El programa de hackeo Pegasus y los Servicios Secretos de Mauricio Macri
El programa de hackeo Pegasus terminó siendo noticia otra vez por infectar al menos 50 mil celulares con su software malicioso, tras la revelación de Forbidden Stories (Historias prohibidas), una organización con sede en París creada luego del sangriento atentado en la redacción de la revista satírica Charlie Hebdo. Amnesty International avaló la investigación. ¿Qué […]
El programa de hackeo Pegasus terminó siendo noticia otra vez por infectar al menos 50 mil celulares con su software malicioso, tras la revelación de Forbidden Stories (Historias prohibidas), una organización con sede en París creada luego del sangriento atentado en la redacción de la revista satírica Charlie Hebdo. Amnesty International avaló la investigación. ¿Qué hay detrás de la noticia y los Servicios Secretos de Mauricio Macri?
Este 18 de julio el espionaje globalizado dejó en claro que existe un multiverso paralelo creado por el complejo militar industrial estadounidense y que tiene en Israel su base más preciada enfocada en la cibervigilancia. El software espía es muy demandado por quienes odian toda expresión de soberanía política. Se trata de un sector del liberalismo que promueve democracias controladas; esas que demonizan liderazgos populares, en nombre de la libertad o la República de Carrió, Laura Alonso o el golem con pies de barro Waldo Wolf.
En algunas ocasiones, cuando los titiriteros no pueden digitar gobiernos desde las puertas traseras de los smartphones, le ordenan qué hacer a sus creaciones políticas. Ese es el caso de la intervención Argentina en el golpe a Bolivia: procurar armamento y municiones bajo la amenaza de desatar guerras de baja intensidad. Algo parecido a lo ocurrido en tiempos de Reagan y Bush (padre) sobre la región latinoamericana -que puede leerse en los documentos de Santa Fe IV-; en esta oportunidad bajo una nueva versión de la historia que tiene a Patricia Bullrich, Oscar Aguad y a Mauricio Macri como protagonistas.
Volvamos. En 2017 se dio por descontado, tras la visita al país del ex premier Benjamín Netanyahu, que la Piba, el Milico y Macri, compraron el software malicioso Pegasus desarrollado por NSO Group. Una operación imposible de realizar sin la mediación de Mario Montoto, viejo conocido de Bullrich en tiempos de insurgencia y terrorismo de Estado. El ahora empresario, en su carácter de titular de la Cámara de Comercio argentino-israelí, habría intervenido para cerrar la operación, que necesitaba la aprobación legal del gobierno del halcón Netanyahu, por tratarse ese spyware de material clasificado como bélico.
Cabe destacar que Montoto declaró en 2019 como testigo en la causa por espionaje ilegal en lo que conocimos como el Stornelli Gate, instruida entonces por el juez federal de Dolores, Alejo Ramos Padilla -quien pasó a La Plata en febrero de 2021-. Luego, esa causa se unificó con otras en Comodoro Py. Lo que sabemos es que el también ex mano derecha de Mario Firmenich durante la desastrosa contraofensiva de Montoneros mantuvo no pocas conversaciones con uno de los operadores de los Servicios Secretos macristas: el falso abogado Marcelo D’Alessio, que se paseaba por la tele mintiendo, principalmente, en el ciclo Animales Sueltos, cuando Alejandro Fantino actuaba de bastonero.
Recordemos que D’Alessio fue acusado por tentativa de extorsión al empresario agropecuario Pedro Etchebest para declarar en contra de Cristina Fernández de Kirchner en la llamada “Causa de los cuadernos”. Una investigación floja de papeles publicada por el diario La Nación. El fiscal Carlos Stornelli habría sido parte de una eventual asociación ilícita y, para escapar de las indagatorias, orquestó una bonita denuncia. Se constituyó como querellante en el ridículo “Operativo Puf”, otro bolazo mediático, curiosamente fundado en pinchaduras a no pocos ex funcionaros kirchneristas presos sin sentencia por la Doctrina Irurzun, en donde se llegó a violar la intimidad del actual diputado nacional y ex embajador en el Vaticano, Eduardo Valdés.
Para hacerla cortita. Santoro, cual carmelita descalza, dijo haber sido engañado por su fuente segura para publicar fake news. En junio pasado, la Cámara Federal porteña, integrada ¡Ups! por el mencionado Marín Irurzun, Eduardo Farah y Roberto Boico, revocó el procesamiento del periodista de Clarín. Dentro del tribunal de alzada hubo disidencias. Irurzun insistió en el sobreseimiento y la destrucción de la prueba, mientras Farah y Boico se limitaron a dictar la falta de mérito, no obstante la sospecha de la comisión de delito por parte del periodista.
Pegasus
La investigación dada a conocer por Le Monde, The Guardian, The Washington Post, Süddeutsche Zeitung, The Wall Street Journal, entre otros diarios internacionales, identificó en el primer filtrado de datos a unos 600 políticos, 189 periodistas, 85 referentes de organizaciones de derechos humanos y 65 empresarios.
También menciona entre los espiados al presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y al francés Emmanuel Macron. No es una novedad. En 2020 el mismo software se habría usado para acceder a los mensajes de WhatsApp de funcionarios paquistaníes vinculados a sectores de Defensa.
El propio Mark Zuckerberg demandó al NSO Group por hackear WhatsApp, que tiene como empresa matriz a Facebook. Zuckerman no es un santo ni un defensor de los derechos humanos, pero le tocaron el código encriptado que dice asegurar la confidencialidad a sus usuarios y, con ello, un negocio recontra millonario acechado por Telegram.
En 2016, el activista árabe Ahmed Mansoor ya había alertado sobre la vulnerabilidad de los dispositivos iPhone, en base al descubrimiento de las empresas de seguridad informática Citizen Lab y Lookout. Pegasus se apropió de los dispositivos inventados por Steve Jobs, los geolocalizó, robó sus datos, leyó mails, contactos, calendarios y encendió cámaras y micrófonos. Al poco tiempo se descubrió que Pegasus entra con sólo un clic en los sistemas operativos Android, algo aún más grave ya que el 83% de los dispositivos del mercado usan el software creado por Google.
Entre los hechos más dolorosos aparecen los crímenes aún no resueltos de Ayotzinapa. En lugar de buscar a los asesinos de los 43 estudiantes desaparecidos en 2014, Enrique Peña usó Pegasus para vigilar al Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), que tenía inmunidad diplomática, el cual recibió hipervínculos con muestras del espionaje. El predecesor de AMLO siempre insistió en que fue un delito de narcotraficantes, pero las pesquisas y descubrimientos, entre los que participa el Equipo Argentino de Antropología Forense, ponen en duda esa versión.
Otra cuestión central es que la empresa israelí, fundada en 2010, está financiada con capital estadounidense y su valuación -según Forbes- superó ese 2016 los 1000 millones de dólares. Sin embargo, el NSO Group sólo es un pequeño eslabón en el juego de tronos. La agencia de inteligencia estadounidense NSA desde hace rato utiliza la tecnología de espionaje desarrollada por la Unidad 8200 de la Defensa israelí, que tiene una larga trayectoria interviniendo comunicaciones desde la Guerra de los Seis Días, en 1967 (como Unidad 848), y hoy se especializa en desarrollar gusanos como Stuxnet, que filtraron en 2010 el programa nuclear de Irán para ralentizarlo.
El ciberespionaje tuvo fugas como las del ex consultor de la NSA, Edward Snowden, refugiado en Rusia desde 2013 luego de filtrar cómo el programa PRISM escrapeaba metadatos de Internet para perseguir supuestos terroristas.
Así las cosas, el panorama global resulta aún más complejo porque en el mundo de la inteligencia también monitorean e interceptan nuestros datos desde el programa del FBI Carnivore (Estados Unidos), la red Echelon (Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Australia, y Nueva Zelanda) y Enfopol (Estados Unidos, Gran Bretaña y parte de la Comunidad Europea).
Netflix hasta que salga el sol
Para el pensador italiano Norberto Bobbio, cuyo suspiro socialdemócrata acarició la primavera alfonsinista, la rendición de cuentas sería la clave de todo buen gobierno y el secreto la excepción. El futuro de la democracia es uno de los tantos audiolibros que Mauricio Macri no terminó de escuchar por su adicción a Netflix, según una insólita confesión de partes en la Noche de Mirtha, apenas volvió de Miami en mayo con la vacuna de Johnson & Johnson adentro.
Entre las maratones de Homeland, Vikingos y Black Mirror, un día se le apareció como recomendación Todos los hombres del presidente, con Robert Redford y Dustin Hoffman. A Mauricio le dio fiaca ver un clásico de 1976, así que sólo se quedó con la parte cool: filtrar servicios de inteligencia para mantenerse en el poder. Aún no sabemos si usó Pegasus para la ocasión.
Su ensayo de escuchas ilegales con Ciro James, el ex comisario Jorge “Fino” Palacios y el ex ministro de Educación porteño Mariano Narodowski, enfocado en espiar a familiares de las víctimas del atentado a la AMIA, había sido un éxito de sobreseimientos en 2018 luego de casi una década de papeleo. Te dejamos la nota firmada -aunque poco confiable- del ya mencionado Daniel Santoro para ponerte en tema: Casación anuló la causa por espionaje en la que estuvo procesado Mauricio Macri
De hecho, cuando Gustavo Arribas y Silvia Majdalani tomaron el control de la AFI, el secreto siguió siendo la regla y la transparencia la excepción. Como en tiempos de grupos de tareas, los esbirros del ex presidente abrieron expedientes de forma artesanal para espiar una larga lista de políticos, gremialistas, periodistas, jueces y hasta la hermana menor del clan Macri, Florencia.
Ese fue uno de los motivos por los que Macri y Marcos Peña derogaron por decreto 656/16 la regulación del régimen de uso de fondos reservados para permitir un efectivo control de gastos y actividades de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI).
Transparencia activa
También el juez Martín Bava, subrogante en Dolores, sigue las investigaciones de Ramos Padilla y avanza sobre el “Proyecto AMBA”. Otra faceta de la red de espionaje ilegal que habría operado entre 2016 y 2017, para perseguir adversarios y disciplinar la política. En este caso, solapados entre docentes, manifestantes que reclamaban por Santiago Maldonado y militantes sociales que dan de comer en barrios vulnerables.
Mientras tanto… en el Palacio de la Justicia de Comodoro Py, el juez federal Marcelo Martínez de Georgi -un hombre de la vieja escuela, que heredó las mañas y el juzgado del fallecido Claudio Bonadío- tiene acumuladas las archiconocidas causas por espionaje ilegal en el Instituto Patria, sobre dirigentes de todos los colores como el veterano Hugo Moyano, la actual vicepresidenta CFK, Diego Santilli o el propio jefe de Gobierno porteño Horacio Rodríguez.
La nueva AFI nos deja de momento una bonita foto. Su interventora Cristina Caamaño hizo efectivo el principio de “transparencia activa” de un organismo que lentamente sale de las sombras. El Movimiento Evita recibió a fines de junio toda la información acumulada desde tiempos de la ex SIDE sobre la organización. De esta manera, cumplió con la ley de Acceso a la Información Pública. Este cambio de paradigma obliga a la agencia de inteligencia a brindar todos los datos que no afecten investigaciones judiciales, la ley de Inteligencia o la seguridad nacional.
Ese manual de buenas prácticas es el que los Servicios Secretos de Mauricio Macri nunca estudiaron, porque de su pecado original golpista surge la fortuna forjada por la familia en tiempos de dictadura, a la que se suma la voracidad del sincretismo político que aglutina lo que queda del macrismo. Allí recorrieron todos los círculos del infierno, entre los que se destacan la avaricia, la pereza, la violencia y la traición.
Los dos demonios juntos por el cambio. Si no, sería imposible entender cómo van a internas vigilantes y vigilados.
(*) Esta nota se publicó en El Cohete a la Luna, con otro copete, imágenes y edición. Para un panorama más completo sobre el spyware Pegasus, también recomendamos darse un paseo por la fuente original y acompañar la lectura con el esclarecedor artículo del periodista Sergio Ferrari «Periodistas contra servicios».
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