
Por Gabriel Vera Lopes, Brasil de Fato, Resumen Latinoamericano, 21 de abril de 2025.
PANAMA-EE.UU.-CENTSEC25-HEGSETH – El secretario de Defensa de Estados Unidos, Pete Hegseth, pronuncia un discurso durante la Conferencia de Seguridad de Centroamérica (CENTSEC25), organizada por Panamá y el Comando Sur de Estados Unidos, en la Ciudad de Panamá, el 9 de abril de 2025. (Foto: Franco BRANA / AFP)
Los movimientos sociales denuncian una nueva invasión secreta y se preparan para una huelga general indefinida
Desde que Donald Trump regresó a la Casa Blanca, Washington no ha dejado de amenazar a Panamá con su intención de “retomar el Canal”. En las últimas semanas, estas presiones han ido más allá de la retórica y se han convertido en medidas concretas, marcando un momento crucial para la soberanía panameña.
A principios de febrero, el secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, eligió a Panamá como el primer destino de su gira por Centroamérica y el Caribe, un gesto sin precedentes, ya que ningún ministro de Relaciones Exteriores de Estados Unidos ha iniciado nunca su viaje en la región. Pero, lejos de buscar un acercamiento, su visita intensificó la confrontación. Rubio dejó claro que las amenazas de Trump eran serias y que Washington no toleraría ninguna autonomía del gobierno panameño.
Después de la visita, el Departamento de Estado, en su habitual tono coercitivo, emitió una declaración: “El secretario Rubio dejó claro que este status quo es inaceptable”, y agregó que sin un “cambio inmediato”, Estados Unidos tomaría las “medidas necesarias”. La respuesta de Panamá no se hizo esperar: el presidente Mulino anunció el retiro de la Ruta de la Seda y la cancelación de los acuerdos con China.
Sin embargo, los gestos de alineamiento incondicional de José Raúl Mulino con Washington no fueron suficientes para suavizar las exigencias de la Casa Blanca.
En la noche del 10 de abril, el gobierno de Mulino publicó un memorando de entendimiento firmado entre Panamá y Estados Unidos, que autoriza “a personal estadounidense a permanecer temporalmente en el territorio de la República de Panamá”, además de prever ejercicios militares y otras formas de “cooperación” no especificadas.
El acuerdo prevé el despliegue de tropas estadounidenses y contratistas militares (un eufemismo para mercenarios) en territorio panameño durante tres años. Permite la presencia militar estadounidense en aeropuertos y diversas instalaciones de defensa nacional. El acuerdo se firmó durante una visita del secretario de Defensa de Estados Unidos, Pete Hegseth, la primera de este tipo en décadas, quien llegó al país el 8 de abril con el pretexto de participar en una conferencia de seguridad.
Durante su visita a Panamá, Hegseth insistió en que Estados Unidos está comprometido a “recuperar el Canal de la influencia china” y fortalecer la cooperación militar con el país. Aunque admitió que China no opera el Canal —negando así las acusaciones anteriores de Trump—, dijo que una presencia china representaría un “riesgo de espionaje” en la región.
El acuerdo fue bien recibido por Trump, quien, en una conferencia de prensa junto a Hegseth, declaró: “Trasladamos muchas tropas a Panamá y ocupamos algunas áreas que antes no teníamos, pero ahora sí”.
Fantasmas de la invasión militar de 1989
Ante la llegada del nuevo contingente militar estadounidense a Panamá, organizaciones sociales y sindicatos convocan a un paro general que inicia este miércoles 23 de abril. Los docentes de todo el país serán los primeros en paralizar ese mismo día, mientras que el jueves varias organizaciones realizarán una marcha nacional, seguida de un paro general de sindicatos como los de la construcción, los trabajadores rurales y los movimientos estudiantiles.
Los acuerdos firmados entre el gobierno panameño y Estados Unidos violan claramente el Tratado de Neutralidad y la Constitución panameña, además de significar una cesión de soberanía nacional a Washington. Así lo valora Abdiel Rodríguez Reyes, activista y profesor del Departamento de Filosofía de la Universidad de Panamá, quien analizó la situación del país en entrevista con Brasil de Fato .
“Las relaciones entre Panamá y Estados Unidos se rigen por el Tratado de Neutralidad, que es perpetuo. Debemos entender que la única garantía para proteger el Canal de Panamá es precisamente esta neutralidad”, explica Reyes. Somos un país neutral. El Artículo 5 del tratado establece que no puede haber presencia militar estadounidense tras la devolución del canal en 1999. Por lo tanto, solo Panamá puede garantizar su seguridad.
En 1977, después de décadas de lucha del pueblo panameño por la soberanía sobre el canal, el líder Omar Torrijos (1968-1981) y el presidente estadounidense Jimmy Carter (1977-1981) firmaron los Tratados Torrijos-Carter. Estos acuerdos aseguraron que Panamá asumiría el control total del canal a partir del año 2000, poniendo fin al dominio que Estados Unidos había ejercido durante el siglo XX. Además, se estableció que la vía fluvial debía permanecer neutral en tiempos de guerra y de paz, prohibiéndose la instalación de bases militares extranjeras en las zonas vecinas.
Una nueva ofensiva imperialista
Reyes denuncia que “desde el año 2000, Panamá ha firmado alrededor de 20 acuerdos con EE.UU. porque, en la práctica, los militares estadounidenses nunca se han ido realmente”.
Sin embargo, cree que la situación actual es diferente, tanto por el tamaño del contingente militar como por el contexto político. “Hay una queja: recordemos que una de las primeras declaraciones de Trump al asumir el cargo fue que quería ‘recuperar el canal’. Esas fueron sus palabras exactas”, dice Reyes.
Panamá ha sido un país sin ejército desde que sus fuerzas de defensa fueron abolidas tras la invasión estadounidense en 1989. “Por lo tanto, esta presencia militar equivale a una nueva ocupación”, advierte.
Con esta amenaza, vemos que el objetivo de recuperar el canal se está haciendo realidad. No hay transparencia: desconocemos el número de tropas presentes. Según declaraciones de la embajada estadounidense, hay 1.000 marines, cuatro aviones de guerra y lanchas lanzamisiles frente a la costa.
Aunque el memorando no menciona explícitamente bases militares, el Departamento de Defensa de Estados Unidos habla de crear “centros de entrenamiento militar”. “¿Cómo podemos entender estos centros si no son bases secretas? Esto es una afrenta a la memoria de nuestros mártires”, dice Reyes.
“Un territorio, una bandera”
Con 82 kilómetros de longitud, el Canal de Panamá recibe entre 13.000 y 14.000 barcos al año y genera alrededor del 24% de los ingresos del Estado. Es una ruta vital para el comercio global: entre el 3% y el 6% del tráfico marítimo mundial y el 40% de los contenedores estadounidenses pasan por ella.
Reyes enfatiza que la tensión con el imperialismo estadounidense no es nueva: «Nuestra historia ha estado marcada por una relación desigual, basada en la arrogancia y la supremacía estadounidense. Hoy, nuestros líderes actúan con sumisión, entregando el país a los intereses imperialistas».
“Hay insatisfacción porque los beneficios del canal no llegan a la mayoría”, afirma. Dice que es urgente discutir qué significa realmente el control del canal, no sólo a nivel geopolítico, sino también a nivel interno.
Necesitamos defender nuestra soberanía contra potencias extranjeras y, al mismo tiempo, combatir la corrupción local. En estos 25 años, solo una élite se ha beneficiado del canal, mientras el pueblo sigue esperando justicia. Nuestra lucha es contra la arrogancia de Estados Unidos, contra la sumisión de Mulino, pero también por el control efectivo del canal por parte del pueblo panameño.
Editado por: Rodrigo Durão Coelho
https://www.resumenlatinoamericano.org/2025/04/21/panama-gobierno-permite-a-ee-uu-ocupar-militarmente-el-canal/
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