La postura del gobierno chileno liderado por Gabriel Boric ha escalado a altos niveles de hostilidad hacia Venezuela en línea con la agenda golpista activada tras las elecciones del 28 de julio.
Esta arremetida ha estado encabezada en Venezuela por Edmundo González y María Corina Machado, quienes desconocieron los resultados oficiales, se adjudicaron el triunfo sin pruebas verificables e hicieron llamados insurreccionales que configuraron un cuadro de violencia criminal en las calles del país.
En sus últimas declaraciones, Boric insistió en el supuesto "fraude" en los comicios sin presentar evidencia:
"Yo, personalmente, y esta es la postura del gobierno de Chile, no tengo dudas de que el régimen de Maduro ha intentado cometer un fraude, si no fuera así habrían mostrado las famosas actas. ¿Por qué no lo han hecho? Si hubiesen ganado, claramente, habrían mostrado las actas".
La retórica de Boric se ha plegado con la del sector extremista de la oposición venezolana. No obstante, para mantener una apariencia de equilibrio, el mandatario chileno ha intentaro matizar su posición descartando reconocer a Edmundo González como autoproclamado "presidente electo": "No podemos, como comunidad internacional, cometer el mismo error que se cometió en su momento con Guaidó", señaló, al tiempo que expresó confianza en la mediación de terceros países a través del diálogo.
El canciller de Venezuela, Yván Gil, en respuesta a tales declaraciones de Boric lo acusó de secundar a la derecha, comparándolo con el presidente argentino Javier Milei y con el Departamento de Estado de Estados Unidos, y calificó su gobierno como "pinochetista y golpista".
Ruptura de gobernabilidad
El escenario político chileno, marcado por la fragmentación y la polarización, influye en la forma como Gabriel Boric aborda la situación en Venezuela. La ruptura del "pacto de gobernabilidad" en el Senado en marzo de este año, donde la oposición se impuso en la elección del nuevo presidente, evidencia un quiebre en la relación entre el oficialismo y la oposición.
Para el politólogo Marcelo Mella, consultado por Sputnik, este hecho se traduce en "la ruptura del pacto de gobernabilidad entre los dos grandes sectores políticos: la centroderecha y la centroizquierda", incentivada por la cercanía de las elecciones de 2025 y los comicios regionales y municipales de octubre de 2024, estos últimos perfilados como un termómetro de los primeros.
El analista político Guillermo Holzmann coincide con Mella y diagnostica que Boric se encuentra "en una posición de aislamiento frente a la oposición, pero también de su propia coalición", la cual se encuentra marcada por disputas internas.
Ambos concluyen que el Presidente enfrenta un dilema entre defender los compromisos identitarios que lo llevaron al poder o buscar ampliar sus apoyos hacia el centro político.
En ese sentido, el enfoque hostil de Boric frente a Venezuela se ha convertido en una apuesta por recuperar gobernabilidad y consensos internos fracturados. La presión, principalmente desde la derecha y la ultraderecha, ha obligado al susodicho a abandonar una actitud inicial de cautela y adoptar una enunciación más activa y agresiva hacia el gobierno de Nicolás Maduro.
Boric ha decidido aceptar las presiones que provienen de todos los costados del arco político chileno.
José Antonio Kast, líder del Partido Republicano y figura destacada de la extrema derecha chilena, exigió a Boric romper relaciones con el Partido Comunista (PC) chileno, acusándolo de incoherencia por criticar a Venezuela mientras mantiene al partido de izquierda en el gobierno. "Si el Presidente quiere ratificar sus dichos, porque son dichos, que lo ratifique con hechos", señaló Kast.
Además, la coalición de expresidentes de derecha del Grupo Libertad y Democracia solicitó a Boric reconocer a Edmundo González como el "legítimo ganador" de las elecciones presidenciales venezolanas. Un grupo de 27 senadores chilenos contrarios al gobierno se sumó a esta petición, instando a Boric a seguir el ejemplo de Argentina, Estados Unidos, Perú y Uruguay en el reconocimiento de González.
Las bancadas de diputados de Chile Vamos (coalición de partidos de centroderecha y derecha), junto al Partido Republicano y Demócratas, se unieron a la presión ejercida sobre el mandatario.
Las tensiones repercuten de igual modo en divisiones internas del Partido Comunista. Inicialmente, el presidente del partido, Lautaro Carmona, declaró el 28 de julio: "No tengo otra alternativa que no sea asumir los resultados", con referencia a los emitidos por el CNE.
Sin embargo, esta aceptación no fue unánime dentro del partido. La secretaria de la organización, Bárbara Figueroa, expresó una posición de observación sobre el proceso y las acciones de otros países, sin pronunciarse explícitamente sobre la legitimidad de los sufragios. Enfatizó que el PC respalda la política exterior del gobierno y que la vocería principal en este tema corresponde al Presidente y a la Cancillería.
Otros miembros del partido se han desmarcado de esta línea y han apoyado abiertamente la posición más dura de Boric. Es el caso de Irací Hassler, alcaldesa de Santiago (comuna de la ciudad homónima, capital de Chile).
Al ser consultada por un medio chileno, afirmó: "Comparto la visión del Presidente", y subrayó la necesidad de un "proceso transparente" en las elecciones venezolanas, y destacó el "liderazgo claro" del mandatario. "Cuenta con todo nuestro apoyo", concluyó.
Influencia estadounidense
Chile y Estados Unidos comparten una estrecha relación comercial que se ha fortalecido en las últimas décadas. Tras 20 años de acuerdo de libre comercio, las exportaciones chilenas al mercado norteamericano han experimentado un crecimiento exponencial, al pasar de US$ 3 793 millones en 2003 a US$ 14 948 millones en 2021.
Estados Unidos es el principal destino de productos chilenos, especialmente en sectores como la agroindustria, los alimentos del mar, los aceites vegetales y los vinos a granel.
Las inversiones estadounidenses en Chile superan los US$ 27 mil millones, que representan 8,7% del PIB del país.
La energía es el sector que concentra la inversión extranjera principal gracias a las ventajas comparativas de Chile en materia de radiación solar y recursos eólicos. Actualmente, empresas estadounidenses como AES Andes, Prime Energía y Grupo Cerro están desarrollando proyectos de energías renovables a gran escala.
Recientemente, el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA) aprobó el "Systems Approach" para la uva de mesa chilena, que permitirá a este rubro acceder al mercado estadounidense sin la necesidad de fumigación con bromuro de metilo, un proceso de negociación que tardó más de 20 años entre las autoridades fitosanitarias de ambos países.
El 17 de julio se celebró la Reunión Ministerial de Asuntos Exteriores de la Alianza para la Prosperidad Económica en las Américas (APEP), donde Chile se unió a diez naciones más bajo la dirección del secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken.
Esta iniciativa, promovida por la administración Biden en el contexto de la Cumbre de las Américas de junio de 2022, busca fortalecer la influencia económica y comercial de Estados Unidos en la región, al tiempo que intenta socavar la creciente influencia de China, especialmente en sectores críticos como las industrias de semiconductores y litio, en el que el país asiático ha consolidado su dominio.
En la contienda por el control de las cadenas de suministro globales, Chile, con sus recursos minerales estratégicos, muestra interés en potenciar su lugar como socio clave para Estados Unidos.
¿Repetirá Chile los errores del pasado?
Las declaraciones beligerantes de Gabriel Boric reflejan una intrincada danza entre factores internos y externos que moldean su enfoque hacia la situación en Venezuela.
Por un lado, la fragmentación política en Chile, caracterizada por una derecha que intenta deslegitimar el gobierno acusándolo de "indulgente" frente al régimen venezolano, empuja a Boric a buscar apoyo interno y reconstiuir consensos y pactos fracturados. En este clima polarizado, el Presidente se alinea con las corrientes adversas a Venezuela para recuperar simpatías en la antesala de las elecciones presidenciales de 2025.
Por otro lado, la estrecha relación comercial con Estados Unidos y el deseo de Chile de posicionarse como un actor clave en la región en sectores estratégicos como los semiconductores y el litio, lo llevan a subordinar su política internacional a las prioridades e intereses de Washington.
Tal combinación de elementos influye en la decisión de Boric de desempeñar una postura confictiva frente a Venezuela, que le otorgue relevancia en la región.
No obstante, las experiencias de gobiernos anteriores en la región que se adhirieron a iniciativas irracionales como el "proyecto Guaidó" indican que no es un recurso efectivo para resolver problemas políticos de orden interno.
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