EL PUEBLO MEJORÓ SU NIVEL DE VIDA
El mejoramiento del nivel de vida de la población fue siempre un objetivo esencial de la revolución china, que empezó a materializarse desde el 1 de octubre de 1949 cuando su líder Mao Tsé tung proclamó el inicio del socialismo y la República Popular. Con muchos aciertos y algunos errores, ese objetivo básico avanzó desde el inicio y dio saltos cualitativos desde los cambios introducidos por el Comité Central del Partido Comunista de China en 1978, con las políticas de reforma y apertura propuestas por Deng Xiao ping. A partir de allí se clarificó que mejorar la producción, introduciendo mecanismos de mercado pero siempre con el Estado y la economía estatal jugando el rol rector, era la clave para que la Nación progresara y sobre todo para mejorar la vida de millones de chinos y chinas (hoy 1.400 millones para ser precisos).
Ya mencioné en mi nota anterior (“La China socialista que yo vi”) que ese avance económico social había sacado de la pobreza a 780 millones de habitantes, cumpliendo diez años antes la meta planteada al mundo por la ONU para 2030. Esa data es de la macroeconomía, pero en nuestra visita pudimos corroborarlo con nuestros propios ojos mirando esa sociedad concreta. En los once días de visita por Beijing, Jinan, Qu Zu y Suzhou no vimos jóvenes limpiavidrios, ni lisiados pidiendo limosna, ni familias viviendo en las calles o en las estaciones de trenes ni de subtes ni aeropuertos. Tampoco madres con niños pidiendo en las calles ni ancianos en situación de abandono o personas revolviendo la basura para encontrar algo para comer o para vender. Mi esposa y camarada Irina, muy observadora en el análisis de “lo textil”, como yo le señalo con cierta ironía, me remarcaba: “mirá la ropa que usan, es de muy buena calidad”. Y con su aviso me puse a observar con más atención. Y en efecto, todos iban bien vestidos, con ropa nueva o relativamente nueva, con camperas y ropa de abrigo porque en esos días de fines de noviembre el clima en la capital era de 4 o 5 grados bajo cero.
Ese avance va a proseguir con nuevas metas. Hoy China representa el 19 por ciento del PBI mundial. Es el país de más rápido crecimiento económico en el mundo desde la década de 1980, con un promedio de crecimiento anual de casi el 10% en los últimos 38 años. Uno de los expositores chinos en el Foro del Socialismo Mundial, Chen Enfú, de la Academia de Marxismo del CASS (Academia de Ciencias Sociales de China), expresó que “en 2035 China será un país de renta media y luego, a partir de allí, de renta alta”. Esos progresos se notan en los ingresos y bienestar material del conjunto, pero también en la enseñanza y cultura, en un sentido muy amplio. Un dato me llamó la atención: la CASS está formada por más de 40 academias de Ciencias Sociales, de Historia, de Marxismo, etc. O sea que China no sólo tiene mejor salario y nivel de vida sino más Educación y Cultura, más Política y Marxismo-leninismo.
En Argentina, con los avances de la derecha y la reacción desde antes de la victoria del fascista Javier Milei se decía que los sectores populares habíamos perdido la “batalla cultural”. En China, en cambio, el socialismo la viene ganando en forma amplia y contundente. Sus medios son estatales y públicos, sin el dominio de Magnetto-Clarín y los monopolios privados nacionales y multinacionales. Hay 3.000 canales de televisión -entre estatales, regionales, provinciales y municipales- y solo Beijing Televisión tiene 10 cadenas diferentes. La CCTV -la Televisión Central de China- posee más de 20 canales, algunos que emiten en árabe, ruso, español o inglés, que era el que nosotros mirábamos un ratito a la hora del desayuno o almuerzo o cena en los hoteles. Muy poca propaganda comercial en esas pantallas y en las calles, a diferencia de nuestro país donde te atiborran de ofertas para que consumas y te endeudes, hasta enfermarte (y después te ofrecen los supuestos medicamentos para curarte).
EDUCACIÓN PARA TODOS
En un mundo tan mercantilizado por el capitalismo me sonó a música los dichos de Chen Yi, director del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad de Suzhou, de que “acelerar los conocimientos en Filosofía es completar los conocimientos científicos de China”. Su Universidad había presentado 148 proyectos, de los cuales 45 eran de Ciencias Sociales, ocupando el quinto lugar entre las universidades del país por número de proyectos: en 2023 ganó 23.
Una perla de su sistema educativo la pudimos apreciar en la visita a una escuela en Suzhou, de unos 1.500 alumnos, en un amplio predio con sus aulas pero también sus canchas de diversos deportes incluido el fútbol. Íbamos pasando por aulas donde los chicos y chicas estaban en clases, o bien haciendo sus coros y orquestas, o en clase de danza, u operando aparatos más complejos que simples computadoras, en bibliotecas, etc. La barrera del idioma es impiadosa -aunque un par de traductoras al español procuraban explicarnos – pero en muchos casos no hacía falta. Los alumnos y profes estaban felices en lo suyo, orgullosos de su escuela y estudios. Nos saludaban y nos regalaban sus mejores sonrisas y saludos de corazones armados con sus dos índices y dos pulgares, además de tarjetitas y dibujos. Vi una infancia y adolescencia feliz, sana y preparándose para las tareas que la nación China le depare.
China tiene 1.200.000 graduados por año en Ciencia y Desarrollo, en tanto los estadounidenses 200.000, dijo Atilio Borón en el Foro de Beijing. Según Wikipedia, tiene “un sistema educativo que proporciona 2 millones de graduados en ciencias e ingeniería al año y la atracción de más de 100 parques científicos”.
Un habitual crítico del gobierno de Xi Jinping como Julián Varsavsky, citó en Página/12 (11/3/2023), el informe de un think thank, el Instituto Australiano de Política Estratégica. El estudio, “Seguimiento de tecnología crítica”, afirmaba que China lidera la investigación mundial en 37 de las 44 tecnologías críticas: “nuestra investigación revela que China ha construido las bases para posicionarse como la superpotencia líder a nivel mundial en ciencia y tecnología, estableciendo a veces un impresionante liderazgo en investigaciones de alto impacto en la mayoría de las tecnologías emergentes dominantes”.
Una semana después que dejáramos Beijing se reunió allí la Conferencia Central de Trabajo Económico, la de más alto nivel. Ahí subrayaron la importancia de la innovación científica y técnica, para “liderar el desarrollo de un sistema industrial moderno”. Van a fomentar la innovación industrial a través de la ciencia y tecnología y forjar nuevos sectores, modelos y motores con adelantos disruptivos y de vanguardia. Según el Ministerio de Ciencia y Tecnología, la inversión en I+D de China llegó a los 3,09 billones de yuanes (430.000 millones de dólares) en 2022, triplicando la cifra de diez años atrás.
También en lo cultural se pueden apreciar los avances bajo el socialismo, recordando que cuando se fundó la República Popular China en 1949, la población analfabeta suponía el 80 por ciento de sus 500 millones de habitantes. Xulio Ríos, asesor emérito del Observatorio de la Política China, escribió el 22/7/2021: “¿Milagro? El PIB de China en 1949 se correspondía con el de 1890, la esperanza de vida era de 35 años y la población era abrumadoramente analfabeta. China era un país deshecho por décadas de guerra civil y contra el invasor nipón, salpicado de concesiones otorgadas a las potencias imperialistas que habían irrumpido en sus costas desde finales del siglo XVIII. Hoy, la esperanza de vida supera los 76 años y según el último censo el analfabetismo apenas supera el 2,6 por ciento, con más de 218 millones de personas con educación universitaria. Cualquier magnitud que elijamos, el asombro no deja lugar a dudas”. Lo dice este especialista tan poco maoísta que en esa misma nota calificó a Mao de “pésimo gestor”.
En esa revalorización de la cultura milenaria, los organizadores del CASS, una vez terminado el Foro del Socialismo Mundial en Beijing nos llevaron a conocer el Museo de Arqueología. Allí hay un recorrido histórico, desde los primeros huesos, piedras y armas usadas por el hombre miles de años atrás hasta los modernos exponentes de esa cultura. Y como el arte es siempre político, el último pabellón del Museo de Arqueología está dedicado al socialismo chino, el Partido Comunista, su líder Xi Jinping, etc, como para que a los visitantes les quede claro de dónde vienen, dónde están parados hoy y hacia dónde van.
CHINA SE DEFIENDE
Hablando de arte, política y museos, también los anfitriones nos llevaron a visitar el Museo del Partido Comunista, inaugurado en 2021, al cumplirse el centenario de su fundación. Son edificios modernos y enormes, con gran cantidad de pabellones, ilustrados con cuadros, estatuas, audiovisuales, reconstrucción de objetos históricos, por caso la barcaza donde el 1 de julio de 1921 se completó el I Congreso del partido, en Shanghai. Están las fotos de los 13 delegados chinos, entre ellos un muy joven Mao Tsé tung y 2 delegados soviéticos de la III Internacional. En ese momento el total de comunistas en el país eran 50. Ese fue el punto de partida de un esfuerzo notable por aplicar el marxismo-leninismo a la realidad concreta de China e ir creciendo en la lucha por el poder, contra las fuerzas reaccionarias semifeudales y proimperialistas de Chiang Kai shek y del imperialismo japonés.
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