Resumen Latinoamericano, 7 de abril 2022.
Las revista Zeitgeschehen im Fokus entrevistó a Jacques Baud, coronel del ejercito suizo, experto en inteligencia militar y adjunto en la OTAN y la ONU: «El enfoque bélico ruso es muy diferente al de EEUU».
–Sr. Baud, usted conoce la región donde ahora hay guerra. ¿Qué conclusiones ha sacado de lo que esta ocurriendo en Ucrania?
-Jacques Baud: Conozco bastante bien la región. Estuve con el FDFA [Ministerio de Asuntos Exteriores de Suiza] y en su nombre fui adscrito a la OTAN durante cinco años. Mi trabajo era combatir la proliferación de armamento letal, en esa condición contribuí al programa en Ucrania después de 2014. Además, conozco muy bien Rusia, la OTAN y Ucrania debido a mi trabajo anterior en inteligencia estratégica. Hablo ruso y tengo acceso a documentos que pocas personas en Occidente leen.
–Usted es experto en la situación en Ucrania. Su actividad profesional le ha llevado a la actual región de crisis. ¿Cómo percibes lo que está pasando?
-Es una locura, incluso podemos decir que hay una verdadera histeria. Lo que me sorprende, y me molesta mucho, es que nadie se pregunte por qué los rusos lanzaron esta operación. Nadie quiere abogar por la guerra, y ciertamente yo tampoco. Pero como ex jefe de «Política y Doctrina» en el Departamento de Operaciones de Mantenimiento de la Paz de la ONU en Nueva York durante dos años, siempre me hago la pregunta: ¿Cómo llegamos al punto de iniciar una guerra?
–¿Cuál fue tu tarea en la ONU?
-La ONU necesitaba entender cómo ocurren las guerras, qué factores conducen a la paz y qué se puede hacer para evitar bajas o cómo prevenir la guerra. Si no entiendes cómo sucede la guerra, entonces no puedes encontrar una solución. Estamos exactamente en esta situación. Cada país está imponiendo sus propias sanciones contra Rusia, y sabemos muy bien que esto no va a ninguna parte. Lo que me impactó particularmente fue la declaración del Ministro de Economía de Francia de que quieren destruir la economía de Rusia con el objetivo de hacer sufrir al pueblo ruso. Tal afirmación es indignante.
–¿Cómo evalúa la ofensiva rusa?
-Atacar a otro Estado va en contra de los principios del derecho internacional. Pero también se debe considerar el trasfondo de tal decisión. En primer lugar, hay que dejar claro que Putin ni está loco ni ha perdido el contacto con la realidad. Es una persona metódica y sistemática, es decir, muy rusa. Creo que era consciente de las consecuencias de su operación en Ucrania. Evaluó, obviamente con razón, que, si realizaba una operación «pequeña» para proteger a la población de Donbass o una operación «masiva» a favor de la población de Donbas y de los intereses nacionales de Rusia, las consecuencias serían las mismas. Entonces, fue a por la solución máxima.
–¿Cuál es el objetivo de Rusia?
-Ciertamente no está dirigido contra la población ucraniana. Putin lo ha dicho una y otra vez. También se puede ver en los hechos. Rusia sigue suministrando gas a Ucrania. Los rusos no han impedido eso. No han cerrado Internet. No han destruido las plantas eléctricas y el suministro de agua. Aunque, tales servicios pueden haberse detenido en las áreas de combate. Pero el enfoque bélico ruso es muy diferente al de los estadounidenses, están los ejemplos en la ex Yugoslavia, Irak y Libia. Cuando los países occidentales atacaron a estas naciones, primero destruyeron el suministro de agua y electricidad y toda la infraestructura.
–¿Por qué Occidente actúa de esta manera?
-El enfoque occidental, es necesario analizarlo desde el punto de vista de su doctrina operativa, se basa en la idea de que si destruyes la infraestructura, la población se rebelará contra «el dictador» y podrás deshacerte de él. Esta fue también la estrategia durante la Segunda Guerra Mundial, cuando ciudades alemanas como Colonia, Berlín, Hamburgo, Dresde, etc. fueron bombardeadas hasta su destrucción. Apuntaron directamente a la población civil para que hubiera un levantamiento. El gobierno pierde su poder a causa de un levantamiento y ganas la guerra sin poner en peligro a tus propias tropas. Esa es la teoría [la práctica es muy distinta].
–¿Cuál es el enfoque ruso?
-Es completamente diferente. Han anunciado claramente su objetivo. Quieren la «desmilitarización» y «desnazificación» de Ucrania Si sigues honestamente la situación, eso es exactamente lo que están haciendo. Por supuesto, una guerra es una guerra y, lamentablemente, siempre hay muertes en el proceso, pero es interesante ver qué dicen los números. El viernes 4 de marzo, la ONU informó de 265 civiles ucranianos muertos. Por la noche, el Ministerio de Defensa ruso calculó el número de soldados muertos en 498. Esto significa que hay más víctimas entre los militares rusos que entre los civiles del lado ucraniano. Si ahora compara esto con Irak o Libia, entonces es exactamente lo contrario con las guerras que desata occidente.
–¿Los medios occidentales no están mostrando la verdad?
-No. Nuestros medios afirman que los rusos quieren destruirlo todo, pero eso obviamente no es cierto. También me preocupa la forma en que nuestros medios retratan a Putin, hablan como si de repente el «tirano» decidió atacar y conquistar Ucrania. EEUU advirtió durante varios meses que habría un ataque sorpresa, pero no pasó nada.
Por cierto, los servicios de inteligencia y los líderes ucranianos han negado repetidamente esas advertencias estadounidenses. Si se observa detenidamente los informes militares y los preparativos sobre el terreno, uno puede comprobar con bastante claridad que Putin no tenía intención de atacar Ucrania hasta mediados de febrero.
–¿Por qué cambió eso? ¿Que ha sucedido?
-Hay que saber algunas cosas primero, de lo contrario no se entiende. El 24 de marzo de 2021, el presidente ucraniano Zelensky emitió un decreto presidencial para recuperar Crimea. Luego comenzó a mover al ejército ucraniano al sur y sureste, hacia Donbass. Desde hace un año, hay una gran concentración de tropas ucranianas en la frontera sur de Ucrania. Zelensky siempre sostuvo que los rusos no atacarían Ucrania. El ministro de Defensa de Ucrania también lo confirmó en repetidas ocasiones. Del mismo modo, el jefe del Consejo de Seguridad de Ucrania declaró en diciembre y enero que no había señales de un ataque ruso contra Ucrania.
–¿Era un truco?
-No, y estoy seguro que Putin no quería atacar Ucrania, dijo esto repetidamente. Obviamente, hubo presión de los EEUU para empezar la guerra. EEUU tiene poco interés en la propia Ucrania. Lo que querían era aumentar la presión sobre Alemania para cerrar Nord Stream II. Querían que Ucrania provocara a Rusia y, si Rusia reaccionaba, el Nord Stream II se congelaría.
Se aludió a tal escenario cuando Olaf Scholz visitó Washington, y Scholz claramente no quería aceptarlo. Esa no es sólo mi opinión, hay muchos diplomáticos estadounidenses que lo entendieron así: uno de los objetivos principales era Nord Stream II, y no hay que olvidar que este gasoducto se construyó a pedido de los alemanes. Es fundamentalmente un proyecto alemán. Porque Alemania necesita más gas para lograr sus objetivos energéticos y climáticos.
–¿Por qué EEUU esta interesada en el conflicto?
-Desde la Segunda Guerra Mundial, la política estadounidense siempre ha sido evitar que Alemania y Rusia (o la URSS) trabajen más estrechamente. Esto es a pesar del hecho de que los alemanes tienen un miedo histórico a los rusos. Pero estos dos países son las dos mayores potencias de Europa. Históricamente, siempre ha habido relaciones económicas entre Alemania y Rusia. Y EEUU siempre ha tratado de evitar eso.
No hay que olvidar que, en una guerra nuclear, Europa sería el campo de batalla. Eso significa que, en tal caso, los intereses de Europa y EEUU no serían necesariamente los mismos. Esto explica por qué en la década de 1980 la Unión Soviética apoyó los movimientos pacifistas en Alemania. Una relación más estrecha entre Alemania y Rusia haría inútil la estrategia nuclear estadounidense.
–¿Por qué EEUU critica la dependencia energética de Alemania?
-Es irónico que EEUU critique la dependencia energética de Alemania o europea de Rusia. Rusia es el segundo mayor proveedor de petróleo del mundo. EEUU compra su petróleo principalmente a Canadá, luego a Rusia, México y Arabia Saudita. Esto significa que EEUU depende en parte de Rusia. Esto también es cierto para los motores de sus cohetes, por ejemplo. Eso no molesta a EEUU. Pero sí le molesta que los europeos dependan de Rusia.
Durante la Guerra Fría, Rusia, más bien, la Unión Soviética, siempre respetó todos los contratos de gas. La forma de pensar rusa a este respecto es muy similar a la suiza. Rusia tiene una mentalidad respetuosa de la ley; se siente obligado por las reglas al igual que Suiza. No significa que no tengan emociones, pero cuando se establecen reglas, las cumplen. Durante la Guerra Fría, la Unión Soviética nunca hizo una conexión entre el comercio y la política. En este sentido la disputa relacionada con Ucrania es principalmente política.
–Según Brzezinski, Ucrania sería clave para dominar Eurasia ¿Que papel juega esta teoría en esta guerra?
-Brzezinski fue sin duda un gran pensador y todavía influye en el pensamiento estratégico de EEUU. Pero no creo que este aspecto sea clave en esta crisis en particular. Ucrania es ciertamente importante. Pero la cuestión de quién domina o controla Ucrania no es el punto principal aquí. Los rusos no pretenden controlar Ucrania. El problema de Ucrania para Rusia, como para otros países, es estratégico.
–¿Que significa eso?
-En toda la discusión que se está llevando a cabo en todas partes se están ignorando cuestiones cruciales. La gente está hablando de armas nucleares, pero es como si estuvieran viendo una película. La realidad es algo diferente. Los rusos quieren establecer una distancia entre las fuerzas militares de la OTAN y Rusia. El poder de la OTAN no es otro que el poder nuclear estadounidense. Esa es la esencia de la OTAN. Cuando trabajaba en la OTAN, Jens Stoltenberg -entonces mi jefe- solía decir: «La OTAN es una potencia nuclear». Hoy, EEUU ha desplegado sus sistemas de misiles en Polonia y Rumania, que incluyen los sistemas de lanzamiento MK-41.
–¿Son estas armas defensivas?
-EEUU, por supuesto, dice que son puramente defensivos. De hecho, puedes disparar misiles antibalísticos desde estos lanzadores. Pero también puedes lanzar misiles nucleares con el mismo sistema. Estas rampas están a pocos minutos de Moscú. Si en una situación de mayor tensión en Europa los rusos detectan, con imágenes satelitales o inteligencia, actividades en estas plataformas que indiquen preparativos para un lanzamiento, ¿esperarán hasta que se lancen misiles nucleares hacia Moscú?
Por supuesto que no. Inmediatamente lanzarían un ataque preventivo. Toda esta situación se agravó después que EEUU se retirara del Tratado ABM [Tratado de Misiles Antibalísticos]. Según este Tratado, no se podían implementar sistemas de este tipo en Europa. La idea era precisamente mantener un cierto tiempo de reacción en caso de enfrentamiento. Eso fue porque pueden ocurrir errores no intencionados.
Tuvimos algo así durante la Guerra Fría. Cuanto mayor sea la distancia entre los misiles nucleares, más tiempo tienes para reaccionar. Si los misiles se despliegan demasiado cerca del territorio ruso, Rusia no tendrá tiempo para reaccionar en caso de un ataque y se corre el riesgo de entrar en una guerra nuclear mucho más rápido. Esto afecta a todos los países vecinos. Los soviéticos, en su época, se dieron cuenta de esto, por eso crearon el Pacto de Varsovia.
Primero fue la OTAN… La OTAN se fundó en 1949 y el Pacto de Varsovia solo seis años después. La razón fue el rearme de la RFA y su ingreso en la OTAN en 1955. Si miras el mapa de 1949, puedes ver una brecha muy grande entre el poder nuclear de la OTAN y el de la URSS. Mientras la OTAN avanzaba hacia la frontera rusa, al incluir a Alemania, Rusia reaccionó con el Pacto de Varsovia. En ese momento, los países de Europa del Este ya eran todos comunistas y estaban bajo control de sus propios partidos comunistas. La URSS quería tener un cinturón de seguridad a su alrededor, por lo que creó el Pacto de Varsovia. Quería mantener un «glacis» (defensa fortificada) para poder librar una guerra convencional durante el mayor tiempo posible. Esa era la idea: hacer una guerra convencional el mayor tiempo posible y evitar meterse en la nuclear.
–¿Sigue siendo así hoy en día?
-Después de la Guerra Fría, la estrategia nuclear quedó algo olvidada. La seguridad ya no era una cuestión de armas nucleares. La guerra de Irak, la guerra de Afganistán fueron guerras con armas convencionales, y la dimensión nuclear estaba fuera de la vista. Pero los rusos no lo han olvidado. Piensan estratégicamente. En ese momento, visité el Estado Mayor de la Academia Voroshilov en Moscú. Allí se podía ver cómo piensa la gente. Piensan estratégicamente, tal como se debe pensar en tiempos de guerra.
–¿Ocurre eso hoy?
-Hoy se puede ver muy claramente. La gente de Putin piensa estratégicamente. Los rusos tienen un pensamiento estratégico, un pensamiento operativo y un pensamiento táctico. Los países occidentales, como hemos visto en Afganistán o Irak, no tienen estrategia.
Este es exactamente el problema que tienen los franceses en Malí. Malí ahora ha exigido que abandonen el país, porque los franceses están matando gente sin una estrategia y sin un objetivo estratégico. Con los rusos es completamente diferente, piensan estratégicamente. Tienen un objetivo. Es lo mismo con Putin.
–En nuestros medios se nos dice que Putin ha puesto en juego armas nucleares. ¿También ha oído eso?
-Sí, Vladimir Putin puso sus fuerzas nucleares en alerta de nivel 1 el 27 de febrero. Pero, esto es sólo la mitad de la historia. Los días 11 y 12 de febrero se celebró en Múnich la conferencia sobre seguridad. Zelensky estaba allí. Indicó que quería adquirir armas nucleares. Esto se interpretó como una amenaza potencial y se encendió la luz roja en el Kremlin.
Para entenderlo, tenemos que recordar el Acuerdo de Budapest de 1994. Se trataba de destruir los misiles nucleares en el territorio de las ex repúblicas soviéticas, dejando solo a Rusia como potencia nuclear. Ucrania también entregó las armas nucleares a Rusia a cambio de la inviolabilidad de sus fronteras. Cuando Crimea volvió a Rusia, en 2014, Ucrania dijo que no cumpliría con el acuerdo de 1994.
–Volvamos a las armas nucleares. ¿Qué dijo realmente Putin?
-Si Zelensky quisiera recuperar las armas nucleares, eso sin duda sería inaceptable para Putin. Si tiene armas nucleares justo en la frontera, hay muy poco tiempo de advertencia. Durante la conferencia de prensa posterior a la visita de Macron, Putin dejó en claro que si la distancia entre la OTAN y Rusia era pequeña, esto podría generar complicaciones sin que nos diéramos cuenta.
Pero el elemento decisivo estuvo en el inicio de la operación contra Ucrania, cuando el ministro de Exteriores francés amenazó a Putin declarando que la OTAN era una potencia nuclear. Putin reaccionó elevando el nivel de alerta de sus fuerzas nucleares. Nuestros medios, por supuesto, no mencionaron esto. Putin es realista; tiene los pies en la tierra y tiene un propósito.
¿Qué llevó a Putin a intervenir militarmente ahora?
-El 24 de marzo de 2021, Zelensky emitió un decreto presidencial para reconquistar Crimea por la fuerza. Comenzó los preparativos para hacerlo. Si esa fue su verdadera intención o simplemente una maniobra política, no lo sabemos. Lo que hemos visto, sin embargo, es que reforzó masivamente el ejército ucraniano en la región de Donbass y en el sur hacia Crimea.
Por supuesto, los rusos se dieron cuenta de esta concentración de tropas. Al mismo tiempo, la OTAN realizó grandes ejercicios entre el Báltico y el Mar Negro. Comprensiblemente, esto llevó a los rusos a reaccionar. Realizaron ejercicios en el distrito militar sur. Las cosas se calmaron después de eso, y en septiembre Rusia llevó a cabo los ejercicios «Zapad 21» planeados desde hace mucho tiempo. Estos ejercicios se realizan cada cuatro años. Al final de los ejercicios, algunas tropas permanecieron cerca de Bielorrusia. Estas eran unidades del Distrito Militar del Este. La mayor parte del equipo que quedó allí se guardó para una gran maniobra planeada con Bielorrusia para principios de este año.
–¿Cómo reaccionó Occidente ante esto?
Europa y especialmente los EEUU interpretaron esto como un refuerzo de las capacidades ofensivas contra Ucrania. Expertos militares independientes, pero también el jefe del Consejo de Seguridad de Ucrania, dijeron que en ese momento no se estaban realizando preparativos para la guerra. El equipo dejado por Rusia en octubre no estaba destinado a una operación ofensiva.
Sin embargo, los llamados expertos militares occidentales, especialmente en Francia, interpretaron esto como preparativos para la guerra y comenzaron a designar a Putin como un loco. Así evolucionó la situación desde finales de octubre de 2021 hasta principios de este año. La forma en que EEUU y Ucrania se comunicaron sobre este tema fue muy contradictoria. EEUU advertía sobre una ofensiva planificada, mientras que Ucrania la negaba. Fue un ida y vuelta permanente.
–La OSCE informó que se bombardeó el Donbass en febrero de este año ¿Qué pasó en febrero?
-A fines de enero, la situación parecía evolucionar. EEUU habló con Zelensky y se observaron ligeros cambios. Desde principios de febrero, EEUU habla de un ataque ruso inminente y comienza a difundir escenarios de ataque. Antonio Blinken, en el Consejo de Seguridad de la ONU, explica cómo se desarrollaría un ataque ruso según la inteligencia estadounidense.
Esto nos recuerda la situación de 2002/2003 antes del ataque a Irak. Allí, también, las explicaciones que dio EEUU supuestamente se basaron en análisis de inteligencia. Como sabemos eso no era cierto, Irak no tenía armas de destrucción masivas. De hecho, la CIA no confirmó esa hipótesis. Como resultado, Donald Rumsfeld no se basó en la CIA, sino en un pequeño grupo confidencial dentro del Departamento de Defensa, que había sido especialmente creado para eludir los análisis de la CIA.
–¿De dónde viene esa información?
-En el contexto de Ucrania, Blinken hizo exactamente lo mismo. En toda la discusión que precedió a la ofensiva rusa se aprecia la ausencia total de los análisis de CIA y de las agencias de inteligencia occidentales. Todo lo que Blinken nos contó procedía de un equipo que él mismo montó, el «Tiger Team». Los escenarios que se nos presentaron no provenían de un análisis de inteligencia, sino de unos autodenominados expertos que inventaron un escenario con agenda política.
Así nació el rumor de que los rusos estaban a punto de atacar. Entonces, el 16 de febrero, Joe Biden dijo que sabía que los rusos estaban a punto de atacar. Pero cuando se le preguntó cómo sabía eso, respondió que EEUU tenía muy buenas capacidades de inteligencia, sin mencionar a la CIA o la Oficina de Inteligencia Nacional.
–Entonces, ¿pasó algo el 16 de febrero?
-Ese día, hubo un aumento exagerado en las violaciones del alto el fuego por parte del ejército ucraniano a lo largo de la línea de alto el fuego, la llamada «línea de contacto». Siempre ha habido violaciones en los últimos ocho años, pero desde el 12 de febrero, el aumento fue descomunal, incluidas las explosiones, especialmente en las regiones de Donetsk y Lugansk. Lo sabemos porque lo informó la misión de la OSCE en el Donbass. Estos informes se pueden leer en los «Informes diarios» de la OSCE.
–¿Cuál era el objetivo del ejército ucraniano?
-Esta era sin duda la fase inicial de una ofensiva contra el Donbass. Cuando el fuego de artillería se intensificó, las autoridades de ambas repúblicas comenzaron a evacuar a la población civil hacia Rusia. En una entrevista, Sergei Lavrov mencionó más de 100.000 refugiados. En Rusia, esto fue visto como el inicio de una operación a gran escala.
–¿Cuáles fueron las consecuencias?
-Esta acción del ejército ucraniano desencadenó todo. A partir de ese momento, para Putin quedaba claro que Ucrania iba a llevar a cabo una ofensiva contra las dos repúblicas. El 15 de febrero, el parlamento ruso, la Duma, había adoptado una resolución proponiendo el reconocimiento de la independencia de estas repúblicas. Al principio Putin no reaccionó, pero a medida que se intensificaban los ataques, decidió el 21 de febrero responder positivamente a la petición parlamentaria.
–¿Por qué Putin dio este paso?
-En esa situación, no tuvo más remedio que hacerlo, porque el pueblo ruso no habría entendido que no hiciera nada para proteger a la población de habla rusa de Donbass. Para Putin estaba claro que, interviniera solo para ayudar a las repúblicas populares o para invadir toda Ucrania, Occidente reaccionaría igualmente con sanciones masivas. En un primer paso, reconoció la independencia de las dos repúblicas, luego, el mismo día, concluyó tratados de amistad y cooperación con cada una de ellas. A partir de entonces, podría invocar el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas, que le permitía intervenir para asistir a las dos repúblicas en el marco de la defensa colectiva y la legítima defensa. Así creó la base legal para su intervención militar.
–¿Pero no solo ayudó a las repúblicas, también atacó a toda Ucrania?
-Putin tenía dos opciones: primero, simplemente ayudar al Donbass de habla rusa contra la ofensiva militar ucraniana; segundo, llevar a cabo un ataque más profundo en toda Ucrania para neutralizar sus capacidades militares. También tuvo en cuenta que, hiciera lo que hiciera, le lloverían las sanciones. Por eso ha apostado claramente por la variante máxima; sin embargo, debe señalarse que Putin nunca ha dicho que quiera apoderarse de Ucrania. Sus objetivos son claros: desmilitarización y desnazificación.
–¿Cuál es el trasfondo de esos objetivos?
-La desmilitarización es comprensible, ya que Ucrania había reunido a todo su ejército en el sur, entre Donbass y Crimea. Una operación rápida le permitiría rodear a estas tropas. Esto es lo que sucedió, y gran parte del ejército ucraniano se encuentra actualmente rodeado en un gran bolsón en la región de Donbass, entre Slavyansk, Kramatorsk y Severodonetsk. Los rusos lo han rodeado y están en proceso de neutralizarlo.
Ahora, en cuanto a la llamada desnazificación, cuando los rusos dicen esto no es una frase vacía. Para compensar la falta de fiabilidad del ejército ucraniano, este país ha desarrollado poderosas fuerzas paramilitares desde 2014, incluido, por ejemplo, el famoso regimiento Azov. Pero hay muchos más. Hay una gran cantidad de estos grupos que están bajo el mando de Ucrania, pero no están compuestos exclusivamente por ucranianos. El regimiento Azov, por ejemplo, comprende 19 nacionalidades, entre ellas francesa, suiza, etc. Es una verdadera legión extranjera. En total, estos grupos de extrema derecha cuentan con unos 100.000 combatientes, según Reuters.
–¿Por qué hay tantas organizaciones paramilitares en Ucrania?
-En 2015/2016 estuve en Ucrania con la OTAN. Ucrania tenía un gran problema, se estaban quedando sin soldados, porque el ejército ucraniano tenía muchas bajas debido a acciones que no eran de combate. Tuvieron bajas por suicidios y problemas con el alcohol. Tenían dificultades para encontrar reclutas. Me pidieron que ayudara debido a mi experiencia con la ONU. Entonces, fui a Ucrania varias veces. El punto principal era que el ejército no tenía credibilidad entre la población y tampoco dentro de las fuerzas armadas. Es por eso que Ucrania ha fomentado y desarrollado cada vez más las fuerzas paramilitares. Son fanáticos impulsados por el extremismo de derecha.
–¿De dónde viene ese extremismo de derecha?
-Sus orígenes se remontan a la década de 1930. Después de los años de hambruna extrema, que pasaron a la historia como el Holodomor, surgió una resistencia al poder soviético. Para financiar la modernización de la URSS, Stalin había confiscado las cosechas, provocando hambrunas. El NKVD, el precursor de la KGB (que era al mismo tiempo el Ministerio del Interior y Seguridad), implementó esta política. La NKVD estaba organizada sobre una base territorial y en Ucrania había muchos judíos en los puestos de mando superiores.
Como resultado, todo se confundió en una sola ideología: odio a los comunistas, odio a los rusos y odio a los judíos. Los primeros grupos de extrema derecha datan de esta época y aún existen. Durante la Segunda Guerra Mundial, los alemanes necesitaban estos grupos, como la OUN (Organización Ucraniana Nacionalista) de Stephan Bandera, y el Ejército Insurgente Ucraniano. Los nazis usaron a estas organizaciones para luchar en la retaguardia soviética.
En ese momento, las fuerzas del Tercer Reich eran vistas como libertadoras, como la 2.ª división blindada de las SS, «Das Reich», que había liberado Járkov de los soviéticos en 1943, y que todavía hoy se celebra en Ucrania. El epicentro geográfico de esta resistencia de extrema derecha estaba en Lvov, hoy Lviv, en la antigua Galitzia. Esta región incluso tenía su «propia» 14ª División Panzer Grenadier SS Galitzia, una división de las SS compuesta en su totalidad por ucranianos.
–¿La OUN se formó durante la Segunda Guerra Mundial y sobrevivió al período soviético?
-Después de la Segunda Guerra Mundial, el enemigo era la Unión Soviética. La URSS no había logrado eliminar por completo estos movimientos antisoviéticos durante la guerra. EEUU, Francia y Gran Bretaña se dieron cuenta de que la OUN podía ser útil y la apoyaron para luchar contra la URSS con sabotajes y armas. Hasta principios de la década de 1960, los insurgentes ucranianos fueron apoyados por Occidente a través de operaciones clandestinas como Aerodynamic, Valuable, Minos, Capacho y otras.
Desde entonces, Ucrania ha mantenido una estrecha relación con Occidente y la OTAN. Hoy, es la debilidad del ejército ucraniano lo que ha llevado al uso de tropas fanáticas de ultraderecha. Creo que el término neonazis no es del todo exacto, aunque tienen ideas muy parecidas, llevan sus símbolos, son violentos y antisemitas,
–Después de 2014, se suscribieron dos acuerdos para pacificar la situación en Ucrania. ¿Cuál es el significado de los acuerdos en el contexto de la disputa actual?
-Sí, es importante entender esto, porque el incumplimiento de estos dos acuerdos básicamente condujo a la guerra de hoy. Desde 2014, supuestamente había una solución para el conflicto, esta solución estaba en los acuerdos de Minsk. En septiembre de 2014, el ejército ucraniano ya no podía manejar el conflicto, a pesar de que fue asesorado por la OTAN. Estaba fallando regularmente. Por eso tuvo que comprometerse con los acuerdos de Minsk I en septiembre de 2014. Se trataba de un acuerdo entre el gobierno ucraniano y representantes de las dos autoproclamadas repúblicas de Donetsk y Lugansk, con garantes europeos y rusos.
–¿Cómo se produjo el nacimiento de estas dos repúblicas?
-Para entender, necesitamos retroceder un poco en esta historia. En otoño de 2013, la UE quería concluir un acuerdo comercial y económico con Ucrania. La UE estaba ofreciendo a Ucrania una garantía de desarrollo con subsidios, con exportaciones e importaciones, etc. Las autoridades ucranianas querían cerrar el trato. Pero esto tenían un grave problema, la industria y la agricultura ucranianas estaban orientadas hacia Rusia. Por ejemplo, los ucranianos desarrollaban motores para aviones rusos, no para aviones europeos o estadounidenses. Entonces, la orientación general de la industria era hacia el Este, no hacia el Oeste. En términos de calidad, Ucrania difícilmente podría competir con el mercado europeo. Por lo tanto, las autoridades querían cooperar con la UE manteniendo relaciones económicas con Rusia.
-¿Habría sido eso posible?
-Por su parte, Rusia no tuvo ningún problema con los planes de Ucrania. Pero también quería mantener sus relaciones económicas con Ucrania. Por lo tanto, propuso establecer un grupo de trabajo tripartito para elaborar dos acuerdos: uno entre Ucrania y la UE y otro entre Ucrania y Rusia. El objetivo era cubrir los intereses de todas las partes. Pero fue la Unión Europea, a través de Barroso, le pidió a Ucrania que eligiera entre Rusia y la UE. Ucrania pidió tiempo para pensar en una solución. Después de eso, la UE y los EEUU no jugaron limpio.
-¿Por qué?
-La prensa occidental tituló: «Rusia presiona a Ucrania para que impida el tratado con la UE». Eso no era cierto. Este no era el caso. El gobierno ucraniano siguió mostrando interés en el tratado con la UE, pero simplemente quería más tiempo para considerar soluciones a esta compleja situación. Pero los medios europeos no lo dijeron. Los días siguientes, extremistas de derecha del oeste del país aparecieron en el Maidan de Kiev. Todo lo que sucedió allí con la aprobación y el apoyo de Occidente es realmente terrible. Pero detallar todo aquí es demasiado para explicarlo en una entrevista.
–¿Qué sucedió después que Yanukovich, el presidente elegido democráticamente, fuera derrocado?
-El nuevo gobierno provisional -surgido del golpe nacionalista de extrema derecha- como primer acto oficial, cambió la ley de idiomas en Ucrania. Esto demuestra que el golpe no tuvo nada que ver con la democracia, sino que fue producto de los ultranacionalistas que organizaron el levantamiento.
Este cambio legal desató una tormenta en las regiones de habla rusa. Se organizaron grandes manifestaciones en todas las ciudades del sur de habla rusa, en Odessa, Mariupol, Donetsk, Lugansk, Crimea, etc. Las autoridades ucranianas reaccionaron de forma brutal, reprimiendo con el ejercito. Se proclamaron brevemente repúblicas autónomas en Odessa, Kharkov, Dnepropetrovsk, Lugansk y Donetsk. Se combatió con extrema brutalidad y finalmente quedaron dos: Donetsk y Lugansk, que se autoproclamaron repúblicas autónomas.
–¿Cómo legitimaron su estatus?
-Hicieron referéndums en mayo de 2014, para tener autonomía, y esto es muy, muy importante. Si miras nuestros medios en los últimos meses, solo hablan de «separatistas». Pero es una mentira: los medios occidentales siempre hablaron de separatistas, pero esto es falso, en los referéndums se mencionaba claramente la autonomía dentro de Ucrania. Estas repúblicas querían algún tipo de solución suiza, por así decirlo. Después que el pueblo voto favorablemente la autonomía, las autoridades pidieron el reconocimiento de las repúblicas por parte de Rusia, pero el gobierno de Putin se negó.
–¿Crimea no está también relacionado con esto?
-Habitualmente, olvidamos que Crimea era independiente, incluso antes de que Ucrania se independizara. En enero de 1991, mientras aún existía la Unión Soviética, Crimea celebró un referéndum que se gestionó desde Moscú y no desde Kiev. Así se convirtió en una República Socialista Soviética Autónoma. Ucrania no hizo su propio referéndum de independencia hasta seis meses después, en agosto de 1991. En ese momento, Crimea no se consideraba parte de Ucrania. Pero Ucrania no aceptó esto.
Entre 1991 y 2014 fue una lucha constante entre las dos entidades. Crimea tenía su propia constitución con sus propias autoridades. En 1995, animada por el Memorándum de Budapest, Ucrania derrocó al gobierno de Crimea con fuerzas militares y derogó su constitución. Pero esto nunca se menciona, ya que arrojaría una luz completamente diferente sobre el desarrollo actual.
–¿Qué quería la gente de Crimea?
-De hecho, los habitantes de Crimea se consideraban independientes. Los decretos impuestos desde Kiev estaban en total contradicción con el referéndum de 1991 y explica por qué Crimea celebró un nuevo referéndum en 2014, después de que el nuevo gobierno ultranacionalista llegara al poder en Ucrania. Su resultado fue muy similar al de 30 años antes.
Después del referéndum, Crimea pidió unirse a la Federación Rusa. No fue Rusia quien conquistó Crimea, fue el pueblo el que autorizó a sus autoridades a pedirle a Rusia que los acogiera. En el tratado de amistad entre Rusia y Ucrania firmado en 1997, Ucrania garantizaba la diversidad cultural de las minorías en el país. Cuando el idioma ruso fue prohibido como idioma oficial en febrero de 2014, se estaba violando ese tratado.
–¿Las personas que no conocen todo esto corren el riesgo de juzgar mal la situación?
-Eso me parece, además en los Acuerdos de Minsk se garantizaba la autonomía de las repúblicas del Donbass. Fueron garantes, por el lado ucraniano Alemania y Francia y Rusia del lado de las autoproclamadas repúblicas de Donetsk y Lugansk. Este papel lo desempeñaron en el marco de la OSCE. La UE no estaba involucrada, era un asunto de la OSCE. Inmediatamente después de los Acuerdos de Minsk I, Ucrania lanzó una operación contra las dos repúblicas autónomas. El gobierno ucraniano ignoró por completo el acuerdo que acababa de firmar. El ejército ucraniano sufrió otra derrota total en Debaltsevo. Fue una debacle.
–¿Esto también tuvo lugar con el apoyo de la OTAN?
-Sí, y uno se pregunta qué hicieron los asesores militares de la OTAN porque las fuerzas armadas de los rebeldes derrotaron totalmente al ejército ucraniano. Esto condujo a un segundo acuerdo, Minsk II, firmado en febrero de 2015, que fue la base para una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU. Por lo tanto, este acuerdo era vinculante según el derecho internacional y debía implementarse.
–¿Esto también ha sido monitoreado por la ONU?
-No, a nadie le importaba, y aparte de Rusia, nadie exigió el cumplimiento del acuerdo de Minsk II. De repente, solo se hablaba del formato de Normandía. Pero eso no tenía sentido. Ese «formato» nació durante la celebración del Día D en junio de 2014. Fueron invitados antiguos protagonistas de la II guerra, jefes de estado aliados, así como Alemania y Ucrania. En el formato de Normandía, solo estaban representados los jefes de estado, las repúblicas autónomas obviamente no estaban presentes. Ucrania nunca quiso hablar con los representantes de Lugansk y Donetsk. Pero, si lees los acuerdos de Minsk, compruebas inmediatamente que debió haberse realizado un referéndum para que se pudiera modificar (en un sentido federal) la constitución ucraniana. Esto proceso interno lo impidió el gobierno ucraniano.
–Pero, los ucranianos también firmaron el acuerdo…
-Sí, pero Ucrania decidió culpar a Rusia de su problema interno. Los ucranianos afirmaron que Rusia había atacado a Ucrania y que ese era el origen de los problemas. Pero, para todos los que visitamos el país, estaba claro que era un problema doméstico. Desde 2014, los monitores de la OSCE nunca han visto unidades militares rusas. Ambos Acuerdos son muy claros y precisos: la solución debe encontrarse dentro de Ucrania. Se trataba de otorgor una cierta autonomía dentro del país, y solo Ucrania podía resolver ese problema. No tenía nada que ver con Rusia.
–¿Para eso se necesitaba un ajuste a la constitución?
-Sí, exactamente, pero no se hizo. Ucrania no dio ningún paso al respecto. Los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU tampoco se comprometieron.
–¿Cómo se comportó Rusia?
-La posición de Rusia siempre ha sido la misma. Quería que se implementaran los Acuerdos de Minsk. Nunca cambió su posición durante ocho años. Durante esos ocho años ha habido varias violaciones de fronteras, bombardeos de artillería, etc., pero Rusia nunca ha puesto en duda el cumplimiento de los acuerdos.
–¿Cómo procedió Ucrania?
-Ucrania promulgó una ley a principios de julio del año pasado. Era una ley que otorga diferentes derechos a los ciudadanos en función de su origen étnico. Esta legislación recuerda mucho a las leyes raciales de Núremberg de 1935. Solo los verdaderos ucranianos tienen plenos derechos, mientras que los demás solo tienen derechos limitados.
Justo después de esto, Putin escribió un artículo en el que explicaba la génesis histórica de Ucrania. Criticó el hecho de que se pudiera hacer una distinción entre ucranianos étnicos y rusos. Escribió el artículo en respuesta a esa ley. Pero, en Europa esto se interpretó como que no reconocía a Ucrania como estado, y que su artículo buscaba justificar una posible anexión de Ucrania. En Occidente, la gente cree esto, y son contados con los dedos de una mano los que han leído el artículo de Putin. Es obvio que en Occidente el objetivo era dar una imagen de Putin lo más negativa posible. He leído el artículo; tiene perfecto sentido.
–¿Qué esperaban los rusos de Putin?
-Hay muchos rusos en Ucrania. Putin tenía que decir algo. No hubiera sido correcto para su pueblo (también desde el punto de vista del derecho internacional) no decir nada ante una ley discriminatoria con los rusos ucranianos. Todos estos pequeños detalles son parte importante del conflicto, de lo contrario no entendemos lo que está pasando. Esta es la única manera de poner en perspectiva el comportamiento de Putin y ver los mecanismos que provocaron la guerra. No puedo decir si Putin es bueno o malo. Pero el juicio que hacemos de él en Occidente está claramente basado en elementos falsos.
–¿Qué opina de la reacción de Suiza, con el fin de la neutralidad?
-Es un desastre. Rusia ha elaborado una lista de 48 «estados hostiles» y Suiza también está en ella. Este es verdaderamente un cambio de época, pero del que la propia Suiza es responsable. Suiza siempre ha sido «el personaje en el medio». Hemos facilitado el diálogo con todos los estados y hemos tenido el coraje de estar «en el medio». Hay histeria con respecto a las sanciones. Rusia está muy bien preparada para esta situación, sufrirá, pero está preparada para soportar su impacto. Sin embargo, el principio de las sanciones es totalmente erróneo. Hoy, las sanciones han reemplazado a la diplomacia.
Lo hemos visto con Venezuela, con Cuba, Irak, Irán, etc. Estos estados no han hecho más que tener una política que no agrada a EE.UU. Ese ha sido su «fatal» error. Cuando veo que los atletas discapacitados han sido suspendidos de los Juegos Paralímpicos me faltan las palabras. Es totalmente inapropiado. Afecta a personas individuales, es simplemente perverso. Es tan cruel como cuando el Ministro de Relaciones Exteriores de Francia dice que el pueblo ruso debe sufrir sanciones. Quien diga esto no tiene honor a mis ojos. No hay nada positivo en comenzar una guerra, pero reaccionar así es simplemente vergonzoso.
–¿Qué piensa cuando hay gente que sale a la calle contra la guerra en Ucrania?
-Me pregunto: ¿qué hace que la guerra en Ucrania sea peor que la guerra contra Irak, Yemen, Siria o Libia? En estos casos sabemos que no hubo sanciones contra el agresor, EEUU. ¿Quién se manifiesta por Yemen? ¿Quién se manifestó por Libia, quién se manifestó por Afganistán? No sabemos por qué EEUU estaba en Afganistán. Sé por fuentes de inteligencia que nunca hubo una indicación clara de que Afganistán u Osama bin Laden estuvieran involucrados en los ataques del 11 de septiembre, pero de todos modos fuimos a la guerra en Afganistán.
-¿Por qué?
-El 12 de septiembre de 2001, justo después de los ataques terroristas, EEUU decidió tomar represalias y bombardeó Afganistán. El Jefe de Estado Mayor de la Fuerza Aérea de EEUU dijo que no había suficientes objetivos en Afganistán. A lo que el Secretario de Defensa respondió: «Si no tenemos suficientes objetivos en Afganistán, bombardearemos Irak». Esto no lo inventé yo, hay fuentes, documentos y gente que estuvo ahí. Esta es la realidad, pero la propaganda y la manipulación nos inclina permanentemente hacia el lado «correcto».
-Por sus respuestas piensa que Occidente lleva mucho tiempo echando leña al fuego y provocando a Rusia. ¿Sin embargo, estas provocaciones rara vez se informan en nuestros medios y Putin es presentado como un belicista, un monstruo?
-Mi abuelo era francés, fue soldado en la Primera Guerra Mundial. A menudo me contaba como empezó esta guerra, fue producto de la estimulación de una histeria colectiva. La histeria, la manipulación y el comportamiento irreflexivo de los políticos occidentales se parecen mucho a lo que ocurría en 1914 y eso me preocupa mucho. Cuando veo cómo nuestro país neutral ya no es capaz de tomar una posición independiente de la UE y los EEUU, me avergüenzo. Necesitamos tener la cabeza despejada, racional y conocer los hechos que hay detrás del tinglado de los medios.
Fuente: observatoriocrisis.com
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