Mentalidad genocida y cinismo criminal de los nazi-sionistas de Israel
“Al principio piensas que eres un soldado nazi, te sientes como una especie de soldado nazi, y después, en algún momento, olvidas esa idea, porque, ¿cuánto tiempo puedes sentir que eres un nazi?”. Declaración de soldado de Israel en los territorios ocupados de Palestina, 2001, p. 289.
“Los colonos son los peores nazis judíos que he conocido. Y sucede aquí en el Estado de Israel, y nadie lo sabe, y nadie quiere saberlo, y nadie lo informa a los medios”. Declaración de soldado de Israel en los territorios ocupados de Palestina, 2002, p. 323. Ambos publicados en Breaking The Silence, El libro negro de la ocupación. Testimonios de los soldados israelíes en los territorios ocupados, El Viejo Topo, Barcelona, 2015.
Este 2023 va quedando en la historia como el año en que se perpetra un terrible genocidio, en vivo y en directo, del pueblo palestino en los territorios ocupados de Gaza y Cisjordania. A diario, las fuerzas asesinas de Israel operan con un sadismo inhumano sin límites, con la financiación, respaldo, asistencia y asesoría económica, militar y mediática de los Estados Unidos y la Unión Europea y la complicidad silenciosa e inoperante de los vasallos que gobiernan en los países árabes. Ese genocidio en marcha mata en promedio a un niño cada quince minutos y tritura a todos los seres vivos que se encuentran encerrados en los territorios ocupados. No respeta nada: ni hospitales, ni escuelas, ni sedes de la inoperante ONU, ni edificios civiles, ni universidades, ni campos de refugiados, ni ambulancias en las que se transportan heridos. Todo lo que se encuentra en Palestina es un objetivo de las fuerzas genocidas de Israel y forma parte del plan de limpiar esa tierra de sus incómodos y rebeldes habitantes, que se han negado a aceptar pasivamente la dominación colonial de los sionistas desde hace 75 años.
Fisgón,” Calavera sionista”, La Jornada, 2 de noviembre de 2023.
Para intentar borrar la huella de sus crímenes, los sionistas matan a los periodistas en forma premeditada, como lo han hecho con 36 de ellos hasta el momento en que se escriben estas líneas. El nivel de destrucción, hecho con una sevicia pocas veces vista en la historia reciente y con un carácter masivo, sistemático y planificado, retrotrae a nuestro presente la terrible experiencia de los nazis en la segunda guerra mundial, por dos razones: de una parte, la magnitud de la crueldad alcanzada para matar palestinos y rebajarlos a una condición de animales que deben ser extinguidos de la faz de la tierra (esta es, simplemente, la actualización de la “solución final” de Hitler y compañía); y de otra parte, el deleite de los asesinos, que no ocultan su felicidad por la muerte, el dolor y el sufrimiento del martirizado pueblo palestino.
En este segundo aspecto, Israel cuenta con miles de “Ángeles de la muerte”, similares o peores que el “Doctor Josef Mengele”, el tristemente asesino nazi que en “forma científica” y con “tecnología sofisticada” torturaba a los prisioneros de los campos de concentración y luego daba la orden de matarlos y se deleitaba, de manera patológicamente inhumana, con el dolor que causaba. Esto mismo sucede en Israel donde al tiempo con el genocidio y la limpieza étnica de los palestinos, sus responsables directos se frotan las manos de dicha y felicidad por la labor asesina que realizan. Al respecto, valga recordar que en todos los bombardeos que sufren los palestinos periódicamente desde hace décadas, al lado, en el territorio de Israel, los colonos sionistas “alquilan balcón”, como si un partido de futbol o un espectáculo de farándula se tratara, para contemplar en vivo y en directo, aplaudir y darle muestras de apoyo a los aviones que bombardean, destruyen y arrasan con la tierra palestina y sus habitantes.
Como el “Doctor Mengele”, en Israel abundan los Ángeles de la Muerte, empezando por el peor de todos y cuyo nombre ya ha quedado en los anales de la infamia universal, Benjamín Netanyahu. Este siniestro individuo, que encarna el proyecto genocida de Israel ‒proyecto que acompaña a la entidad sionista desde que existe‒ no duda en presentarse como la encarnación del bien (el “gran Israel”) en su propósito de eliminar el mal (los palestinos) y así lo dice sin escrúpulos: “Nuestra guerra contra Hamás es una lucha de toda la humanidad, es una lucha entre el eje del mal, y el eje de la libertad y el progreso». Reviviendo la atroz historia del colonialismo europeo este criminal se presenta como la encarnación de la luz, mientras que aquellos miles de palestinos, a los que se encarcela, tortura, expulsa y extermina, son la oscuridad. Lo dice sin paliativos: «Nosotros somos el pueblo de la luz, y ellos son la gente de la oscuridad, y la luz triunfará sobre la oscuridad». Este mismo genocida es el que clama, frente a las tropas de Israel, por eliminar a los palestinos (incluyendo a los niños), y se muestra como el realizador actual de las profecías bíblicas: “Ustedes deben recordar lo que los amalecitas [enemigos de Israel] les hicieron, según nuestra sagrada Biblia. Ahora vayan y hiéranlos y destruyan absolutamente todo lo que tengan y no los perdonen, pero mátenlos, tanto a hombres como a mujeres, infantes y lactantes, bueyes y ovejas, camellos y burros”.
Esta mentalidad genocida, de larga duración en el mundo occidental europeo, es una clara expresión de la mentalidad colonial, que hoy encarna como ningún otro país el estado nazi sionista de Israel. Esa mentalidad colonial siempre ha impulsado el exterminio de “todos los barbaros y salvajes”, con la finalidad de apropiarse de las tierras y riquezas de los habitantes originales de los territorios invadidos. Así, Francia, Inglaterra, Italia, España, Holanda, Alemania y luego sus herederos de Estados Unidos han matado y se han regocijado con el dolor y el sufrimiento de los pueblos colonizados. Hoy eso es lo que hace Israel, con lo cual demuestra su estirpe colonialista occidental, de la que tanto se enorgullece el sionismo y los países racistas y colonialistas que hoy lo respaldan.
Esa mentalidad genocida tiene el rasgo adicional, sustentado en su pretendida superioridad y origen divino, de considerar normal y propio de la “civilización y el progreso” el exterminio de los salvajes, sobre lo que además se ufanan en público, como ahora mismo lo hacen los nazis sionistas de Israel. Una muestra de ello, y es lo que da el título a esta nota, se encuentra en las declaraciones del Ministro de Patrimonio de Israel, Amichay Eliyahu, quien dijo el 2 de noviembre en su cuenta de Facebook, al presentar un video en el que una excavadora israelí destruye unas casas en Gaza, que “eso es un placer para la vista” y, con la destrucción llevada a cabo por los genocidas de su país, siendo este Ángel de la Muerte uno de ellos: «El norte de Gaza está más hermoso que nunca». Este Mengele de nuestros días ha dicho que se debe “volar y arrasar todo”, y pensar en el día después, porque «En mi opinión, tenemos que dar parcelas de tierra a todos aquellos que lucharon por Gaza a lo largo de los años y a aquellos que fueron desalojados de Gush Katif», [las colonias que fueron evacuadas en 2005 por orden de Ariel Sharon].
Gaza, convertido en el cementerio más grande del mundo y eso para un asesino oficial de Israel convierte esta tierra devastada en un hermoso lugar para los colonos invasores
Este mismo “Ángel exterminador” ha dicho el domingo 5 de noviembre que considera a todos los habitantes de Gaza terroristas que deberían ser borrados del mapa con una bomba nuclear. Este criminal con puesto de ministro ha reiterado que se deben impulsar asentamientos judíos en la Franja de Gaza y matar a los palestinos porque “cualquiera que levante la bandera de Hamás no debería seguir viviendo en la Tierra”. Si, de milagro, algunos quedan vivos deben ser expulsados lejos de sus tierras.
Otro de los Mengeles de Israel es su ministro de seguridad Nacional, Itamar Ben-Gvir quien ha escrito: “lo único que necesita para entrar en Gaza son cientos de toneladas de explosivos de la Fuerza Aérea, ni un gramo de ayuda humanitaria”. Y eso es lo que están haciendo, a lo cual hay que agregar ese otro crimen, del que poco se habla y que replica lo peor de los campos nazis, el de llevar a miles de trabajadores a morir en las cámaras de gas. Pues, ahora Israel no se queda atrás de la experiencia nazi y ha devuelto a la Franja de Gaza a 18 mil trabajadores, con una doble intención: romper cualquier vínculo social con los palestinos de las zonas ocupadas y llevarlos directo al matadero, a merced de los bombardeos indiscriminados de la fuerza aérea de Israel.
Los Ángeles de la Muerte de nuestro tiempo, de los cuales está repleto el Estado de Israel, pero que se encuentran en otros lugares del mundo en las altas esferas del poder político, económico, militar y mediático de aquellos que se dicen representantes de la “civilización occidental”, se sofistican tecnológicamente para perpetrar sus crímenes y alardear en público, y así lo hacen los detestables funcionarios del alto gobierno de Israel, que son apologistas e incitadores del genocidio de los palestinos. Incluso, igual que Mengele que tenía títulos universitarios y estudios superiores, los Ángeles exterminadores de Israel ‒así como sus pares en Estados Unidos y la Unión Europea (Joe Biden, Antony Blinken, Enmanuelle Macron, Pedro Sánchez, Olaf Scholz, Ursula Von Der Leyen…)‒ son “Doctores universitarios”, lo que quiere decir que son genocidas de cuello blanco y de alta alcurnia y, por ende, no tienen nada que envidiarle a Josef Mengele.
Lo que sí queda en evidencia, es que a Israel le interesa la tierra y el gas de Gaza y para acceder a los mismos es necesario, en su lógica asesina, destruir todo lo que se encuentre en el suelo palestino, arrasar con edificios, hospitales, escuelas y las personas que allí se encuentran, con la finalidad de limpiar la tierra y luego robársela y asentar allí a colonos y que no quede ni el menor atisbo de que ese suelo fue habitado por los palestinos desde tiempos inmemoriales. Y por eso, uno de ellos dice, que el Norte de Gaza está más lindo que nunca, es casi un jardín. Sí un jardín cementerio, el más grande y poblado del mundo, donde se están enterrando a seres humanos en forma directa con los edificios de acero y hormigón que caen sobre sus frágiles cuerpos.
Crímenes de esta magnitud, adelantados con toda la impunidad del mundo, por el Estado sionista de Israel se llevan a cabo con la protección de la autodenominada comunidad internacional de criminales y genocidas, cuya sede central se encuentra en los Estados Unidos.
No es casual que uno de estos genocidas, el secretario de Estado de los Estados Unidos, Antony Blinken, haya sido denunciado hace algunos días en el Senado de su propio país porque sus manos están manchadas con la sangre de los niños de Palestina, masacrados por Israel con tecnología militar Made in USA.
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