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04 mayo 2017

Cólera en Yemen: Combatiendo una enfermedad mortal en medio de la guerra y el asedio


Middle East Eye

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández


Yemen, un país arrasado por la guerra, está también batallando contra un brote de cólera desde mediados de octubre de 2016.


Niña yemení en tratamiento por el brote de cólera en un hospital de Sanaa, la capital, en octubre de 2016 (Foto: AFP)

Abdul Salam, un profesor de lengua árabe de mediana edad que vive en la remota aldea tribal de al-Mansuri, en la provincia de Bayda, sufrió de repente graves diarreas y vómitos a finales del pasado año. Sus familiares sospecharon que era víctima del brote de cólera que había matado ya a cuatro aldeanos pocos días antes, pero en la zona no había instalaciones sanitarias ni doctores que pudieran atender los síntomas.

El país, asolado por la guerra, lleva luchando contra un grave brote de cólera desde mediados de 2016. El número de muertos por esta enfermedad es de 11, de 180 casos confirmados, aunque parece que los casos sospechosos rondaban, el 11 de enero, la cifra de 15.658, según un informe conjunto realizado por un grupo de trabajo del ministerio de sanidad y varias agencias de la ONU.

La provincia de Bayda está en gran parte controlada por los rebeldes chiíes hutíes y sus aliados, que combaten al gobierno internacionalmente reconocido de Abd Rabbuh Mansur Hadi, quien, desde marzo de 2015, cuenta con el apoyo de la coalición que lidera Arabia Saudí.

Para poder llegar a la clínica pública más cercana en la ciudad de Mukaeras, la familia de Abdul Salam tuvo que cruzar los territorios bajo control de los hutíes, donde la milicia impone el toque de queda nocturno para frenar los ataques de al-Qaida. Anteriormente cuna de esta organización, el grupo militante hutí controla ahora las zonas periféricas y remotas de la provincia.

Para que pudiera aguantar el largo trayecto, los parientes de Abdul Salam le prepararon un remedio tradicional a base de hierbas y yogurt que no le ayudó a mejorar; a la mañana siguiente, Abdul Salam parecía estar casi moribundo.

“Cuando finalmente llegaron al hospital, estaba prácticamente desahuciado”, dijo a MEE.

“Tuvieron que drenarme el cuerpo de arriba abajo”, dijo mientras explicaba que los vómitos y la diarrea le habían dejado el organismo deshidratado.

Sus familiares tuvieron que ir conduciendo durante una hora por un camino muy accidentado y peligroso hasta llegar a la única instalación sanitaria existente en Mukaeras.

Falta de recursos

“Cuando llegamos a la clínica, no había médicos en la plantilla”, dijo. “Las enfermeras me pusieron algunas inyecciones pero no hubo mejoría”.

Más de 14 millones de personas en el Yemen no tienen acceso a servicios sanitarios, según declaró la Organización Mundial de la Salud en marzo, advirtiendo que el transporte de personal médico y el tratamiento para los heridos se había convertido en una tarea extremadamente difícil.

Los doctores eran ya escasos en las zonas rurales del Yemen. Pero desde que empezó la guerra, muchos han abandonado sus empleos tras meses sin recibir salario alguno.

Días después, y como su salud seguía deteriorándose, Abdul Salam fue llevado a un hospital privado dotado de más recursos en la ciudad de Bayda.
Combatientes hutíes recién reclutados gritan eslóganes sobre un vehículo militar durante una concentración en la capital, Sanaa, en enero de 2017 (Foto: AFP)

Allí le ingresaron en la unidad de cuidados intensivos. Los doctores le dijeron a su hermano que había desarrollado una insuficiencia renal grave como consecuencia de la enfermedad y que tendría que depender de forma permanente de una máquina de diálisis.

Aunque su familia se sintió aliviada de que Abdul Salam hubiera sido finalmente atendido, sólo podían permitirse tenerle ingresado en el hospital unos pocos días.

“Me quedé allí varios días, después decidí volver a casa. La factura del hospital era demasiado alta”, dijo Abdul Salam, explicando que su familia había tenido que pagar casi 110$ al día por mantenerle ingresado.

Tras abandonar la clínica, Abdul Salam se trasladó a Aden para poder estar cerca de un centro de diálisis, una instalación de la que su aldea no dispone.

Abdul Salam sólo tiene ahora dos deseos: “Quiero que esta guerra acabe y quiero empezar de nuevo a enseñar aquí, en Aden, para estar cerca del centro de diálisis”.

La respuesta del gobierno

Tras una serie de muertes declaradas como consecuencia del brote de cólera entre los aldeanos de Bayda el pasado año, el departamento provincial del ministerio de sanidad en Bayda envió un equipo de médicos para que hicieran una valoración de la situación en la zona.

El equipo estaba integrados por médicos, enfermeras y técnicos. Yalal Sanah, el director que dirigía el equipo, dijo que se quedaron consternados ante las duras condiciones sanitarias del pueblo de al-Mansuri y zonas vecinas.

“Cuando llegamos, el cólera había matado ya a varias personas y varias docenas habían contraído la enfermedad y sufrían diarreas y vómitos”, dijo Sanah a MEE. “Y más de la quinta parte de la población de Mukaeras, alrededor de 5.000 habitantes, sufrían síntomas asociados con la enfermedad”.

“A principios de este años, casi 1.145 personas en el distrito sufrían diarrea acuosa aguda [un síntoma asociado con el cólera]”, dijo Sanah.
Zonas controladas por los diferentes grupos inmersos en la guerra en Yemen (color rosa: gobierno y coalición liderada por los saudíes; verde: antiguo gobierno, hutíes y aliados tribales; y gris: al-Qaida y aliados tribales.

Durante varias semanas, el equipo se trasladó de una aldea a otra tratando los casos sospechosos de cólera y enviando a los más graves a instalaciones sanitarias adecuadas en la ciudad de Bayda. Mientras tanto, estuvieron educando a los aldeanos en temas de salud e higiene para limitar la propagación de la enfermedad.

El plan de tratamiento del equipo y las actividades de concienciación lograron mejoras apreciables.

Según Sanah, el número de casos sospechosos de cólera en Mukaeras cayó de 56 por día a 18, mientras que el número de muertes era de cero en el momento en que el equipo abandonó la zona.

Desafíos más amplios

A pesar de llegar a docenas de personas, Sanah dijo que su equipo sólo había arañado la superficie del problema. Que eran necesarios muchos más esfuerzos para poder eliminar el caldo de cultivo de la enfermedad.

“Las causas principales del brote de cólera siguen aún ahí”, dijo Sanah. “No hay alcantarillado ni agua potable y los embalses están desprotegidos.

“No hay aseos y la gente se alivia al aire libre. Pero no puedes pedirles que construyan un aseo si ni siquiera se pueden permitir comprar comida para sus niños”, añadió.

Sanah explicó que si no se abordaban las cuestiones estructurales, la enfermedad continuaría propagándose por todo el país.

Miles de yemeníes han sufrido de cólera a principios de este año a la vez que el sistema sanitario se deterioraba cada vez más como consecuencia de la guerra. Según la OMS, sólo el 45% de las instalaciones sanitarias del país continúan siendo funcionales y accesibles, y al menos 274 de ellas han resultado dañadas o destruidas durante el conflicto.

Foud Edris, médico y director de la oficina provincial de salud de Bayda, dijo a MEE que su oficina había documentado 20 muertos y 2.300 casos sospechosos de cólera desde finales del pasado año, añadiendo que la mayoría de los casos se habían registrado en los distritos de Mukaeras y al-Shureyah.

“Estamos bajo asedio a causa de la guerra. Las medicinas vitales no nos llegan a tiempo y las muestras de sangre tardan muchísimo en llegar a Sanaa”, dijo Edris, explicando que la capital, bajo control hutí, es el único lugar que cuenta con laboratorios especializados.

Para Sanah y su equipo de nueve médicos, la guerra impone desafíos mucho más duros aún pero hacen cuanto pueden para seguir tratando a sus pacientes en la provincia. Cruzar de los territorios controlados por los hutíes a las zonas bajo dominio de al-Qaida para revisar a los pacientes y sus planes de tratamiento significa habitualmente que los militantes de cada uno de los bandos te retengan, te registren y te interroguen, dijo Sanah a MEE.

Según la OMS, la grave escasez de medicinas esenciales, el limitado combustible para la electricidad y el escaso número de equipos médicos especializados, como doctores y enfermeras de cuidados intensivos, han exacerbado la situación sanitaria en Yemen.

Pequeños pasos

A pesar de los muchos retos, los recientes esfuerzos desplegados por los organismos del gobierno y las ONG internacionales han conseguido limitar la propagación de la enfermedad.

Aunque no hay estadísticas sobre la cifra de casos recientes de cólera, los informes esporádicos de responsables oficiales indican un descenso notable en las muertes y casos sospechosos.

Abdul Naser al-Wali, director del departamento del ministerio de sanidad en Aden, dijo a MEE que en las instalaciones sanitarias de la ciudad no se habían registrado casos nuevos desde el mes de febrero.

“En los primeros días del brote de cólera, no estábamos preparados para afrontar lo que se nos vino encima”, dijo a MEE mientras explicaba las campañas de prevención lanzadas después para abordar el problema.

“Ahora hemos reforzado la colaboración con organizaciones locales e internacionales para combatir la propagación de esta enfermedad.”

Said Al-Batati es un periodista independiente. Vive en la sureña ciudad portuaria de Al Mukala (Yemen). Colabora habitualmente con Gulf News, Al Jazeera English, New York Times, the Guardian y Foreign Policy . Puede contactarse con él en: albatati88@hotmail.com


Esta traducción puede reproducirse libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y a Rebelión.org como fuente de la misma.




https://www.rebelion.org/noticia.php?id=226198


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