© AFP 2023 / TOM WILLIAMS
El director de la CIA, William Burns, quien fue diplomático en Moscú, acepta que concluyó la "primacía global" de EEUU frente a sus "principales rivales": China y Rusia. Desde la nostálgica unipolaridad, lanza su feroz diatriba contra Putin y juzga que la operación militar de Moscú ha sido "un fracaso", cuando la evidencia indica lo contrario.
En su reciente ensayo para el muy influyente think tank Foreign Affairs, con sede en Nueva York, el exdiplomático de 32 años de carrera, William Burns, quien sirvió en dos ocasiones en Moscú, hoy director de la CIA, sopesa el futuro del espionaje clásico ante el fulgurante avance de las nuevas tecnologías, primordialmente la inteligencia artificial.
Burns no aporta nada nuevo y repite la tesis consabida tanto por la Comisión de Defensa Nacional de EEUU —que define a Rusia y China como "competidores globales"— como por la Guía de Seguridad Nacional de EEUU: el Diálogo con Rusia y China sobre la Estabilidad Estratégica.
Juzga erróneamente y en forma reduccionista que la era de la post-Guerra Fría llegó a un final definitivo en el momento de la operación militar de Rusia en Ucrania en febrero de 2022.
Existieron varios eventos que configuraron en su conjunto la Era de la post-Guerra Fría, donde destacan en forma multidimensional: la prístina advertencia del presidente Putin en la Conferencia de Seguridad de Múnich (2007); la quiebra financiera de Lehman Brothers (2008); el golpe de Estado "civil" en Kiev en 2014, —financiado por la CIA por $5,000 millones de dólares, bajo la orquestación de la amazona estadounidense Vicky Nuland—, y el inicio de la guerra comercial de Trump contra China.
Llama poderosamente la atención la patológica rusofobia de Burns, de 67 años, quien no aprendió nada de la diplomacia de George Kennan, quien también sirvió en Moscú.
Desde su inmanente solipsismo, Burns arremete en forma vulgar contra el presidente Putin, a quien "dedicó bastante de las dos décadas intentando entender la combinación combustible de agravios, ambición e inseguridad que encarna" el presidente ruso.
¡De sus 67 años de edad, Burns consagró más de la mitad de su vida madura a psicoanalizar a Putin, sin ser psicoanalista!
Acepta que "siempre, es un error subestimar la fijación, para controlar Ucrania" de parte de Putin.
Repite sin citar la aburrida teoría rusófoba, que ha impregnado la aberrante conducta del Partido Demócrata, del polaco-canadiense-estadunidense Zbigniew Brzezinski, quizá, por sus orígenes congénitos, y el más rusófobo de la política exterior de EEUU, de que sin Ucrania, Rusia no sería una superpotencia: "Sin Ucrania, Rusia deja de ser un imperio euroasiático. Pero si Rusia recupera el control de Ucrania, Rusia recupera el potencial de convertirse en un poderoso país imperial de nuevo".
De la falsa teoría de Brzezinski, Burns infiere en forma incorrecta y cómicamente dramática que "tal fijación trágica y brutal ha traído ya la vergüenza a Rusia y ha expuesto sus debilidades desde su economía unidimensional, pasando por su proeza militar inflada, hasta su sistema político corrupto".
No se le puede exigir a un director de la CIA, nombrado por el presidente Biden —quien cada día sufre una lastimosa y severa disonancia cognoscitiva— de comparar la pésima performatividad interna y externa de su patrón frente al implacable éxito multidimensional de Putin.
Gran parte del trabajo de la CIA consiste en engañar, desinformar y anatemizar a sus enemigos, y Burns denota ignorar que el nacimiento de Rusia se gestó en Rus-Kiev en el siglo IX, por lo que el presidente Putin ha calificado a su "operación especial" en Ucrania como una "guerra civil" —fomentada por el Partido Demócrata de EEUU que adoptó la falsa teoría de Brzezinski, vigente hasta ahora.
Después de glorificar en forma insensata el "heroísmo" de los ucranianos "gracias al apoyo occidental" —que, en la realidad, se traduce por la muerte estéril de centenas de miles de sus combatientes usados como carne de cañón para satisfacer el designio balcanizador de Biden—, Burns alucina que la "guerra de Putin ya es un fracaso para Rusia en varios niveles".
Burns oculta toda la sapiencia sobre la realidad en el teatro de batalla en Ucrania que ha pasado de una fallida contraofensiva, de la que no dice ni pío y que califica de una "inversión" de EEUU, a una huida, previa a la debacle, como ha expuesto el profesor John Mearsheimer de la Universidad de Chicago.
Burns inventa que "la economía de Rusia sufre retrocesos de largo plazo y sella su destino como vasallo económico de China". Aquí de nueva cuenta, Burns falsifica la realidad económica cuando las sanciones de "Occidente" tuvieron un efecto bumerán y han cobrado como víctima propicia a los aliados europeos de EEUU en la OTAN, cuando Rusia tuvo en 2023 un superávit en su balanza de pagos, pese a que sus depósitos en "Occidente" fueron ilegalmente confiscados.
Burns arguye que "las ambiciones de Putin tuvieron un efecto búmeran" al haber "alentado el mayor y más fuerte crecimiento de la OTAN". En efecto, la OTAN ha crecido en número, al precio de haberse convertido en un vulgar vasallo de EEUU, mientras su caduco armamento y la producción de tanques, municiones y misiles ha exhibido enormes deficiencias en el teatro de batalla.
Llama la atención que Burns omita el avance vertiginoso de los BRICS+ y de la OPEP+, en detrimento del alicaído G7, cuando se ha acelerado la desdolarización y la multipolaridad camina impávida frente al genocidio que encubre de Israel en Gaza.
Quizá la furibunda rusofobia patológica de Burns radique en que participó en el esquema fallido de desangrar y/o balcanizar a Rusia y, de paso, derrocar a Putin.
Las opiniones expresadas en este artículo pueden no coincidir con las de la redacción.
https://sputniknews.lat/20240209/la-furibunda-rusofobia-del-director-de-la-cia-william-burns-1148129549.html
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