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06 julio 2025

¿Cómo Israel recicla mentiras sobre interceptación de misiles iraníes?



Por tercera vez, el régimen israelí ha declarado una tasa de éxito inverosímil en la interceptación de misiles balísticos iraníes.

Por Ivan Kesic

Esta vez presume una fantasiosa cifra del 86 %, una afirmación repetida sin mayor escrutinio por gran parte de los medios dominantes occidentales.

Esta semana, medios israelíes difundieron declaraciones del ministerio de guerra del régimen, en las que se asegura que durante la guerra entre Israel e Irán de junio de 2025 fueron interceptados 86 misiles iraníes y el 99 % de los drones.

Según dichos informes, los datos corresponden a 12 días de conflicto, durante los cuales Irán habría lanzado 532 misiles balísticos en aproximadamente 42 andanadas contra los territorios palestinos ocupados. De acuerdo con las mismas fuentes, alrededor de 300 misiles habrían caído en “zonas abiertas”, mientras que unos 200 habrían sido interceptados por los sistemas de defensa aérea israelíes y estadounidenses.

Los sistemas de interceptación mencionados incluyen la Honda de David y los misiles Arrow 2 y 3 de Israel, junto con los sistemas THAAD y Aegis suministrados por Estados Unidos, con un costo total aproximado de 5 mil millones de shékels, es decir, cerca de 1500 millones de dólares.

En una evaluación triunfalista, el ministerio de guerra israelí aseguró que estas interceptaciones evitaron más de 15 mil millones de dólares en potenciales daños materiales y “salvaron incontables vidas”.

Algunos funcionarios sionistas fueron aún más lejos, al afirmar que solo entre 25 y 31 misiles balísticos iraníes impactaron efectivamente en objetivos dentro de los territorios ocupados.

Pese a las evidentes inconsistencias en estas cifras —que desafían tanto las pruebas disponibles como la aritmética más básica—, los medios occidentales repitieron estas afirmaciones casi con reverencia, sin ofrecer prácticamente ningún tipo de análisis crítico.

Un patrón de éxitos fabricados

No se trata de un caso aislado. Es la tercera vez que el régimen israelí difunde datos claramente falsificados sobre las tasas de éxito en sus interceptaciones, solo para ver cómo estas narrativas son absorbidas sin cuestionamiento en el discurso occidental.

Tras las operaciones iraníes “Verdadera Promesa 1” y “Verdadera Promesa 2” en abril y octubre del año pasado, los funcionarios del régimen israelí presumieron una ya familiar tasa de interceptación del “99 %”. En la segunda operación, afirmaron que Irán lanzó 200 misiles balísticos, lo que implicaría que apenas dos lograron burlar las defensas israelíes.

Sin embargo, las imágenes satelitales cuentan una historia muy distinta. En la base aérea de Nevatim —uno de los tres objetivos clave iraníes junto con la base de Tel Nof y la sede del Mossad—, 33 misiles iraníes impactaron directamente, de los cuales 26 causaron graves daños estructurales, incluyendo cinco hangares.

 

Estas cifras, por sí solas, desmontan las afirmaciones exageradas de Israel, al igual que lo hace el material independiente difundido por fuentes civiles, que documenta decenas de impactos —muchos más que los “tres” que el régimen estuvo dispuesto a admitir.

La base aérea de Tel Nof recibió impactos directos que provocaron explosiones secundarias entre las municiones almacenadas. Al menos dos misiles alcanzaron zonas cercanas a la sede del Mossad. En total, más de 40 misiles iraníes lograron penetrar las tan promocionadas defensas israelíes durante la operación Verdadera Promesa 2, veinte veces más de lo que admitieron los funcionarios israelíes.

El número de misiles lanzados también fue exagerado. Las pruebas visuales confirman que se lanzaron 53 misiles en tres oleadas: 25 desde Kermanshah, 18 desde Tabriz y 10 desde Shiraz. Esto sugiere que más del 75 % de los misiles iraníes alcanzaron sus objetivos, una tasa de precisión mucho más cercana a las estimaciones iraníes del 90 % que a la afirmación israelí de un “éxito” del 1 %.

Las mismas distorsiones se repitieron tras la operación Verdadera Promesa 1, cuando Israel volvió a insistir en que interceptó “el 99 % de 300 misiles y drones”, una cifra claramente contradicha por las grabaciones disponibles públicamente, en las que se observan numerosos impactos.

Una nueva ronda de engaños

Al igual que en las dos anteriores operaciones de represalia, las más recientes afirmaciones israelíes —una tasa de interceptación del 86 %, 300 impactos inofensivos en áreas abiertas y solo 30 golpes exitosos iraníes— carecen de cualquier evidencia verificable.

La mayoría de los ataques de represalia iraníes y los intentos de interceptación israelíes ocurrieron de noche, y fueron registrados en numerosos videos públicos. En ellos se observan las estelas luminosas de los misiles entrantes, y, con frecuencia, explosiones de impacto en los territorios ocupados.

Todos los sistemas israelíes involucrados —la Honda de David, los Arrow 2 y 3, y el THAAD— utilizan tecnología hit-to-kill, diseñada para interceptar misiles a grandes distancias y altitudes elevadas. Cuando tienen éxito, estas interceptaciones generan colisiones hipersónicas masivas que producen explosiones cegadoras visibles en toda la región.

Si Israel realmente hubiera interceptado 200 misiles balísticos, como afirma, existiría una avalancha de grabaciones corroborativas, provenientes de cámaras personales y de seguridad, todas con fecha y hora.

Pero tal evidencia brilla por su ausencia. Incluso el ejército israelí —reconocido por exhibir sus “logros”— ha sido incapaz de presentar pruebas convincentes.

Tampoco existe evidencia física de restos de misiles esparcidos en Irak o Jordania, como cabría esperar si realmente se hubieran interceptado allí grandes cantidades de proyectiles.

Por el contrario, cientos de videos documentan misiles iraníes atravesando las defensas israelíes y detonando en diversos puntos de los territorios ocupados. Si la mayoría de los misiles iraníes realmente cayeran en zonas abiertas deshabitadas, como afirma el régimen, este estaría ansioso por divulgar imágenes que lo demuestren. En cambio, la censura de fotos y videos se ha aplicado de manera estricta.

De hecho, la magnitud de la destrucción apunta a ataques generalizados contra la infraestructura militar israelí, no a cráteres en tierras agrícolas. Los propios medios israelíes han estimado los daños totales en 12 mil millones de dólares, con proyecciones que alcanzan los 20 mil millones si se incluyen costos indirectos.

Estas cifras impactantes resultan incompatibles con la afirmación de que solo entre 25 y 31 misiles impactaron, a menos que se acepte la improbable idea de que cada misil causó daños por 500 u 800 millones de dólares.

La tasa oficial de éxito del 86 % también contradice una declaración de un alto funcionario de inteligencia israelí ante medios estadounidenses, quien admitió que para el séptimo día de combate solo se interceptaba el 65 % de los misiles iraníes.

Este descenso en la efectividad fue atribuido al despliegue iraní de misiles más rápidos, maniobrables y sofisticados.

Inicialmente, Irán había utilizado misiles balísticos antiguos de combustible líquido, como el Shahab-3, conocidos por su baja velocidad y trayectorias predecibles, lo que facilitaba su intercepción. Sin embargo, estos modelos anticuados se acompañaron de señuelos, que confundieron los sistemas de defensa aérea y agotaron el inventario de interceptores.

A pesar de la amplia documentación de los ataques con misiles, aún no se ha realizado un análisis exhaustivo que detalle cuántos misiles iraníes y sistemas interceptores israelíes fueron desplegados, ni cuál fue la verdadera tasa de intercepción.

Analistas de fuentes abiertas han intentado estimaciones basándose en grabaciones nocturnas del fotógrafo jordano Zaid M. al-Abbadi, pero sus videos cubren solo una fracción del conflicto, exclusivamente de noche, y con un alcance geográfico y vertical limitado.

No obstante, señalan una tendencia clara: los misiles iraníes penetraron las defensas aéreas israelíes con mucha más frecuencia de la admitida oficialmente, y lo hicieron en una proporción mayor al número de interceptores desplegados.

Distracciones y desinformación

Además de exagerar las cifras de interceptación, el régimen israelí emplea una serie de tácticas propagandísticas para ocultar sus fracasos y minimizar los logros iraníes.

Durante la operación Verdadera Promesa 1, imágenes icónicas de misiles iraníes iluminando el cielo sobre la Mezquita de Al-Aqsa y la Cúpula de la Roca en la Jerusalén ocupada al-Quds conmocionaron al mundo, simbolizando el alcance y la determinación iraníes.

En respuesta, funcionarios del régimen israelí, especialmente el embajador ante la ONU, Gilad Erdan, difundieron la extraña narrativa de que Israel estaba “protegiendo Al-Aqsa de misiles iraníes”, intentando sembrar discordia entre Irán y el mundo musulmán en general.

En realidad, esos misiles tenían como objetivo la base aérea de Nevatim, ubicada a 65 kilómetros al sur de Jerusalén ocupada.

De manera similar, durante la operación Verdadera Promesa 3, los propagandistas israelíes afirmaron que Irán había atacado deliberadamente la mezquita Al-Jarina en Haifa. En realidad, un misil impactó el complejo de edificios Sail Tower, situado a 50 metros al sureste, y la mezquita solo sufrió daños menores en la fachada debido a las ondas expansivas.

Israel también alegó falsamente ataques iraníes contra escuelas y hogares. Sin embargo, las imágenes divulgadas muestran daños compatibles no con ojivas iraníes, sino con interceptores israelíes defectuosos.

Quizás el ejemplo más grave fue la afirmación de que Irán había atacado el hospital Soroka. En realidad, los daños provinieron de un ataque contra una sede cercana de inteligencia militar C4I. El régimen suele ubicar infraestructuras militares junto a zonas civiles, para luego manipular los daños colaterales resultantes y presentarlos como evidencia de acciones iraníes.

Instalaciones como la base militar Kirya en Tel Aviv o el Instituto Weizmann, vinculado al ejército, son presentadas en las narrativas oficiales como “civiles”. Además, los videos de los ataques iraníes a estos sitios son severamente censurados, y compartir tales imágenes conlleva riesgos legales considerables.

Por último, la propaganda israelí sostiene que las víctimas de los misiles son mayoritariamente “no israelíes”, omitiendo que a menudo a los residentes no judíos se les prohíbe el acceso a refugios antiaéreos.

Durante la reciente guerra, palestinos, trabajadores chinos y periodistas turcos declararon haber sido negados al acceso a refugios, evidenciando tanto la discriminación sistemática como la hipocresía de las narrativas israelíes de victimización.


Texto recogido de un artículo publicado en PressTV.



https://www.hispantv.com/noticias/opinion/617571/israel-recicla-mentiras-misiles-iran

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