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05 enero 2018

La única crónica que Robert Capa escribió durante la guerra civil



Se cumplen ochenta años

Nueva Tribuna

Robert Capa tomó cientos de fotos de la guerra civil española, pero solo escribió una crónica. Fernando Olmeda reconstruye aquella cobertura de la toma de Teruel por el ejército republicano, en los primeros días de 1938, que animó al fotorreportero húngaro a sustituir, por una vez, la cámara fotográfica por la máquina de escribir.


En los últimos días de 1937, la lucha por el control de Teruel es salvaje. El ejército popular republicano ha lanzado una ofensiva sobre la ciudad, en la que los efectivos capitaneados por el coronel Domingo Rey d'Harcourt resisten a toda costa, cumpliendo órdenes de Francisco Franco. Paralelamente a la encarnizada lucha sobre el terreno se libra la batalla de la propaganda. El parte de Año Nuevo del ejército franquista afirma que “las fuerzas nacionales han llegado a Teruel, levantando el cerco de las tropas rojas, derrotadas en brillantísimo combate”. Nada más lejos de la realidad.

Robert Capa, que ha cubierto diferentes escenarios de la guerra civil y ha perdido a Gerda Taro en julio durante la batalla de Brunete, había viajado desde Barcelona a Teruel ese mismo mes de diciembre de 1937 con una expedición de corresponsales españoles y extranjeros. «La Vanguardia» da cuenta de ese viaje en una nota en la que, a pesar de ser ya un afamado fotógrafo, se le nombra como Capo.

Allí toma fotografías que forman parte de su primer reportaje para la revista «Life», publicado en enero de 1938. Entre las imágenes de aquellos días en el frente de Teruel está la de Ernest Hemingway junto a efectivos de la 84ª Brigada Mixta en el Cerro de El Mansueto. El día 24 los corresponsales extranjeros regresan a su 'cuartel general', el hotel Majestic de Barcelona.

Cuando Robert Capa y Herbert Matthews escuchan en una radio francesa la noticia de la supuesta recuperación de la ciudad por las tropas sublevadas, deciden regresar a la zona. Emprenden camino el día 28 en el mismo Ford en el que habían hecho varias veces el trayecto entre Valencia y Teruel, pero en esta ocasión no les será fácil llegar, porque las carreteras están bloqueadas por el temporal. Decenas de vehículos republicanos de refuerzos y suministros están parados, atrapados por sesenta centímetros de nieve. Llegan el día 2 a Barracas, donde se encuentra el cuartel general del Ejército de Levante, y pasan la noche en una casa de campesinos junto a efectivos del cuerpo de carabineros, mayoritariamente leal a la República. En sus memorias, Matthews recuerda que la cena se compone de bacalao seco, pan, vino y café, y después de conversar sobre la guerra y las mujeres duermen envueltos en mantas junto a un fuego de campamento.

El día 3 prosiguen camino a Teruel. Aunque llegan con la idea de que los franquistas han tomado la ciudad, pronto comprueban que la situación es distinta. En el libro “Si me quieres escribir. Gloria y castigo de la 84ª Brigada Mixta”, el periodista y escritor Pedro Corral describe minuciosamente la peripecia de Capa y Matthews, que, una vez dentro de Teruel, se dirigen hacia el gobierno civil, donde combatientes de dicha Brigada se disponen a atacar el último reducto faccioso.

Se internan junto a los soldados republicanos en el edificio, donde se disputa encarnizadamente cada piso, cada tramo de escalera, cada estancia, todo reducido a escombros por la acción de las minas, la artillería y los incendios. A las seis de la tarde, el Ministerio de Defensa de la República difunde un parte extraordinario en el que confirma la toma del edificio.

Capa y Matthews permanecerán unas horas en la destrozada ciudad. El fotorreportero toma imágenes de las tropas republicanas, en cuyos rostros destaca la ausencia de triunfalismo. Aquellas imágenes valían tanto o más que mil palabras. Sin embargo, quizá pensó que, además de apretar el disparador de su cámara, podía narrar con palabras lo que sus ojos habían presenciado.

Fue una crónica excepcional, única, que «Ce Soir» publicó el sábado 8 de enero. En portada, el diario comunista titula: “Los dramáticos combates en Teruel”. Y subtitula: “Visiones del horror en el palacio del gobierno civil, por nuestro enviado especial R. Capa, que regrtesó ayer a París”. Le acompaña una fotografía de un soldado republicano haciendo guardia entre los escombros, y un pie de foto (“En lo alto de Teruel, el centinela republicano vigila”) con una llamada al artículo de Capa, en página 5, y a su reportaje fotográfico en última.

El artículo de páginas interiores no lleva un titular de tipo periodístico, simplemente se limita a decir: “Nuestro colaborador Robert Capa, de regreso de Teruel, nos describe la lucha implacable en los sótanos de la ciudad”. En la primera parte del texto, Capa describe su penoso desplazamiento hasta Teruel, y ensalza la "perfecta organización del ejército español" para desbloquear la ruta, en un descomunal trabajo de veinte horas de duración.

Rememora la entrada a la ciudad, cuyas calles "están vacías", el cielo "extraordinariamente claro a pesar del intenso frío", y el vuelo de "cuarenta aviones en dirección a La Muela". Después, la entrada al gobierno civil. "Una batalla de habitación en habitación, una lucha sin piedad, con granadas", relata Capa, quien convierte en protagonistas del ataque a "los hombres de la 40ª Brigada", confundiendo la numeración de la 84ª Brigada con la de la 40ª División, en la que aquella se encuadraba.

Continúa la crónica describiendo los gritos de ¡Arriba España! provenientes del interior del edificio, el "prudente avance" por las ruinas, porque no se sabe dónde están las mujeres y los niños, y la localización de la población civil. Sobrecogido por las condiciones de los sitiados, escribe: "Más de cincuenta personas, la mayor parte mujeres y niños, cegados por la luz, nos mostraron sus rostros cadavéricos, manchados de sangre y mugre. Desde hacía más de quince días en los sótanos, habían enfermado, viviendo en un terror continuo, alimentados de restos de comida de la guarnición y de algunas sardinas que les tiraban diariamente. Muy pocos tuvieron fuerzas para levantarse; hubo que ayudarlos a salir. Es imposible describir una escena tan penosa".

Después, reseña los combates en otros puntos neurálgicos y el resplandor de las explosiones. Cuenta cómo leen a oficiales republicanos los comunicados rebeldes, a lo que aquellos responden: "Esa batalla se desarrolló quizá en Sevilla, pero con seguridad no aquí en Teruel". Por último, explica la versión republicana de la "retirada" del 1 de enero ("si retrocedimos fue únicamente para no sacrificar inútilmente una división") y bromea con la presunta captura del general Vicente Rojo al preguntar por la identidad del mando que habla a un grupo de oficiales: "Aquel es el general Rojo. No se ha portado nunca tan bien como desde que está en cautividad".

En la última página de aquel número de «Ce Soir» aparecen siete fotografías de Capa, en las que describe la toma del gobierno civil, la salida de los prisioneros y una de sus imágenes más conocidas: La del paisaje desolado que se observa a través del boquete abierto en un muro, hacia el que dirigen su mirada dos soldados, "espectadores como Capa" -escribe Corral- "de aquel fresco de destrucción y muerte donde aparece retratado el verdadero protagonista de la foto: el vacío de la guerra".



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