Por: Carlos Flanagan*, Resumen Latinoamericano, 20 de noviembre de 2023.
El resultado de la segunda vuelta o balotaje entre los dos candidatos más votados en la primera vuelta, Sergio Massa y Javier Milei fue impactante por la sorpresiva diferencia final entre ambos candidatos.
Con más del 99% de los votos escrutados Milei ganó con el 55,69% frente al 44,31% de Massa.
Todas las empresas encuestadoras, así como los analistas políticos, pronosticaban un final cabeza a cabeza, con una diferencia no mayor a los tres o cuatro puntos porcentuales a lo sumo.
La amplia victoria de Milei no era esperada ni por su propio equipo de campaña.
No fue casual pues que Santiago Viola – apoderado de La Libertad Avanza – el día anterior a la elección realizara una presentación ante la autoridad electoral solicitando que se extremaran los recaudos en aras de la transparencia en el acto electoral.
Esta podría operar como antecedente en el caso que Milei – perdiendo por estrecho margen- planteara como hizo Donald Trump en su momento, una acusación de fraude.
Luego de la negativa de Cristina Fernández de Kirchner de ser candidata a la presidencia, la de Sergio Massa surgió como una fórmula de acuerdo entre los diversos sectores peronistas y kirchneristas.
Que el candidato fuera el Ministro de Economía de un gobierno que había fracasado en su política económica dejando al país con una inflación superior al 140% y un 40% de su población en situación de pobreza, no era una buena opción.
Para un gran sector de la sociedad era, como dice el refrán, “mentar la soga en la casa del ahorcado”. Esto sumado al apoyo a Milei por parte del PRO de Mauricio Macri y de Patricia Bullrich, terminó reflejándose en el resultado final.
Lo que se viene
Más allá de su pobre discurso en la noche del triunfo – leído a los efectos de no caer en sus habituales gestos destemplados – en el cual reafirmó que no negociaría nada de lo prometido, los contenidos ya habían sido claramente expuestos en su campaña y en diversos reportajes. Señalamos algunos de los principales:
• Eliminación del Banco Central y dolarización de la economía; lo que podría implicar a futuro la desaparición del peso como moneda nacional.
• Derogación de la reciente ley de alquileres que beneficia a los inquilinos.
• Privatización a ultranza. “todo lo que pueda estar en las manos del sector privado, va a estar en las manos del sector privado”. Ya señaló la privatización de los medios de comunicación estatales (Radio Nacional, TV Pública y Agencia Télam), así como YPF y ENARSA.
• Represión de las protestas sociales. “Cuando hay un delito se lo reprime”. “Acá la ley se va a cumplir”. “Estamos trabajando para mantener el orden en las calles”.
• En materia internacional, previo a su asunción el 10 de diciembre, viajará a Estados Unidos y a Israel; toda una señal. En línea además con su manifestada intención de no mantener relaciones comerciales con China. En contraposición con el gobierno de Lula en Brasil, jugará un papel negativo en el MERCOSUR y la concreción de su eventual tratado con la Unión Europea, lo mismo hará en el ámbito de la CELAC y jugará en contra de todo intento de recomposición de la UNASUR.
La aplicación de su plan de gobierno dependerá de la correlación de fuerzas que pueda tener en base a acuerdos en las Cámaras de Senadores y Diputados.
En base a los resultados preliminares, la Cámara de Diputados, de 257 miembros quedaría conformada por:
Unión por la Patria – 108
Juntos por el Cambio – 93
La Libertad Avanza – 37
Otros – 19
La Cámara de Senadores de 72 miembros:
Unión por la Patria – 34
Juntos por el Cambio – 24
La Libertad Avanza – 8
Otros – 6
En definitiva, más allá de la oposición que se pueda desarrollar a nivel parlamentario, el papel de oposición clave lo debería jugar el movimiento popular organizado.
Recalco lo de “debería”, así conjugado en condicional, ya que desde hace muchas décadas, la falta de unidad es su talón de Aquiles.
En el plano sindical, hasta ahora no han logrado tener una única central de trabajadores clasista y como tal independiente de todo partido político.
En lo político tampoco han podido construir un frente que aglutine a todas las organizaciones de la izquierda y el progresismo del país.
A mi entender, en la Argentina existen y coexisten demasiados “anti”: antiperonismo, anticomunismo, antisocialismo y un largo etcétera que no le hacen nada bien a la salud del movimiento popular.
Baste recordar los apoyos directos o indirectos que tuvieron algunos golpes de estado militares como la “Revolución Libertadora” de 1955 (también llamada “fusiladora”) y otros posteriores por parte de grupos de izquierda.
La unidad no se basa en vamos juntos si “estamos de acuerdo hasta en los puntos y las comas” o no vamos. Por el contrario se trata de acordar un programa mínimo de acción común basado en principios y normas compartidos.
Finalmente, digo que de los pocos “anti” que rescato como necesarios para cimentar la unidad de cualquier movimiento popular organizado, cuentan dos: el ser definidamente antimperialista y antioligárquico.
*Ex integrante de la Comisión de Asuntos y Relaciones Internacionales de Frente Amplio. /Ex Embajador de Uruguay.
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