El Gobierno argentino confirmó que retirará a su personal de la embajada en Caracas, en sintonía con la disposición de la administración venezolana tras la decisión de Milei de no reconocer el triunfo de Maduro en las elecciones presidenciales. "Probablemente, las relaciones queden suspendidas", dijo a Sputnik el analista Juan Venturino.
Las tensiones diplomáticas entre Argentina y Venezuela siguen en aumento. Buenos Aires confirmó el desalojo de la Embajada en Caracas luego de que el Gobierno de Venezuela determinó suspender las labores diplomáticas entre ambas naciones, consecuencia de que el Gobierno de Javier Milei no reconoció el triunfo electoral del presidente Nicolás Maduro.
Después de que Milei tildara de "dictador" a su par venezolano —quien fue reelecto con el 51,2% de los votos, superando al opositor Edmundo González, que obtuvo el 44,2%—, la canciller Diana Mondino fue enviada a Estados Unidos para participar de una sesión convocada por la Organización de Estados Americanos (OEA), donde se tratará el posicionamiento que adoptará su país, alineado con Washington.
Días antes, el canciller venezolano Yván Gil informó que, producto del desconocimiento de la victoria del oficialismo, el Gobierno en Caracas había decidido retirar a su personal diplomático de Argentina, Chile, Uruguay, Perú, Costa Rica, República Dominicana y Panamá. Además, la administración de Maduro exigió que dichos países
retiraran a sus representantes diplomáticos.
En la nota enviada a Buenos Aires, el Ministerio del Poder Popular para Relaciones Exteriores de la República Bolivariana de Venezuela solicitó el retiro de los funcionarios argentinos por "las injerencistas acciones y declaraciones de su gobierno de desconocer los resultados electorales de los comicios presidenciales".
El Gobierno de Milei respondió a través de las redes sociales realizando un llamamiento "sobre la importancia de bregar por el cumplimiento de la normativa internacional que rige las relaciones diplomáticas entre los Estados".
La escalada de tensiones comenzó la noche de los comicios, cuando el presidente argentino expresó en sus redes que "Argentina no va a reconocer otro fraude, y espera que las Fuerzas Armadas esta vez defiendan la democracia y la voluntad popular". La respuesta no tardó en llegar. El canciller Gil le respondió sin eufemismos: "Nuestra victoria aplastante es una señal inequívoca que nuestros pueblos derrotarán el fascismo que promueves".
La tensión entre Argentina y Venezuela tiene como antecedente directo los movimientos realizados durante la presidencia de Mauricio Macri (2015-2019), quien suscribió al Grupo de Lima como uno de los miembros de mayor peso, cuando la instancia multilateral planeó avanzar contra el Gobierno de Nicolás Maduro, en sintonía con las presiones ejercidas por Estados Unidos y la Organización de Estados Americanos (OEA).
Agravios personales, efectos diplomáticos
"Milei tiene un comportamiento radicalizado producto de una impronta ideologizada y con poca raigambre institucional. Es absolutamente imprudente e inapropiada su forma de dirigirse hacia el presidente de Venezuela", dijo a Sputnik el analista internacional Juan Venturino.
Consultado por Sputnik, el sociólogo y analista Jorge Elbaum consideró que "las derechas hallan en el presidente argentino a quien busca posicionarse como mascarón de proa de todos los sectores reaccionarios de América Latina. Son parte de ese fenómeno que en algún momento se llamó el Grupo de Lima, que solamente acepta la democracia cuando ganan ellos".
Según el investigador, la escalada de agravios no augura una salida diplomática en el corto plazo. "Hasta que en Argentina haya un Gobierno respetuoso de la soberanía venezolana, probablemente las relaciones entre ambos países queden prácticamente suspendidas", consideró.
"Milei ha encarado una sobreactuación de la política exterior, insultando a Lula Da Silva, a Andrés Manuel López Obrador, a Gustavo Petro y Gabriel Boric, entre otros. Es una situación absolutamente incongruente con la historia de la diplomacia argentina, por un lado, y con lo que los argentinos pretenden en sus vínculos con América Latina y con el mundo, por el otro", remarcó Elbaum.
El aterrizaje de la canciller argentina Diana Mondino en Estados Unidos no es casualidad. Habida cuenta del alineamiento irrestricto profesado por Milei hacia Washington, la participación de su ministra de Relaciones Exteriores en la reunión de la Organización de Estados Americanos (OEA) constituye una instancia más de un vínculo por demás estrecho.
Según Elbaum, la OEA fue fundada a instancias de la Casa Blanca "con el objetivo de disciplinar y básicamente orientar las políticas exteriores de cada uno de los países de la región, bajo una lógica absolutamente militarizada liderada por el Comando Sur norteamericano. Realmente no tiene ningún tipo de legitimidad".
"El rol de la OEA recientemente ha sido del apoyo a un golpe de Estado en Bolivia, cuya perpetradora, Jeanine Añez, hoy está purgando una condena de ocho años de prisión por eso. Básicamente esta organización es el brazo operativo de Estados Unidos en la región, y Argentina no debería responder a sus intereses", precisó el sociólogo.
Consultado acerca de cuál debería ser el accionar del mandatario argentino frente al escenario dispuesto, el experto destacó el rol del presidente de México. "
La posición más acertada es la de López Obrador, quien propuso esperar las actas correspondientes y, en caso de que haya diferencias, como siempre hay en todos los procesos electorales, recién ahí acudir a la Justicia, como puede hacerlo cualquier ciudadano venezolano", apuntó Elbaum.
"Lo que Argentina definitivamente no puede aceptar es este procedimiento generado por la oposición que busca producir y generar violencia desde afuera del país hacia adentro", afirmó el analista.
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