población….

Los militares estaban ideológicamente condicionados (por EE.UU., la Escuela de las Américas) contra “el cuco comunista”. La guerrilla, les despertaba cierta simpatía por el lado del machismo, menguada, pero simpatía al fin. Hubo hasta ensayos ideológicos, como los de un torturador, Jorge Tróccoli, buscando un encuentro entre “los hombres armados”. Una comunidad de armas…, un aprender a ver a través del cañón de la pistola… De hecho, la propuesta de Mujica que tan bien destripa Ricardo sobre la escultura con armas fundidas, va en el mismo sentido. De élite a élite, diríamos.

Ricardo confirma muchas verdades, por ejemplo sobre la facilidad en la izquierda para la usurpación de la representatividad (como nosotros glosamos en la anécdota de la explanada con Fidel Castro): “Los Huidobro y compañía nunca pidieron permiso para actuar en nombre de los de abajo.” (2ª. nota).

Ricardo pone el acento en ‘las traiciones del aparato tupamaro, por ejemplo, conso-lidando la dictadura’. Yo no insistiría en traiciones (que también las hubo, como tantos analistas lo han destacado en febrero de 1973 y de allí en adelante…).

No porque no existan ni haya que ignorarlas, pero porque los métodos “puros y propios” del MLN iban ya en un camino que engendra dictadura (claro que estaba todo tan lejos, tan en pañales, que no es fácil verlo). No me refiero sólo a la aspiración a una dictadura proletaria y al resultado inesperado de una dictadura del capital transnacional.

Cuando en abril de 1970 el MLN hace unos de sus copamientos habituales para leer una proclama en una empresa de plásticos en el operativo se les escapa de la red un sereno, de origen europeo oriental, que mientras los tupamaros arengan al personal reunido al efecto, llama a la policía….

El copamiento es, como siempre, rápido. Los tupamaros vinieron en tres vehículos. Y el primero llega a retirarse sin problema ni ulterioridades. Pero los otros dos se topan con el ingreso policial. Un segundo vehículo escapa pero choca y es alcanzado; detenido su conductor y seguramente todos los ocupantes. El resto es reducido en la misma fábrica. El operativo resulta física y políticamente oneroso. Ningún muerto pero quince o veinte detenidos y armas seguramente secuestradas.

El MLN decide juzgar al sereno y poco después es “ajusticiado”. ¿Cuál es el significado de la acción del MLN? Traté de explicarlo en una carta a Marcha del mismo año 1970. Si los tupas logran con eso achicar las denuncias en su contra, se están imponiendo por el terror. Serán una dictadura. Mal que les pese. La gente acatará, pero eso no quiere decir nada (bueno) sobre un acuerdo más profundo. Pero, agregaba, lo más probable es que ese tipo de acción punitiva, con condena de muerte incluida, despierte más bien rechazo en la población (un sereno está contratado para cuidar el local, de algún modo defenderlo) y en tal caso, el MLN saldrá perdiendo. Perderá el apoyo popular (que al principio tuvo y mucho, como cuando enviaba libros contables de financieras a un juez para que las analizara). Ninguna perspectiva buena, en suma, con el episodio.

Ricardo, como Cariboni, ubica las disyuntivas dentro del país. Yo entiendo que hubo un fenómeno de irradiación, otro de inspiración, de imitación, que gobernaron nuestras vidas –unos más, otros menos– pero que todos estábamos fuertemente condicionados.

Por eso no considero apropiado el examen de “condiciones objetivas” cuando entiendo que están muy entrelazadas con un estado de fiebre (política, obviamente, que tampoco deja ver claro). Un estado de fiebre que nos afectó no sólo en la política sino también en nuestra vida civil, que nos impregnó a todos.

Queda mucho por aclarar. Mi intento aquí ha sido rastrear un poco más abajo, un poco antes en el tiempo, para encontrar claves.

No hay setentas revolucionarios o lo que se quiera, sin sesentas, tan revulsivos.
Notas:
1  Uno de los voluntarios fue un estudiante de medicina, de la AEM, anarquista, que tuvo la mala fortuna de llegar a Barcelona cuando “los camaradas” del PCE controlaban el territorio, presumiblemente en mayo de 1937. Es un “desaparecido”.
2  Documental Le fond de l’air est rougehttp://www.youtube.com/watch?v=5SDDlEdoPkw. Este video “no está disponible” me dice un cartel de pantalla que supera mis conocimientos electrónicos.
3  Cuando Juan Díaz de Solís desembarcó en el Plata en 1520 y por alguna razón o desinteligencia fue matado, junto con otro marino antes de que los restantes escaparan en la chalupa y llegaran a refugiarse en las carabelas fondeadas río adentro, quedó en tierra, Francisco del Puerto, otro tripulante de la barcaza, en manos de charrúas. Unos diez años después, otros expedicionarios españoles encontraron a del Puerto… vivito y coleando. Convivía en la tribu, probablemente hubiese para entonces algunos pequeñines “misturaos”…
4  Como su homónimo comisario de Los partes de don Menchaca, de Serafín J. García.


http://www.rebelion.org/noticia.php?id=215321

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