La reforma eléctrica propuesta por AMLO se ha colocado en el centro del debate durante los últimos meses, pues ha quedado claro que en las décadas recientes se ha realizado un saqueo sistemático del sector eléctrico, derivado de las políticas de privatización desde 1992 con las reformas salinistas, pasando por las adiciones en los siguientes sexenios y concluyendo con la reforma energética peñanietista en 2013.
La realidad no miente, a partir de la apertura al capital privado (vía permisos de autoabastecimiento, cogeneración, etc.) la generación eléctrica por parte del Estado fue disminuyendo rápidamente; entre 1992 y 2009, se otorgaron 370 permisos para generación privada de electricidad, en 2013 eran 574 y para 2021 rebasan los 1,500. Para 2007, la generación privada era del 39%, mientras que para 2021 ascendió a 62%.[1]
La consecuencia directa del aumento de la generación privada se vio reflejada en las tarifas eléctricas, pues desde 2007 hasta 2021 se han incrementado en 40%.[2] No sólo eso, sino que las grandes empresas han gozado de subsidios estatales para operar prácticamente en toda la cadena de producción; desde la generación, transmisión y comercialización. Ganancias extraordinarias para las grandes empresas energéticas, fundamentalmente las trasnacionales, pero a costa de un desmantelamiento productivo nacional, tarifas crecientes para el consumidor de a pie y de un saqueo a las arcas públicas. Por ello, una reforma eléctrica que busque terminar con esta inercia privatizadora, que lacera a la gran mayoría de la población en México, se vuelve necesaria. La reforma propuesta por AMLO se coloca en este contexto general, pues busca recuperar algo de lo que la industria eléctrica nacional ha perdido; en concreto, plantea que la CFE genere el 54% y los capitales privados el restante 46%, es decir, ni siquiera se propone que el Estado recupere completamente su soberanía eléctrica ni tampoco combatir consecuentemente a los privados, simplemente es reducir el despojo. Por otro lado, se busca frenar los contratos y permisos a generadores privados (aunque no a todos) y mantener la propiedad del Litio a 100%. A pesar de que la reforma se queda muy corta, es necesaria.
Foros, debates, entrevistas, mesas de análisis, movilizaciones, difusión en redes, así como artículos de investigación, han evidenciado que la apertura del sector eléctrico al capital privado ha sido un desastre para la población trabajadora, y ha enriquecido a una minoría muy concreta; además de desmantelar el sector eléctrico nacional. Sin embargo, la derecha y las élites no se han quedado cruzado de brazos. Empresas trasnacionales, los partidos políticos que los defienden, medios de comunicación, “periodistas” e intelectuales orgánicos empresariales, gobiernos de otros países, así como los sectores más conservadores, se han encargado no sólo de manifestar su rechazo a la iniciativa de reforma, sino que han mentido con un cinismo descarado para evitar una caída de sus ganancias y del negocio que ha estado en sus manos en las últimas décadas.
Por otro lado, gran parte del movimiento social ha tomado la bandera de respaldo a la reforma eléctrica, pues se considera necesaria a pesar de todas las limitaciones que presenta. Se han llevado a cabo varias actividades de difusión, información y propaganda; jornadas de movilización; creación de Frentes de Apoyo a la Reforma Eléctrica y acciones con el objetivo de que se apruebe por la vía legislativa. Sin embargo, estas movilizaciones y Frentes no han logrado hacer suya la reforma y profundizarla, no hay una exigencia que logré hacer avanzar a la reforma y enfrentar de manera decidida a los sectores empresariales y de la derecha más rancia. Se han quedado en mostrar un respaldo y “apoyo total a la reforma eléctrica” sin cuestionarla ni criticarla para hacerla avanzar; y esto ha sido un error. A diferencia de ello, los sectores de la derecha más conservadores y enquistados en el poder han cuestionado y criticado a la reforma para hacerla retroceder. “Estamos muy preocupados por los efectos que pueda tener la reforma”, dice la secretaria de Energía de EUA; “golpeará el bolsillo de los mexicanos, pues aumentarán las tarifas”, “perderemos competitividad”, “retrocederemos 50 años”, claman a coro líderes empresariales y de partidos políticos. La reforma “pone en riesgo más de 10 mil millones de dólares en inversiones estadounidenses en México”[3] aseguró Katherine Tai, representante comercial de EUA.
Esta presión ha funcionado, ya que el propio AMLO mencionó en octubre del 2021 que “podemos modificar la reforma siempre y cuando no se alteré la esencia de la misma”[4], y a mediados de enero afirmó que “vamos a revisar caso por caso”, ante la presión de la secretaria de energía de EUA al ser cuestionado de que no se puede aplicar la reforma con todos los capitales privados de la misma manera. El pasado 1 de abril ante la visita de John Kerry, como representante del gobierno de EUA, AMLO volvió a destacar que “No estamos en una postura intransigente, queremos llevar buenas relaciones con el gobierno de Estados Unidos, con empresarios de Estados Unidos y con todos los empresarios”[5]. Es evidente que la presión de estos sectores ha logrado jalar la discusión de la reforma hacia atrás. Pero, ¿Cuál ha sido la respuesta desde el otro lado?
Gran parte del movimiento social y varios sectores populares han reivindicado la reforma eléctrica en el sentido de que es un primer paso, necesario, para revertir el proceso de privatización que tanto daño ha hecho a las clases trabajadoras y populares del país. Sin embargo, contrario a lo que ha hecho la derecha, los principales referentes de lucha que se han aglutinando en torno a la aprobación de la reforma (incluidas las bases de Morena que se movilizan) se han limitado a mostrar un “apoyo total”, situación que no confronta de manera consecuente, que no profundiza y que de ninguna manera jala la discusión hacia adelante. Por el contrario, las tácticas de lucha para lograr que la reforma eléctrica sea aprobada han sido el intentar convencer a los diputados de oposición, presionarlos por redes sociales o simplemente apelar a su consciencia patriótica para que voten a “favor del pueblo”; todo ello acompañado de movilizaciones y acciones en diversas partes del país, pero sin cuestionar ni exigir la profundización de la propia reforma. Así, mientras la derecha asedia todo el tiempo y exige echar atrás la reforma, el movimiento social se ha quedado simplemente defendiendo la propuesta de AMLO.
Por lo tanto, si un lado jala (hacia atrás) y el otro mantiene su posición (sin jalar también hacia su lado) la ventaja en la estrategia queda de manifiesto. Este error en la táctica, que ya se había comentado en un artículo anterior (https://rebelion.org/reforma-electrica-necesaria-su-profundizacion/), ha mostrado sus resultados. El lunes 4 de abril el PRI finalmente hizo explícita su negativa a votar a favor de la reforma, pero además hizo una propuesta propia (junto con el PAN y PRD) de 12 puntos que, evidentemente, limitan y modifican sustancialmente la propuesta inicial de AMLO [6]. Al no existir, desde los diversos Frentes que se limitan a apoyar la reforma y que creen que por la vía parlamentaria llegará el cambio, estas exigencias que den pasos hacia adelante, el único horizonte que se tiene es que se apruebe la reforma lo menos modificada posible. A esto nos ha llevado esta táctica de lucha.
El miércoles 6 de abril Morena aceptó el 50% de la reforma propuesta por la oposición [7]; es decir, estamos en el momento de ceder y ceder. De esta manera, la reforma que se discutirá en la Cámara a partir del 13 de abril será con estas modificaciones hechas por la derecha, el piso de discusión ha cambiado, derivado de la táctica de lucha errónea que desde un primer momento se colocó en el centro (o acaso hay que seguir movilizándose en el PRI para que sus diputados cambien de opinión; esto es absurdo). Desde el movimiento social hay que ser muy críticos con ello. No basta con tener la razón y los argumentos por delante (que sin duda se tienen), sino en cómo utilizarlos para crear una fuerza suficiente que sea capaz de aprobar una reforma eléctrica mucho más benéfica para el pueblo y que no la sigan mutilando. No basta con sumar más diputados de Morena en el Parlamento para que voten a favor, no se trata de un elemento cuantitativo, sino cualitativo; aunque se tuvieran los votos necesarios para aprobar la reforma, la derecha hubiera actuado de la misma manera y habría jalado la propuesta lo más a la derecha posible; por otro lado, el “apoyo total a la reforma” irrestricto y sin crítica se hubiera mantenido (incluso con mucha mayor razón, ya que se tendrían los votos asegurados y no habría necesidad de andar apelando a la buena consciencia de la oposición).
Si se aprueba la reforma eléctrica, evidentemente modificada por la oposición, ¿Qué tanto podríamos valorarla como un triunfo? Teniendo en cuenta las condiciones actuales que se tuvieron en este periodo, era claro que se tenía para presionar y jalarla mucho más hacia el beneficio de sectores populares ¿Nacionalización, expropiación? Por supuesto que no, no hay condiciones para ello, pero al no colocarlas como banderas de lucha que realmente estuvieran dentro de las exigencias (y no sólo como banderas de ciertos grupos políticos que integran los diversos Frentes) no se podía esperar que incluso la reforma se aprobara “sin modificarle ni una coma”, como se clamaba desde estos espacios. La reforma eléctrica, en caso de aprobarse en las próximas semanas, va a llegar con muchas más limitaciones que con las que inició, y eso es un triunfo del sector conservador y empresarial. Hay mucho que discutir y analizar desde el movimiento social y popular, pues es claro que si no hay crítica, cuestionamiento y profundización de las propuestas que vengan desde arriba (AMLO), no habrá los triunfos o resultados, con todo y sus limitaciones, que se tenían en el horizonte inmediato.
Notas:
[1] Datos obtenidos de la Secretaría de Energía y CFE (2021).
[2] Datos obtenidos de Comisión Reguladora de Energía y CFE.
Eduardo Peralta Villegas. Maestro en Economía y Profesor de la Facultad de Economía – UNAM
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