La mayor debilidad que tiene el proceso constituyente en marcha es que no tiene al pueblo movilizado detrás.
Llegado el momento de los quiubos, será difícil defender los eventuales avances de la voracidad homicida, mentirosa y traicionera de la ultraderecha que ya se apresta a dar los primeros golpes de su bien enhebrado plan sedicioso.
Como hemos dicho, esta experiencia constitucional no será definitivamente la Carta Magna que el pueblo se merece, por la que ha luchado y sacrificado tantos.
Sin el pueblo es poco lo que se puede hacer, tal como la historia se ha dado el trabajo de demostrar trágicamente.
La mayor debilidad que tiene el gobierno de Gabriel Boric es que no tiene al pueblo movilizado detrás.
Llegado el momento de los quiubos, será difícil defender los eventuales avances de su gestión de la voracidad homicida, mentirosa y traicionera de la ultraderecha que ya se apresta a dar los primeros golpes de su bien enhebrado plan sedicioso.
Como hemos dicho, esta experiencia de gobierno de jóvenes exdirigentes estudiantiles no será definitivamente el gobierno que el pueblo se merece. Por la que ha luchado y sacrificado tantos.
Sin el pueblo es poco lo que se puede hacer, tal como la historia se ha dado el trabajo de demostrar trágicamente.
¿Coincidencia?
En algún momento de la historia futura se logrará ver en toda su dramática extensión aquello que puede ser considerado como uno de los mayores yerros de la izquierda después de la incapacidad de defender el gobierno de la Unidad Popular y de haber aceptado la salida pactada del año 90.
No haber tenido la capacidad de capitalizar en términos de un proyecto político el hermoso despliegue popular que dejó en las cuerdas no solo al gobierno de ese inepto millonario, sino a un Estado que solo pudo reaccionar mediante la fuerza y la brutalidad.
La incapacidad de la izquierda para levantar una idea seductora, esa increíble incapacidad de los dirigentes sociales de tomar decisiones tendrá efectos de corto, mediano y largo plazo.
¿En qué momento se les atrofió la capacidad para leer el estado de la causa?
Lo demás, ya se sabe: se impuso la respuesta desesperada del sistema para evitar la caída de todo lo que había y entre cuatro paredes y un cielo raso se recompuso todo cuando se firmó el acuerdo final.
No es casual que el ególatra peor presidente que ha tenido el país, lo que ya es mucho, haya puesto en juego la Constitución de Pinochet, aunque firmada por Lagos, en vez de haber renunciado.
Ese hecho desesperado dio como resultado lo que ahora vemos por una parte con esperanza y optimismo, y con temor y decepción, por otra.
La Convención Constitucional se debate entre indecisiones, divisiones, enfrentamientos y una notable debilidad para llegar a acuerdos entre los sectores que se suponen quieren cambiar las cosas. Peor aún, es notable una falta de conducción política que entienda en qué momento se vive.
¿Y el gobierno?
Por cierto, nadie jamás pensó que sería coser y cantar. Pero los autogoles, desatinos y desprolijidades en asuntos políticos de relativo fácil manejo, basta que un asesor haga su trabajo, hacen que ciertas autoridades parezcan con poca anchura, complicando aún más a un gobierno más preocupado de lo que piensa la UDI.
¿Y la gente? Muy bien gracias. ¿Estarán en el gobierno pensando en la gente? ¿Estarán considerado que cuando al pueblo, ese gran ausente, se le acaba la paciencia las cosas pasan de castaño a oscuro?
¿Recordarán en el gobierno que si las cosas llegaron a este estado fue por la intercesión de una rebelión popular que casi bota a un gobierno?
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